Creo que es el gran Mariano Aguayo el que usa /usó ese curioso sustantivo, apechusques, para referirse a los pertrechos del cazador. Utensilios, utillaje, pertrechos, apechusques…alguno más. Bien. Mi padre se dio de baja en los postreros sesenta y me cedió los trastes, es decir, escopeta (Larga pletina del doce), mochila y canana.
Publicidad
¿Andaría yo por los 16 o 17 años? Tal vez. Recuerdo que solicitamos el permiso de armas en el cuartel de la Guardia Civil del pueblo, y en un documento del cabo comandante de puesto decía que yo «era adicto al régimen actual». ¡Qué gracioso! Cómo estaban las cosas entonces.
Hoy recordamos, con sorna, aquellos controles de la gente. El caso es que mi señor padre puso la escopeta a mi nombre.
La vieja mochila ya ha desaparecido. ¿Cuántas habré tenido después? Pero su canana la usé durante años hasta que de puro vieja tuvo el zapatero que echarle unos remiendos y ahora yace en algún cajón, olvidada ya, la pobre.
Mi padre falleció en diciembre de 1971. Unos años después, mi pariente y amigo Valentín Hurtado me trajo de Madrid la «sarriugarte» del 20, que aún conservo y con la que he cazado la intemerata. Y hay otras, pero ya hablaremos más adelante.
Total que en aquellos primeros años, la «alcorta» del 12 para la caza al salto (los conejos) y la «sarriugarte» del 20 para las tórtolas de aquellas medias vedas de los felices estíos. De indumentaria ¿qué decir? Al principio cualquier cosa y luego la ropa de la caza. «Se divierte uno ya el día anterior preparando la indumentaria» decía Juanito 'Lux'. Cierto. Tan cierto como la vida misma.
Publicidad
No sé qué tienen las cosas de la caza que se entretiene uno mientras prepara los cartuchos; mira el interior de la mochila a ver qué hay o qué falta; repasa la cartera de los papeles por si algún documento está ya caducado, la cantimplora o la bota de vino; unos el chaleco, otros la canana.
Los tiempos vuelan, las costumbres cambian. Lo que nos mantiene todavía es cierta e indefinida ilusión por ese día, el primero de la temporada, en que saldremos al campo. Sabe Dios a qué. Y nosotros, los cazadores, también.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión