La tribu Santuka de Fuego ensaya en el centro de ocio de Casar de Cáceres y varios de sus miembros sorprendían en el Príncipe hace unos días. A. M.

«Actuar en Cáceres es ineludible y hacerlo en el Príncipe, un honor»

EL PRÍNCIPE, EL PARQUE QUE NOS UNE ·

El Movimiento Santuka, que celebra el año que viene su 20 aniversario, anima con los ritmos de la percusión brasileña los pasacalles de la región

Lunes, 26 de julio 2021, 07:24

Para la comparsa Santuka de Fuego Cáceres es una cita ineludible en sus actuaciones por Extremadura, pero subirse al auditorio del parque del Príncipe lo consideran un «honor», según relata colmado de orgullo uno de sus directores, el argentino Javi López, impulsor en la capital tinerfeña del Movimiento Santuka hace casi 20 años, cuando aterrizó desde su argentina natal en las Islas Canarias. De allí a Granada y de la ciudad del Albaicín a la región.

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Con la joven compañía de percusión teatral Tupá, dirigida y fundada por él mismo poco antes de declararse la pandemia, pisarán por primera vez el escenario abierto del Príncipe el 5 de agosto. Pondrán en escena la comedia infantil 'La Robotucada y el reloj cuántico'.

«Hemos dado un salto porque Santuka ya pedía mucho el contacto con el teatro, la manipulación de fuego, zancudos, danza... un puntito más profesional que necesita más tiempo y elevación de caché y empezamos de la mano de la Red de Teatro de Extremadura», explica el director.

«Llevo toda mi vida en este grupo, es como mi familia, me aporta conocimiento en música y contacto con la gente»

Luz Alma López

Santuka lleva animando desde 2009 con los pegadizos ritmos brasileños de la percusión actos de toda índole, desde fiestas populares a manifestaciones o marchas reivindicativas, pasando por el desfile de San Jorge y, como no, el festival internacional Womad.

«Lo único que está vedado es la Semana Santa. Creí que podíamos conseguir actuaciones pero parece que no cuajó el samba», dice bromeando el líder de la tribu. «Pero en el resto –añade– hemos actuado en los lugares más inverosímiles».

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Javi López con el joven cacereño de 13 años Jorge Martín. A. MÉNDEZ

El grupo lo integran unos 40 miembros, de los que en estos momentos están activos una veintena. Ensayan tres horas cada miércoles en el centro cultural de Casar de Cáceres. En este espacio realizan también los ensayos de Tupá los domingos.

La mayoría de sus integrantes son de Cáceres aunque se van sumando entusiastas de las batucadas de otros lugares de la región, como ha hecho Raúl García. «Para mí la música quiero que sea parte de mi vida muy intensamente. Descubrí Santuka después de ver unas cuantas actuaciones por Extremadura y estoy muy contento. Son una tribu muy grandes y muy positiva», cuenta este barbero de Badajoz.

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«Este grupo es como mi familia y me aporta conocimiento en música, el contacto cercano con la gente...», afirma, por su parte, la joven de 21 años Luz Alma López, estudiante de Filología Hispánica que lo ha vivido desde pequeña junto a su padre, Javi.

«Quiero que la música sea parte de mi vida intensamente y Santuka es una tribu muy grande y muy positiva»

Rául García

Más joven es Jorge Martín. A sus 13 años este cacereño que ha terminado primero de la ESO en el Sagrado Corazón, es uno de los directores de Santuka de Fuego.

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En un Womad

Vio al actuar al grupo en un Womad y animado por su madre se integraron los dos en la formación. En cuatro años se ha hecho con la batuta. «Empecé con un surdo, de ahí pasé a la caja y escuchándolos, no tocándolos, aprendí los demás instrumentos, y pasé al repique», detalla.

«Un día estaba dirigiendo un chico y le dije '¿me puedes dejar probar?' y ahí empecé», amplía el adolescente, que a su edad es consciente del papel que desempeña. «No es fijarte en lo que tienes que hacer tú, sino en lo que hacen los demás porque si algo suena mal, toda la batucada suena mal».

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En un espontáneo pasacalle, Santuka sorprendía a los usuarios y bañistas de la piscina del Príncipe con el jaleo la samba de Río de Janeiro y el estilo 'reggae' de los 90, «pero nos gusta curtir un poco y crear nuestros propios ritmos porque somos un poco irreverentes», termina López.

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