Así era la puerta romana según una recreación hecha a plumilla. Masa Solís
Desde la Moto de Papel

La cacicada en Cáceres del hermano mayor de Juan Muñoz Chaves

En 1879 la ciudad de Cáceres perdió una de sus cuatro puertas de la muralla, la de Coria o la del Socorro, con sus sillares romanos. Incumpliendo un real decreto sobre protección de monumentos, se derribó por cuenta de Joaquín Muñoz Chaves.

Sergio Lorenzo

Cáceres

Domingo, 20 de noviembre 2022, 08:12

Estábamos el viernes por la noche en el Palacio de Congresos de Cáceres, disfrutando de las ocho tapas de 'Cáceres Gastronómica' que organizaba el Diario ... HOY, cuando al empezar con la berenjena asada y adobada en achiote, con una sardina ahumada por encima, de La Maltraviesa, Caridad me dijo:

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–El otro día este joío difunto –afirmó señalando a Sanjosé, al que se le iba la vista a los platos que no podía probar–, te calentó la cabeza con Juan Muñoz Chaves, con el político que tiene el monumento destrozado en el Paseo de Cánovas; pero no te habló de la que lio su hermano mayor Joaquín.

–¿Qué hizo? –pregunté.

–Uno de los mayores ataques que se hicieron al patrimonio de Cáceres. ¿Qué opinaríais vosotros si alguien derribara el Arco del Cristo, la única puerta de las murallas de Cáceres con vestigios romanos?

–Pues que ese cafre debería estar en la cárcel –contestó el expresidiario Juan, el nieto de Sanjosé, que se había apuntado a la cita gastronómica para aprender más como cocinero.

–Pues eso es lo que hizo Joaquín Muñoz Chaves: derribó la romana Puerta de Coria. Mira, Juntaletras, te he traído este libro de Antonio Rubio Rojas que habla de esa cacicada, para que te enteres, ya que este papanatas no te lo ha contado –dijo Caridad metiéndose con el difunto, que estaba con la boca abierta, viendo como nos ponían en la mesa un pulpo a la brasa con crema de pimientos rojos asados, que había preparado La Terraza de Valencia de Alcántara.

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Imagen. La zona de la Puerta de Coria hacia el año 1900, al poco de perder el arco. CONDE DE POLENTILLOS

–Pero vamos a ver... ¿Quién era ese Joaquín? -preguntó el fotógrafo Guinea.

–Cuéntaselo Sanjosé, y dejas de pensar en la comida que se te va la vida en dar un bocado (dijo sonriendo malvadamente por el juego de palabras).

–Bueno –empezó el difunto que tenía gotas de sudor en la frente blanca–. Juan tuvo tres hermanas (Teresa, Manuela y Ana), y dos hermanos: Uno era Clodomiro, que fue arcipreste de la catedral de Badajoz, y el otro Joaquín, que igual que Juan fue abogado y se dedicó a la política. Joaquín y Juan empezaron a trabajar en Cáceres con su tío, el abogado Joaquín Muñoz Bueno, que fue alcalde de Cáceres en 1856...

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–Menos rollo –interrumpió Guinea con la boca llena.

–Bueno. Tío y sobrinos tuvieron el despacho de abogados más famoso de Extremadura. Es curioso que Joaquín fue senador en 1901 y 1902, y su hermano Juan en 1910 y 1911 y de 1914 a 1917. Joaquín también fue alcalde de Cáceres y diputado a Cortes.

Imagen actual de donde estaba la Puerta de Coria. Salvador Guinea

–Bueno y ¿qué pasó con la Puerta de Coria? –pregunté.

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–Que siga él –dijo Caridad–, que yo estoy ocupado con esta lasaña de boletus de El Palacar. ¡Madre mía que buena está! Las setas han sido flambeadas con coñac y reducidas con nata.

–Pues que Joaquín vivía frente a la Puerta de Coria –siguió Sanjosé a duras penas, haciendo como que tragaba saliva al hacérsele la boca agua con lo que veía–. Vivía en la hermosa Torre de los Espaderos, le molestaba la puerta romana, y ni corto ni perezoso pidió al Ayuntamiento derribarla, quedándose él con las piedras, seguramente para alguna construcción suya. Dijo que en ese sitio se acumulaba suciedad y que el arco no tenía valor artístico alguno. El Ayuntamiento dio el permiso al que había sido alcalde para tirarla.

–Lo bueno –apuntó Caridad limpiándose la boca–. Es que se derribó en 1879, y en 1880 llegó al Ayuntamiento un oficio de la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando, preguntando por el estado de la Puerta de Coria al considerar que el arco era digno de conservarse, apuntando que el monumento estaba protegido por un real decreto. Pero el arco romano ya se había destruido. La cacicada ya se había consumado.

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Torre de los Espaderos, en donde vivía Joaquín Muñoz Chaves. Diario HOY

–Aquí en el libro –señalé– viene un dibujo a plumilla de la Puerta de Coria, una recreación de José Masa Solís que parece que hizo con los datos documentales que le debieron de dar.

–Sí. El arco debía ser así –indicó Sanjosé–. Se sabe que tenía una anchura de 6,80 metros; pero los investigadores disienten sobre la hornacina que había en el arco con una imagen. Ya que aquí está dibujada como si estuviera mirando a la gente que entraba en Cáceres, pero lo normal es que estuviera hacia dentro porque protegía a los cacereños. Yo lo pienso así también.

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–Pues yo no. –Dijo Caridad, creo por el simple hecho de discutir.

–Cuando quieras miramos las zonas de las puertas de la Ciudad Monumental, y te darás cuenta de que te equivocas, como muchas veces. Que eres un tarugo. –Le recriminó Sanjosé, al que le resbalaban gotas de sudor por las sienes al ver que nos ponían una tapa de La Alberca de Trujillo, un pimiento relleno de costilla que luego supe que llevaba cocinada 16 horas– ¡Dios, no aguanto más! No puedo soportarlo. ¡Me voy! –dijo el pobre difunto.

–No te vayas hombre. No decías tú que no se estaba tan mal muerto. –Le empezó a picar el malaleche de Caridad–. Espera, que ahora vamos a tomar el postre de Casa Claudio, una mini torta del Casar recubierta con chocolate blanco y praliné, con crema inglesa y membrillo. No te vayas ¡cobarde! que también hay bombones de higo...

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–¡Calla, desgraciado! –dijo Sanjosé desvaneciéndose, yéndose como triste alma en pena.

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