El campeón que salva almas en el Mediterráneo
El nadador Eduardo Blasco, que medita regresar a Extremadura a entrenar, ha colaborado en el rescate de 196 personas en Italia con la ong Open Arms
Marco A. Rodríguez
Badajoz
Domingo, 3 de septiembre 2023, 07:57
Es mejor ganarse el cielo que ganar medallas. Eso debió pensar Eduardo Blasco cuando se enroló en una aventura de las que engrandecen el alma, ... la de salvar vidas. Nadador profesional con numerosos títulos nacionales y campeón del mundo de salvamento y socorrismo, está capacitado como pocos para echarse al mar por si falla cualquier plan. Acaba de terminar un viaje alrededor de Italia donde ha participado directamente, «con mis propias manos, como dice», en el rescate de 196 inmigrantes a quienes se les hundió su sueño de una vida más digna. Orgulloso de su colaboración con la ONG Open Arms, le queda sin embargo el regusto amargo de que su barco fue bloqueado durante 20 días debido al polémico decreto de la primera ministra Meloni y la 'excusa' de que habían realizado más de un rescate. En realidad fueron tres naves las obligadas a parar desde el 22 de agosto en el puerto asignado de Carrara, al norte de Italia.
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«Me da rabia porque está pasando un poco lo de Rubiales. Ganamos el Mundial y solo se habla del beso. Nosotros salvamos a 196 personas y solo se habla del bloqueo. Aunque el bloqueo es una vergüenza», se lamenta el nadador vasco que ha entrenado en Extremadura, en concreto en Olivenza y Talarrubias. El de San Sebastián explica que llevaron a cabo tres rescates en uno. El primero de 30 personas de distintas nacionalidades (Nigeria, Túnez, Libia...) procedentes de África.
Tras cualquier rescate te asignan un puerto pero les dan el de Carrara, a cuatro días de navegación. Inician la marcha con esos 30 supervivientes pero les llega un aviso de otro 'barco' –por llamarle de alguna manera– con 132 personas que venían principalmente de Bangladesh y que deben ser salvadas de inmediato porque no había guardacostas ni nadie en la zona. El derecho internacional marítimo y los convenios les obligan siempre a intervenir si se les solicita la ayuda. Es decir, legalmente estaban obligados y así lo hacen. A las seis horas aparece otra embarcación, esta vez con 43 sirios, uno de ellos con necesidad de evacuarle de urgencia en Lampedussa por su mal estado de salud, de nuevo con asistencia de Eduardo y ya de madrugada. El herido acabaría muriendo, como tantos otros, la inmensa mayoría anónimos.
Llegan a Carrara con los 195 inmigrantes atendidos y las autoridades italianas les bloquean el barco. A él le dejan irse, al tratarse de un deportista español que nada tiene que ver en la estructura de la organización no gubernamental, pero el resto queda retenido allí. Difícil de entender, cuanto menos.
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No es lo mismo ver estas lacras de la sociedad por televisión, apenas un instante en un informativo, a presenciarlo in situ durante días, siendo uno más de lo acontecido, del drama que subyace en cada arista de esta historia. «Estos veinte días han sido tremendos. Una experiencia muy dura. Cuando llegas con una lancha semirígida –suelen portar dos cada embarcación nodriza y su misión es llegar rápido– y te encuentras de frente a 132 personas en esas condiciones, con niños..., se te cae el alma a los pies. Es impactante y yo ni quiero ni voy a normalizar ver eso. Y cuando participas directamente, pues te puedes imaginar», intenta describir sus recuerdos Eduardo. «Imagina el que viene de Bangladesh, o de Siria, puede que sea una travesía de años. Había gente de todo tipo. Un sirio me contaba que su universidad desapareció y que intentaba llegar a Alemania para acabar sus estudios», prosigue.
«Te encuentras de frente a 132 personas en esas condiciones, con niños..., se te cae el alma a los pies»
Eduardo Blasco
Nadador
Preguntamos a Eduardo si lo que presenciaron sus ojos allí era peor de lo que se imaginaba. «No es peor porque ya había estado en estas operaciones y llevaba mucho tiempo preparándome psicológicamente, es exactamente igual de duro de lo que me esperaba, aunque lo puedes tener asumido pero no es lo mismo verlo allí, incluso sabiendo lo que va a ocurrir. Es diferente trabajarlo en la comodidad de un despacho que tenerlo de frente. Yo soy una persona muy empática, y soy muy fuerte, pero una operación masiva como estas hay que vivirlas, el sacarles uno a uno».
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Justo ese instante en que se topan con las víctimas de la tragedia es el que más a fuego queda grabado en su retina. Es el que más marca. Las caras de la gente cuando son salvados. «Desde luego que te marca mucho, sobre todo las caras y las conversaciones de la gente cuando están abandonando su embarcación. Algunas son personas bien vestidas, educadas, que te dan las gracias de hombre a hombre por salvarles la vida. Le devuelves la dignidad. Eso se puede contar, más o menos, pero es difícil de expresar».
«Te marca mucho, sobre todo las caras y las conversaciones de la gente. Te dan las gracias por salvarles la vida. Les devuelves la dignidad»
Eduardo Blasco
Nadador
En su caso, es obligada la pregunta de si es mejor salvar vidas que ganar medallas. Lo tiene cristalino. «Claro. Las medallas son importantes, sales en la tele y tal, pero la vida no es eso, la vida es dura y los problemas del primer mundo son otra cosa. La situación del mundo es complicada en lo geopolítico y cada vez son más los millones de personas que huyen de las zonas de conflicto. Es una tragedia a nivel mundial. Imagina que a España le toca una guerra y tenemos que echarnos al mar. ¿Pasará lo mismo? Hay que responder porque somos firmantes de convenios internacionales», subraya el deportista, quien añade que Italia recibe más de 100.000 inmigrantes al año por los 20.000 de España, están sobrecargados, pero la solución no es dejar morir a la gente en el agua, «y mientras nuestro barco esté parado hay gente que está muriendo».
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Los rescates son muy protocolarios, tienen unas técnicas concretas para movilizar a las víctimas, pero a veces el plan, como matiza Eduardo, «se va al carajo y hay que improvisar». En esos casos ser deportista de élite acuático puede suponer que alguien tenga más posibilidades de salvarse con él que con otra persona, si bien reconoce que sus compañeros eran muy válidos.
Terminado el periplo italiano, regresará en España a los entrenamientos con vistas a competir en el Campeonato de España de la Federación Española de Actividades Subacuáticas, después en el de Salvamento y Socorrismo, y pensar en sacar el pasaporte para el Europeo. No tiene decidido dónde y medita regresar a Extremadura, donde afirma que le trataron de una manera exquisita.
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Y todo ello sin dejar de alistarse a los rescates, porque cree que son más necesarios de lo que pensaba. «Vienen tantos y están tan desamparados... En uno de los rescates, si se llega hacer de noche, no los hubiéramos encontrado jamás. Nadie los hubiera localizado. Se dice que mueren 63.000 y eso, pero solo de los que han encontrado, los demás no se cuentan. Pero no interesa inflar las cifras», finaliza alguien que acaba de ganar las medallas más valiosas de su carrera.
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