Te escribo cuatro letras...
El Meiac acoge estos días dos exposiciones en torno a la memoria
Viernes, 18 de julio 2025, 19:55
No es fácil hablar de arte después de leer la carta que José Moros Puertas escribió en la cárcel de Segorbe. El sentir de tanta ... desmemoria cabe en estas 'cuatro letras', que dice así: «Querida esposa, hija y demás familia. En estos últimos momentos de vida te escribo cuatro letras indicándote que en esta fecha día veintiocho de junio de mil novecientos treinta y nueve ha llegado el momento de perder la vida, así te recomiendo ten ánimo y resistir para vivir tú y tu hija querida y mis padres y mi hermano y demás familia que lo siento no poder vivir en la compañía de todos, la hija te recomiendo le des toda la cultura que necesite. Lola, si en algo te he ofendido me dispensarás tú y la familia». Resulta reveladora la recomendación de «dar toda la cultura» a su hija. Nos llega al alma.
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Ejercicios de memoria. La muestra 'Espacios de memoria. Las construcciones culturales como espacios de memoria', comisariada con determinación y buen criterio por Juan Ramón Barbancho es, ante todo, una reflexión sobre si somos capaces de ponernos en la piel del otro, si podemos hacer nuestros los recuerdos de otras personas, de otras familias... «Hemos centrado -defiende Barbancho- nuestra investigación sobre el marco de la Guerra Civil (1936-1939) y los primeros años de la Dictadura para seleccionar las obras que conforman la exposición. Como sabemos la historia la cuentan los que vencen, pero los hombres que vencen, por eso hemos tenido especial cuidado en seleccionar obras que nos acercaran a aquellas mujeres que también fueron represaliadas»... Y tantas veces 'señaladas', como la fotografía 'Yo soy. Memoria de las rapadas' (2018) de Mónica y Gema del Rey. En otros casos se hace justicia, así Ana Navarrete toma buena nota y las homenajea en 'Nadie se acuerda de nosotras mientras estamos vivas. Muerte, represión y exilio' (1931-1941) (2003), o Roberto Palomo les da voz en 'María y Silvestra Indias Sánchez' (2024).
Historias de familia
Autora: Ana Vidigal.
Comisaria: Patrícia Reis
Fecha: hasta el 5 de octubre
Nombrar. Para poder mirarles a los ojos -no sé si aguantarían la mirada- Fernando Bayona 'En la noche de las fieras' (2024) reconstruye con IA los rostros de los asesinos de Lorca, el poeta que escribió: «... como todos los muertos que se olvidan/en un montón de perros apagados». Y es que los huesos dejan de ser cosas si se les pone nombre. O rostro de desaparición y muerte, de cal viva, en la video-performance 'Sudario' (2019) de Abraham Riverón. También podemos oír voces que en su momento fueron silenciadas, y oímos: «Ojos cerrados de huesos, con memoria...», en 'Más muertas vivas que nunca' (2002) de Marta de Gonzalo y Publio Pérez. Por favor, no dejen de escucharla.
Espacios de memoria
Comisario: Juan Ramón Barbancho | Fecha: hasta el 19 de octubre
Familiaridad de los objetos. Por otro lado, el universo creativo de Ana Vidigal (Lisboa, 1960) tiene que ver con la memoria y el tiempo. Una memoria deconstruida a partir de elementos tan diversos como retales, cortinas de baño, sábanas, cartas y fotografías con los que teje narrativas basadas en la familiaridad de los mismos, «Soy como una esponja que absorbe todo lo que pasa a mi alrededor y respondo con los materiales de mi alrededor y la experiencia de vida». En este mismo sentido abunda Patrícia Reis, comisaria de «Historias de familia», «A través de sus manos hay una percepción única de cada objeto y de su potencial. Como si sus pequeñas manos tuvieran el poder de coger un recorte, un botón, una postal o una foto y descubrir inmediatamente su vida oculta». Baberos. Descubrimos entonces una memoria de la infancia, de días de playa en 'Corrico' (2023), donde un ancla, trozos de madera, bolsas, conchas... penden de la caña de pescar de su padre; la memoria oculta, en ese pequeño barco envuelto, casi fantasmal, que es Ana Beatriz #1 (Naufragio, Ponta da Piedade) (2022), o 'Void' (2007), que no deja de ser la memoria en la mirada de una niña hecha de 'baberos collages', con objetos impregnados de recuerdos, como fotografías de su padre en la guerra colonial, las cartas que enviaba y que eran leídas por su madre cuando niños, además de versos de un poema de Emily Dickinson en los que habla de la muerte. «Son siempre -nos dice Vidigal- historias de familia y siempre son algo más. No cambiaría nada de mi vida. Haría todo igual. Es lo más parecido a una cierta felicidad».
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