Robador y Álvaro Clausí, protagonistas en el derbi del pasado domingo ante el Montijo. Jorge Rey
Segunda RFEF

El Cacereño se aprovisiona de puntos y confianza de cara a un exigente final

El triunfo ante el Montijo era un desenlace necesario para afrontar el duro tramo definitivo con el comodín de un Príncipe Felipe que vuelve a sonreír

Manuel García

Badajoz

Martes, 9 de abril 2024, 21:05

Lo que cambian el decorado tres puntos en el grupo 5 de Segunda RFEF. No se puede decir que el Cacereño esté salvado, ni mucho ... menos, pero el botín obtenido ante el Montijo (2-1) el pasado domingo es más que oro, reviste su futuro del preciado platino o del rodio. Deberá sumar algún rédito más para evitar sobresaltos, pero habiendo invertido su dinámica en casa, donde solo celebró dos victorias en la primera vuelta y ahora no cae desde el 21 de enero, el panorama pinta de otra manera. Aunque el calendario les depara dos visitas de alcurnia del Atlético Paso y el Numancia intercaladas con las expediciones a Llerena e Illescas, la realidad es que ahora mismo distancia el descenso a cinco puntos y a cuatro el playout, puesto que ocupa su próximo rival, el bloque de Luismi Álvarez, tiñendo el compromiso en el Fernando Robina (domingo, a las 17.30) de una impronta definitoria para ambas escuadras.

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Tras ganar, cero euforia, porque los verdiblancos cumplieron con una parte del guion que era innegociable. Todo lo que no fuera doblegar al Montijo reviraba el trazado de manera mareante, precisamente por la idiosincrasia de la competición, implacable con cualquier vacilación o traspié. Medirse en casa a un adversario desahuciado y casi sin alicientes era una espada de doble filo que debían ser capaces de dominar con destreza. «Está todo el mundo apretando muchísimo y hay que seguir sumando, nadie quiere bajar y van a hacer falta más de 41 puntos», analizaba en su comparecencia posterior al derbi Julio Cobos. Ese era precisamente uno de los factores que más inquietaban al técnico local, «me preocupaba un poco que fuesen capaces de poder con la presión, sobre todo viendo la clasificación».

Llegados a este punto, cualquier detalle puede decantar la balanza hacia una dirección u otra, por eso el preparador de Valdehornillos juró en arameo cuando encajó en los compases finales el tanto que recortaba distancias, obra de Yaya. «Que me hagan uno al final del partido me cabrea muchísimo, sobre todo en un partido que estaba terminado, hay que ir hasta el final porque ojalá que no hagan falta y sumemos más y no tengamos que mirar los goles, pero pueden ser importantes».

Es cierto que los montijanos recortaron ya con el tiempo cumplido, en el minuto 96, sin tiempo para inquietar a su rival, pero el entrenador extremeño se lamentó por ese frágil y postrero conato de reacción que se concedió al oponente en un duelo sin muchos sobresaltos tras el 2-0 sellado por Clausí en un inapelable testarazo a un cuarto de hora de la conclusión. «Hemos visto tantas cosas en el fútbol y en un partido que teníamos prácticamente solucionado se nos podía complicar».

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Tuvieron el aviso del mayúsculo susto que supuso la pena máxima decretada sobre Santi Müller en el 27, que podría haber cambiado el signo del encuentro apenas seis minutos después de que Jorge Barba adelantara a los locales. Porque los nervios podrían haber aflorado para los cacereños. Sin embargo, emergió la figura imponente de Robador para detener la pena máxima al jugador más diferencial de los rojinegros, Runy, cuyo lanzamiento no hizo justicia a su gran actuación ni a la temporada tan brillante que ha cuajado. «Hemos bajado un poco el ritmo y ha venido el penalti, lo hemos parado y eso nos ha dado un poco de oxígeno». A partir de ahí, el Cacereño creció y adquirió peso específico en el duelo, dejando pocos resquicios, pero cierta precipitación y la ansiedad por querer cerrar la contienda pudo jugarle una mala pasada. «En esos últimos 25 minutos teníamos posibilidades de hacer contras con situaciones claras de marcar el tercero y deberían haber sido más generosos porque había jugadores en mejor posición», se quejaba sobre la errónea toma de decisiones de algunos de sus atacantes. Respecto a si al verse por delante su equipo pecó de cierto exceso de confianza, admite que «estaba controlado, teniendo el balón y te puedes relajar un poco, no estábamos sufriendo».

Una de las noticias más positivas que está dejando las últimas semanas es el excelente rendimiento de Diego Díaz, que está adquiriendo un protagonismo capital en el ataque del Cacereño. Sin ir más lejos, el pasado domingo dio las dos asistencias de los tantos locales, la primera en una internada por la parte izquierda que remachó Jorge Barba y la segunda en un saque de esquina que cabeceó a la red Clausí. «Está rápido, desequilibrante en el uno contra uno, ojalá que dure mucho tiempo este Diego», resaltaba Julio Cobos. También se rezuma optimismo desde la enfermería, ya que se espera que Karim participe en todas las sesiones de entrenamiento de la semana. Aunque la alegría no es completa, ya que Javi Barrio, pese a que en las exploraciones los médicos no han hallado una lesión de importancia, las sensaciones no son buenas de cara a que pueda reaparecer y todo apunta a que sufre una microrrotura muscular.

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