Tarde de frío y toros en honor a la Mártir
El coso de San Albín acogió ayer el Festival de los Banderilleros, que pone fin a la temporada taurina en la región
Pepe Orantos
Domingo, 7 de diciembre 2014, 09:13
El olor a castañas asadas y los abrigos, guantes y bufandas con los que se protegían del frío quienes entraban en el centenario coso de San Albín hacían que la estampa que se podía contemplar ayer, a las puertas de la plaza de toros de Mérida, se asemejara bien poco a la habitual en cualquiera de las plazas, extremeñas durante la temporada taurina. Sin embargo, el Festival de los Banderilleros logró con su celebración revivir el que durante muchos años fuera tradicional festejo taurino en honor a la Mártir Santa Eulalia, cuya celebración vivirán con fervor los emeritenses a lo largo de la semana entrante.
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FICHA DEL FESTEJO
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uToros.
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Donados por las ganaderías de Luis Terrón, Diego García de la Peña, Conde de la Corte, Vistalegre, El Madroñal y La Peregrina.
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uToreros. Pedro Gonzálvez (saludos), Miguel Murillo (dos orejas y ovación), Pepe Elbal (dos orejas) Fernando González (una oreja). Roberto Gallardo (una oreja) e Ismael Jiménez (dos orejas y rabo)
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uPlaza. Un quinto de aforo en tarde muy fría.
Abrió cartel el portugués Pedro Gonzálvez quien invitó a poner un par de banderillas a Ferrera, que se encontraba contemplando el festejo desde el tendido y que, tras desprenderse de su abrigo, dio muestras de su maestría al clavar los garapullos. El segundo novillo, donado por Diego García de la Peña ofreció un excelente juego por el pitón derecho que se encargó de aprovechar el el emeritense Miguel Murillo para cortar las dos primeras orejas de la tarde. El tercero, de los herederos del Conde de la Corte, no dio tanto juego, pero sirvió a Pepe Elbal para brinda su muerte a su muerte a su hijo, espectador desde el graderío, y cortar otras dos orejas. El siguiente en comparecer fu Fernando González al que un ejemplar de Vistalegre, flojo de manos, ofreció pocas opciones para el lucimiento, lo que no fue obstáculo para que acabara cortándole una oreja.
El quinto de El Madroñal, sin duda el mejor del encierro, permitió Roberto Gallardo dibujar los lances más bellos de la tarde, que solo fueron afeados por sus errores con la espada. Para cerrar el festival compareció Ismael Jiménez, hijo del popular banderillero pacense del mismo nombre, que con 14 años recién cumplidos, hacía su debut en público con un añojo de La Peregrina, propiedad de Antonio Ferrera, al que cortó dos orejas y rabo.
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