Una red bajo el suelo limpia 11 millones de metros cúbicos de agua para enviarla al río Guadiana cada año

Cada vez que un vecino tira de la cisterna o quita el tapón del fregadero, el agua empieza un viaje en el que se mezclará con la de lluvia. Toda arribará a los tanques de tormenta ubicados en las dos márgenes del río antes de pasarla a la estación depuradora del río Caya, donde se le aplicará un tratamiento para enviarla al río. El objetivo es evitar que corrientes derivadas de grandes lluvias o en momento puntuales del día en que muchas personas usan los baños, como las siete de la mañana, el caudal que accede a la depuradora crezca tanto que termine por anegarla.

«Mientras mejor entre el agua, de forma más constante, conseguimos una mejor calidad de agua tratada, que es lo que buscamos desde Aqualia», explica su responsable de tratamiento y depuración de aguas, Javier Rosado.

La lluvia arrastra ramas, botellas, restos de carburantes y todo aquello que se queda en el suelo. Para evitar que llegue al Guadiana, la ciudad estrenó en 2018 esos dos tanques de tormenta dentro del proyecto 'Saneamiento y depuración en Vegas Bajas, Colectores y tanques de tormenta de Badajoz', con un coste superior a los 60 millones de euros. De estos, 24 fueron a los tanques de tormenta y nuevos colectores.

Los tanques están enterrados a ambos lados del río, pero muchos deportistas ven con frecuencia el ubicado en la margen izquierda. Se encuentra en la carretera que lleva al club de piragüismo y en superficie se ve una caseta de obra vallada. Bajo el suelo, el tanque se extiende en 5.000 metros cuadrados y, desde arriba, parece una cisterna árabe. Solo que el agua en lugar de aparecer cristalina se asemeja a una balsa de lodo color marrón. Puede llegar a almacenar 25.000 metros cúbicos y ha llegado a alcanzar los ocho metros de altura con las últimas lluvias de importancia. Se aprecia por la altura de algunas toallitas que han quedando enganchadas en las escaleras.

Varias veces al día, los operarios de Aqualia retiran los lodos y basuras con ayuda de una máquina a la que llaman 'cuchara'. Depositan los restos en unos contenedores que se lleva Gexpesa.

Tras este primer filtro, el agua pasa al tanque en sí a través de cuatro bombas. Tras ese primer filtrado, la envían por un colector que discurre paralelo al azud de la Granadilla. De ahí, a la depuradora y, una vez tratada, al río Guadiana.

«Desde Aqualia nos encargamos de la gestión del ciclo integral del agua y tenemos unas exigencias de limpieza: sin materia orgánica, con poco nitrógeno y fósforo, pocos nitratos... Según tengamos el agua, al entrar es más fácil obtener esos parámetros de salida. Y si nosotros tenemos un tanque de tormenta gracias al que podemos almacenar el agua e ir metiéndola poco a poco en la depuradora, al final eso nos ayuda a que tengamos el agua mejor tratada», señala Javier Rosado, responsable de tratamiento y depuración de agua de Aqualia en Badajoz.

El otro tanque de tormenta, en la margen derecha, es menos apreciable porque en superficie la caseta es más pequeña. Pero, bajo el suelo, tiene una capacidad de 20.000 metros cúbicos. Se ubica, además, muy próximo a la depuradora río Caya.