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Talavante y nada más
Feria de Olivenza ·
El pacense cuaja un toro del decepcionante encierro del Puerto de San Lorenzo ante el que Manzanares y Roca Rey poco pudieron hacerEl vendaval y la permanente amenaza de lluvia privó a las calles de Olivenza del habitual ambiente del sábado de feria. Aun así nadie quiso ... perderse el cartelón de figuras del toreo anunciado y con un goteo constante los aficionados fueron llegando al coso abaluartado para ocupar su localidad, a la espera de saber si el festejo se iba a celebrar. En el patio de cuadrillas aguardaban el alicantino José María Manzanares, el pacense Alejandro Talavante y el quiteño Andrés Roca Rey. Mientras, en los chiqueros, esperaban su turno seis astados de la ganadería salmantina del Puerto de San Lorenzo. Al final, veinticinco minutos después del horario previsto apareció la terna acompañada de sus cuadrillas para certificar que el festejo se iba a celebrar.
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Cartuchero llevaba por nombre el del Puerto de San Lorenzo que abrió plaza y al que Manzanares recibió en el tercio con un enganchón de su capote. Con la muleta comenzó doblándose para sacarlo a los medios y llevarse el primer susto de la tarde por una colada. Una buena tanda de derechazos llenó de los olés los tendidos que no aplaudían por la continua lluvia que en esos momentos caía sobre ellos. Acortó los tiempos el alicantino y administró a su enemigo una estocada hasta el puño que bastó para que el salmantino rodara. Ovación con salida al tercio para Dols Samper.
El segundo de la tarde se llamaba Calesero y correspondió en turno a Alejandro Talavante, único matador de toros extremeño de la feria. que lo recibió sin lucimiento y se llevó un susto al resbalarse cuando lo ponía en el caballo. Un ajustado quite por chicuelinas levantó los ánimos del público, frío y encogido por la lluvia intermitente. Espectacular el tercio de banderillas de Javier Ambel, conminado a desmonterarse por su matador. El viento continuaba molestando cuando Talavante cogió su muleta y comenzó a intentar sacar de su enemigo el partido que no tenía. Falto de fuerzas y echando la cara arriba siempre que pudo, dio lo mejor que llevaba dentro por el pitón izquierdo donde la magistral zurda talavantina dibujó varios naturales de mucho mérito. Sin clase ni ambición, el del Puerto de San Lorenzo mejoró su actitud y permitió que Alejandro le diera un par de pases circulares, muy aplaudidos por el respetable. Estocada entera algo trasera que sirvió para que el salmantino tomara tierra y el de Badajoz se llevara los primeros trofeos de la tarde.
El negro que salió en tercer lugar por la puerta de chiqueros tenía por nombre Carcelero y fue el primero de los cuatro toros a los que Andrés Roca Rey debía enfrentarse este año en Olivenza. Recibido por verónicas por el peruano con su solvencia y adornos habituales. Volvió la lluvia y con ella los paraguas al graderío que protestó una posible lesión del toro en su mano izquierda. La lidia continuó y tras un aseado tercio de banderillas Roca Rey comenzó su faena de muleta con la mano derecha para administrar a su enemigo una tanda de tanteo que ya caló en los tendidos. Sin embargo, la embestida a media altura y sin clase del de Tamames deslucía cualquier intento del quiteño por transmitir su toreo. A medida que avanzaba la faena el del Puerto de San Lorenzo comenzó a evidenciar serios rasgos de manso que, poco a poco fueron cobrando fuerza hasta obligar a Andrés a acabar en las tablas , con su enemigo aculado. Otra estocada entera sirvió para que Carcelero muriera en dos actos y Roca se llevó una ovación con fuerte petición de oreja.
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Lengüilarga se llamó el cuarto, un anovillado que saltó al ruedo cuando más llovía y que recibió un buen saludo capotero por parte de Manzanares antes de llevarse un buen puyazo a cargo del varilarguero. Con la muleta se dobló el alicantino en el tercio para llevarse, poco a poco, al animal a los medios. Pronto demostró el salmantino que la mansedumbre no era exclusiva del hermano que le precedió. Un generoso público agradeció la entrega de Manzanares ante las tontorronas embestidas de su oponente. Una estocada entera bast´para reventar al manso que rodó sin puntilla. Ovación para la entrega de Manzanares.
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Toros Seis toros del Puerto de San Lorenzo, desigual en juego y presencia, mansearon tercero y cuarto.Inválido el sexto.
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Toreros José María Manzanares: Ovación y ovación; Alejandro Talavante: Oreja y dos orejas; Roca Rey: ovación con petición y palmas
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Plaza Segundo festejo de la feria de Olivenza en tarde lluviosa y fría en la que el viento arreció durante toda la corrida.
El quinto fue nombrado por el ganadero como Relicario y fue saludado por Talavante por verónicas en los medios. Recibió un gran puyazo de Manuel Cid antes de que Talavante se echara el capote a la espalda para un quite algo deslucido por dos enganchones. Un discreto tercio de banderillas a cargo de Álvaro Montes y Manu Izquierdo dio paso al brindis al público de Talavante, instantes antes de poner la plaza boca abajo con un comprometido comienzo de faena de rodillas. La sonrisa del pacense transmitía seguridad y eso se vio enseguida en su toreo pausado y armónico que rápidamente llegó a los tendidos. Con la izquierda, su mano enguantada, instrumentó una gran tanda de naturales. Los cambios de mano, los pases de pecho, el arte talavantino en estado puro surgió por momentos sobre el coso abaluartado hasta emocionar a muchos asistentes. El remate de faena prolongó el estado de gracia que solo interrumpió una estocada muy delantera que bastó para que el animal doblara y diera un último susto a Manu Izquierdo en el descabello. Dos orejas para el esportón del pacense y puerta grande asegurada.
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Cardilisto se llamaba el negro mulato que cerró plaza y que, acapachado de defensas, se empleó en el caballo tras arrancarse por su cuenta. Después de un tercio de banderillas intrascendente, Roca Rey comenzó su faena con pocas esperanzas de poder sacar partido de su oponente. Escaso de fuerzas, mugidor y follonero, el del Puerto de San Lorenzo evidenció su invalidez en cada paso por la muleta del peruano. Un pinchazo y una estocada casi entera sirvieron para acabar con la agonía del salmantino y el hastío del público en los tendidos. Palmas para la entrega de Andrés.
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