Iñigo Celihueta pugna con Abdoulaye Keita. Paco Díaz
Segunda RFEF

Un Llerenense polarizado y con la pólvora mojada

Tras ser una de las revelaciones en la primera vuelta, suma seis derrotas seguidas, lleva más de 540 minutos sin marcar y ocupa plaza de descenso

Manuel García

Badajoz

Martes, 20 de febrero 2024, 21:07

¿Qué le pasa al Llerenense? Es la pregunta que circula en el Fernando Robina en los dos últimos meses de competición. La lucha por ... la permanencia era un escenario que se preveía realista en los albores del curso de debut en Segunda RFEF, pero tras el rendimiento exhibido en la primera vuelta, su nombre desapareció de las quinielas de los bajos fondos. Sorprende más que la tesitura actual, la polarización, la drástica caída y el contraste entre ese equipo que se iba apropiando de una de las múltiples etiquetas de revelación en un grupo 5 trufado de sorpresas, con la versión que encadena seis derrotas seguidas.

El conjunto de la Campiña Sur no levanta cabeza y se ha metido de lleno en puestos de descenso tras caer 0-2 en su feudo ante el Getafe B el pasado domingo. Está igualado a 26 puntos con el Ursaria, que ocupa la plaza de playout, y atisba a uno la salvación, que ahora marca el UD San Fernando. Los pupilos de Luismi Álvarez no pisaban terrenos pantanosos desde la jornada 10 y previamente solo habían encallado en ellos en la sexta y la octava semana de competición de manera puntual.

Su diente de sierra positivo lo alcanzaron a principios de 2024 remontando al Badajoz, un triunfo que le permitió tocar con la yema de los dedos el playoff de ascenso a Primera RFEF, a tan solo dos puntos. «Mirad para arriba y dejad de mirar para abajo, a ver si nos vamos a caer», bromeaba justo antes del parón navideño el técnico extremeño. Y a partir de ahí comenzó la desescalada.

Desde entonces no han perforado la meta rival ni una sola vez. Más de 540 minutos sin ver puerta es una losa preocupante que atenaza a los llerenenses, «tienen que darse la vuelta a la cabeza, tener dos pelotas y mirar la portería de frente e intentar meterla, no hay más», sostenía en la rueda de prensa posterior al choque ante el filial madrileño. «Yo no puedo meterla desde el banquillo», se lamentaba el entrenador del Llerenense, frustrado por el bloqueo en un apartado que tanto dominaba en su época de futbolista. Asegura que han machacado mucho esa faceta en los últimos días, «me puse con ellos por si aprendían cómo se metían», bromeaba quitándole hierro. Pero la insistencia no ha dado frutos, «no sé qué decirte, no tengo la llave para explicar por qué no. Entrenamos mucho para ello y de una manera muy profesional».

Respecto al último compromiso, recalcó que hubo fases en las que usaron a dos e incluso tres delanteros y que los laterales cuentan con mucha vocación atacante, «más ofensivo no se puede jugar, nadie puede decir que sea un cagón el entrenador», al tiempo que se congratuló por el juego desplegado y las dificultades que plantearon a un potente rival al que «hemos minimizado a nivel futbolístico de manera increíble».

Pero no fue suficiente, «hemos hecho todo para intentar empatar y ganar el partido, con lo que podemos, con nuestras armas, hemos cambiado de sistema, lo hemos vuelto a cambiar...», pero lo que antes bastaba para sumar, ahora «no nos llega y si seguimos así descenderemos», sostuvo el preparador placentino con la naturalidad y cercanía habitual en él y alejado de todo dramatismo antes de mandar un mensaje de aliento: «Tengo claro que lo vamos a sacar y nos salvaremos».

En cualquier caso, se siente fuerte y respaldado por sus futbolistas, a los que percibe implicados y en consonancia con el discurso que transmite, «cuando entro en el vestuario veo a los jugadores que quieren, tienen ganas, se apoyan, van a hablar con Kellyan, el primero Lolo, portero suplente y que no está jugando este año», incidía Luismi en referencia a la acción del segundo gol visitante, que llegó en un claro error del guardameta valenciano. «Siguen creyendo, repito lo de siempre, si el cuerpo técnico fuera el problema, para casa, pero creo que no lo somos, y no soy sospechoso de no ser honesto siempre».

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