Julio Cobos (derecha) en el último partido en el Príncipe Felipe frente al San Fernando. Armando Méndez
Segunda RFEF

Despegue abortado de un Cacereño que vuelve a aterrizar en su realidad

Nefasta jornada para los verdiblancos, que cayeron ante un Ursaria de su liga y que acusan los triunfos de la mayoría de sus rivales directos

Manuel García

Badajoz

Martes, 12 de marzo 2024, 21:06

Las alas de Ícaro se derritieron el pasado domingo al intentar acercarse al fulgor de unas plazas de playoff que este curso no están al ... alcance del Cacereño. Los verdiblancos rencauzaron su vuelo propulsados por el ‘reprise’ de dos triunfos consecutivos (por primera vez esta campaña), pero la energía de ese rebufo fue efímera en su propósito de despegar definitivamente y, por qué no, poner rumbo al firmamento de la clasificación. Sin embargo, su realidad es otra. Ni el motor ni el fuselaje de la nave resisten la velocidad de crucero que exige un grupo 5 de Segunda RFEF plagado de virajes y con una competencia feroz en cada curva.

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Los de Julio Cobos habían adquirido un componente indispensable y tan cotizado como escurridizo, la regularidad. No en vano, acudían al duelo ante el Ursaria con una hoja de ruta sin muchos alardes, pero sí solvente después de sumar seis jornadas sin besar la lona (dos triunfos y cuatro empates). Especialmente importante había sido ganar en casa ante el UD San Fernando, primero por lo inusual de probar los laureles del éxito al cobijo de un Príncipe Felipe poco propicio para sus intereses en la 2023/24, y segundo porque suponía distanciar a uno de los rivales para eludir el descenso. Pero faltaba rubricarlo ganando o, al menos, no perdiendo ante el conjunto de Cobeña. Habría supuesto dar un puñetazo en la mesa para romper la tabla, pero gripó la maquinaria y se mete de lleno en el lío, porque el traspié del 1-0 mutó a batacazo mayúsculo al completarse la jornada tras ganar todos (excepto el Llerenense y el Montijo, colista y algo descolgado de la lucha) los que están en la misma parrilla que los extremeños: Mensajero, Badajoz, Navalcarnero, San Fernando, Ursaria e, incluso, el Guadalajara, con el que empata a 34 puntos, aunque los alcarreños cuentan con un partido aplazado (ante la Gimnástica el 27 de marzo).

De dejar a siete puntos el playout y a ocho la zona más caliente de la clasificación, a tener las ascuas a un suspiro, concretamente a tres la plaza de la eliminatoria para no caer a Tercera RFEF y a cuatro el abismo. El optimismo despertado por la inédita racha de resultados motivó alzar la vista hacia la zona noble en busca de un referente más halagüeño, que en caso de victoria habrían avistado a apenas tres puntos. Así de imprevisible y voluble es la competición, por eso, el técnico del Cacereño, cuando se le preguntaba sobre la posibilidad de reformular sus metas, su discurso es inamovible: «Es una constante en todas las charlas, nosotros tenemos que alejarnos del descenso porque todos aprietan muchísimo y hay que mirar para abajo». La ambición permanece intacta, pero el temor no es ni mucho menos impostado ni infundado, porque el Cacereño se ha acostumbrado a convivir esta temporada con el aroma purulento que desprenden las cloacas. «Hay que sumar los puntos para lograr la salvación lo antes posible, no va a ser fácil, hay que pelear mucho, costará muchos partidos porque todos quieren cumplir ese objetivo», remarcaba Julio Cobos al término del último compromiso liguero.

El Cacereño parecía haber expiado sus pecados, pero volvió a reincidir y no se puede decir que no estuviera avisado, porque en el duelo de la primera vuelta, con el mismo signo, a favor del Ursaria, tuvo un guion similar con los madrileños aprovechando un arreón inicial. En aquella jornada 9, a finales de octubre, Christian Díaz castigaba la inconsistencia de los extremeños, abriendo el marcador en el 4 y dando la puntilla 25 minutos después. El pasado domingo, situación análoga, los locales salieron en tromba para intentar sorprender y, con dos toques, en un balón largo, Jacobo cabeceaba ante la pasividad de la retaguardia cacereña y la fútil estirada de Izan, que llegó a tocar, pero no pudo desviar lo suficiente la trayectoria. «El partido se ha inclinado por esos dos minutos en los que nos han hecho un gol que no debería haber subido porque tendríamos que defenderlo mucho mejor», analizaba contrariado Julio Cobos.

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Y en un campo como La Dehesa, ir a remolque en el marcador es una rémora correosa y férrea. «Habíamos hablado de que en estos campos son muy importantes las segundas jugadas los primeros minutos de cada tiempo, porque los de casa salen muy metidos y no había que conceder».

Hubo dos lecturas, al ser tan prematuro el golpe, quedaba tiempo suficiente para revertirlo, pero la incapacidad para conseguirlo pese a gozar de varias ocasiones claras, se traducía en frustración. «Hemos puesto centros desde demasiado lejos, pero es propio de las ganas de querer darle la vuelta, cuantos más minutos pasan y el resultado sigue igual sale la precipitación y piensas menos».

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