Fernando Jiménez Berrocal. ARMANDO MÉNDEZ

Fernando Jiménez Berrocal: «Cáceres es una ciudad que no lo ha tenido fácil a lo largo de la historia»

Historiador y cronista oficial de la capital cacereña, acaba de estrenar su condición de jubilado tras estar las dos últimas décadas al frente del Archivo Histórico Municipal de Cáceres

Domingo, 17 de noviembre 2024, 08:13

Fernando Jiménez Berrocal (Cáceres, 1957) acaba de estrenar su condición de jubilado. Historiador de profesión, deja atrás una dilatada carrera vinculada siempre al Ayuntamiento de ... Cáceres, donde comenzó como empleado público en 1986 con la puesta en marcha de la Universidad Popular. Las dos últimas décadas ha estado al frente del Archivo Histórico Municipal.

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Casado y padre de dos hijos, buen conversador, es uno de los responsables de rescatar la fiesta de las Lavanderas, convertida hoy en día en la seña de identidad del Carnaval cacereño. Creció en el barrio de Pinilla, estudió en el colegio Diocesano y después pasó por el instituto El Brocense. Pertenece a la tercera promoción de historiadores de la Universidad de Extremadura. «Fuimos la primera promoción que entró en la Universidad después de morirse Franco», apostilla. Continúa siendo cronista oficial de la ciudad, cargo honorífico que le permitirá seguir vinculado al Consistorio.

–¿Cómo afronta esta etapa?

–No lo sé. Para mí es una situación totalmente nueva. Tengo una profesión que creo que te acompaña toda la vida. Voy a ser historiador mientras viva. Ser archivero municipal me ha permitido conocer al detalle el pasado y el presente de esta ciudad. El archivo es como una lupa, que te permite conocer hasta los detalles más íntimos de la evolución de esta ciudad. Es cierto que cuando yo llegué al Palacio de la Isla esto no era un archivo. Era un almacén de papeles viejos que habían traído del Archivo Histórico Municipal –se encontraba en el doble techo de lo que es actualmente el salón de plenos del Ayuntamiento–. No había un catálogo, ni un inventario... Ha sido una labor de muchos años conseguir un inventario y la digitalización de parte de los fondos documentales.

–Ha sido el custodio de la historia local...

–Esa es la función que tenemos los archiveros. Los archiveros tienen tres funciones: conservar la documentación, clasificarla y difundirla. Una de las señas de identidad de Cáceres es su pasado. Es una ciudad de largo recorrido histórico.

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«La jubilación para mí es una situación totalmente nueva, aunque voy a ser historiador mientras viva»

–De los personajes que ha encontrado en los archivos, ¿a quién le hubiera gustado conocer?

–Me hubiese gustado conocer a Domingo Faleiro. Fue un portugués al servicio del Ayuntamiento de Cáceres que hizo de espía durante la Guerra de la Independencia. Tenemos unos textos suyos donde cuenta todas sus andanzas como espía. Me hubiese gustado conocer también a doña Juana Elguezábal, una mujer adelantada a su tiempo, que fundó el teatro Variedades. Y también me hubiese gustado conocer a uno de los padres del Liberalismo español, que fue Álvaro Gómez Becerra. Fundó el primer periódico que se creó en Cáceres, un periódico manuscrito. Se ponía en una tienda de la Plaza para que pudiese ser leído por los vecinos. Y no me quiero olvidar de Antonio Canales, el alcalde de Cáceres que pagó con su vida el haber desempeñado ese cargo.

–A su juicio, ¿qué cacereños contemporáneos merecen pasar a la historia local en el futuro?

–Mis antiguos profesores, como Enrique Cerrillo y Antonio Campesino. Y compañeros míos de promoción como Miguel Ángel Melón Jiménez, uno de los catedráticos de Moderna más prestigiosos que ha dado esta tierra. No me quiero olvidar de María del Mar Lozano Bartolozzi, una mujer interesantísima, gran investigadora. De los investigadores he ido aprendiendo mucho. Pilar Bacas, que es nieta de León Leal, me ha enseñado a descubrir parte del pasado de Cáceres. Es una de las investigadoras más metódicas y meticulosas de cuántos han pasado por aquí. He tenido la suerte, además, de disfrutar de los conocimientos de grandes catedráticos como Ángel Rodríguez Sánchez y Antonio Rodríguez de las Heras, ambos ya fallecidos.

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–¿Cuál es el documento más valioso del Archivo?

–Hay uno que siempre me ha llamado mucho la atención. Es una pequeña carta plomada sobre pergamino, fechada en Sevilla el 17 de julio de 1303 por el rey Fernando IV concediendo a Cáceres las rondas de la villa por juros de heredad. Es el nacimiento real de Cáceres como ciudad fuera de la muralla. Se autoriza que se puedan construir casas fuera de la ciudad amurallada. Es donde van a vivir los zapateros, los curtidores, los caleros, los comerciantes... Es un documento que marca un antes y un después en la evolución urbanística, social, histórica y demográfica de esta ciudad.

–Hábleme de las Lavanderas...

–Es un trabajo que hice a partir de 1987, que fue cuando empezamos con el taller de Historia oral en el que todos los participantes eran ancianos. Gracias a su memoria se recuperó la fiesta de las Lavanderas. Había desaparecido en la medida en la que también habían desaparecido ellas. Recuperamos una fiesta, el Febrero, protagonizada por mujeres humildes y analfabetas que dejan en esta ciudad una seña de identidad cultural. Decidimos celebrarla en 1989. Y tuvo tanto éxito que el Ayuntamiento propuso que, a partir de entonces, inaugurase el Carnaval cacereño.

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–¿Cómo ha evolucionado Cáceres a lo largo del tiempo?

–Es una ciudad mestiza, plural. Desde la Cueva de Maltravieso hasta su declaración como Patrimonio de la Humanidad en 1986, por aquí han pasado romanos, árabes... hemos tenido gente de todo pelaje y condición. Y ese es el resultado de la actual ciudad. Cáceres tiene un pasado totalmente mestizo y eso se nota en su historia y su gente. Todos nos sentimos muy integrados aquí con sus sombras y sus luces. No es un discurso triunfalista. Cáceres es una ciudad que no lo ha tenido fácil a lo largo de la historia. La modernidad tardó muchísimo en llegar. Lo estamos viviendo ahora con el tema de las comunicaciones. Cáceres no estuvo comunicada con Madrid hasta 1881, hasta que se inaugura el ferrocarril. Cáceres conoció la luz eléctrica y el agua corriente de una manera tardía. Ha sido una ciudad de avance lento, pero luego hay otra vida, la de los ciudadanos. Y en ese sentido me refiero a la integración. Es una ciudad con una excelente calidad de vida. Evidentemente, necesitas tener un trabajo digno que te permita vivir. Yo estoy muy a gusto aquí.

–¿Qué tal se ha llevado con sus jefes?

–Todos los concejales de Cultura con los que he trabajado han estado abiertos a mis sugerencias para modernizar este archivo, desde Cristina Leirachá pasando por Santiago Pavón, María José Casado, Carmina Santos, Jesús Bravo, Laureano León, Fernanda Valdés y Jorge Suárez, que es el actual concejal.

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