El Mérida ya está de vacaciones

Hay amistosos de pretemporada más interesantes que el Navalcarnero-Mérida de este domingo. Porque en ese tipo de partidos se mira hacia adelante: a lo que puede ser el equipo, lo que falta, lo que falla, la ilusión está por estrenar… En cambio, no se miró hacia ningún lado: los dos parecían preguntarse qué hacían allí jugando a eso. Y seguramente por esa falta de tensión competitiva e intensidad en las jugadas, salió un partido divertido… pero para el espectador neutral. Porque, concretamente al aficionado del Mérida, no le gustó absolutamente nada de lo que vio.

Y el choque no arrancó mal. Lo que dijo Miguel Rivera el viernes en la sala de prensa parecía cumplirse: lo de honrar el escudo y la camiseta, lo de salir a competir aunque no hubiera nada en juego y lo de recompensar las frustraciones de la afición con un buen resultado. Ahí están las ocasiones y las sensaciones: el guardameta madrileño, Aitor González, le paró un mano a mano a Marc Fraile tras un regalo de David Gómez en el 6'; Tovar disparó desde la frontal del área en el 8' y obligó de nuevo al cancerbero del Navalcarnero a evitar el 0-1; el equipo jugaba en campo contrario y pisaba área rival con la seria intención de jugar el partido…

Pero en la primera jugada de ataque que armó el conjunto madrileño, en una contra, se escenificaron todas las costuras que acabarían por romper al Mérida. Ningún futbolistaemeritense fue capaz de frenar ese ataque prometedor, ni tan siquiera las miradas de los jugadores cuando Álvaro Ramón disparó desde la frontal sin oposición alguna para batir la meta de Pter, que fue a debutar en la ocasión menos propicia. Y como mentalmente el equipo es flojo, a partir de ahí se cayó por completo. Hubo jugadores que lo intentaron, pero fueron insuficientes para lavarle la cara al partido del equipo.

El Mérida se hizo con la posesión del cuero, pero el Navalcarnero no paraba de lanzar contras rápidas y contundentes. Contras que el Mérida no era capaz de parar ni con faltas. Como en el 2-0. Jesús de Miguel se deshizo muy fácil de la marca de Carbó y remató a placer en el segundo palo casi desde área pequeña para sentenciar y matar el partido. Quedaba una hora de juego todavía, pero visto lo visto hasta entonces hacía vaticinar más una pachanga que un ejercicio de responsabilidad.

No le gustó a Miguel Rivera el partido de Álvaro Barbosa en el lateral izquierdo, donde tuvo que jugar ante la recaída de última hora de Héctor Camps, y lo cambió por Zarzo al descanso. Rubén Valverde cambió de banda, Chirri retrasó su posición al lateral y Zarzo entró para darle algo más de brío al ataque emeritense. Pero agua. Es cierto que el equipo entró a la segunda parte con el mismo brío que la primera, pero se fue apagando con el pasar de los minutos. De hecho, el resultado pudo ser aún peor porque el Navalcarnero se topó con los palos de Pter hasta en dos ocasiones. En la primera se estrelló De Miguel en el 49' tras una presión sobre Rocha en el inicio de la jugada. Y en la segunda se topó con él Dani del Moral tras un chut desde la frontal nuevamente sin oposición.

Entre medias, mucho ida y vuelta, muchas llegadas al área, muchas alternativas para avivar la diversión del público, pero poco fútbol serio de los dos. La realidad del Mérida se reflejó a la perfección con la entrada de Gian y Carlos Cinta a un cuarto de hora del final y el debut de los juveniles Cristian Oliva y Mario Martínez porque, total, ya no había nada que hacer y, por lo menos, quedaba bien premiar el esfuerzo durante todo el año de los canteranos en el día a día de los entrenamientos del primer equipo.