Las casetas cierran una feria de éxito con los almuerzos centrados en Caya
«Si antes las comidas eran en el centro, este año las reuniones de empresa se han mudado al recinto», dicen desde un catering
A pesar de que la feria cumplía este sábado nueve días y de cómo apretaba el calor, las casetas de Caya estaban, de nuevo, llenas ... a las tres de la tarde. Si se iba sin reserva se podía uno acodar en la barra o encontrar alguna mesa, pero las reuniones largas y las comidas concertadas se repitieron en un mediodía con sabor a fin de feria.
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Dice Pepe Santano, de catering Rosso, que «si antes las comidas eran en el centro, este año las reuniones de empresa se han mudado al ferial». Ellos han dado de comer a unas 700 personas esta feria en la caseta del Quinto Pino y terminan la fiesta satisfechos. El almuerzo de ayer no era, precisamente, un almuerzo de compañeros de trabajo, si no una fiesta sorpresa de 40 cumpleaños.
Esther Ayuso llegaba al ferial con dos amigas con la idea de ir a comer con otras conocidas. De camino a la caseta donde supuestamente habían quedado, una de ellas dijo que tenía que entregar unas llaves a alguien que le esperaba en el Quinto Pinto. Dentro, una bienvenida al grito de ¡Sorpresa!, un ramo de flores y una agasajada feliz con el «sorpresón». No todos los años va el último día, pero este 2025 estaba dispuesta a «exprimir» la fiesta en el ferial y disfrutar todas las horas que el cuerpo aguantara.
Jorge Visea, desde la barra del Quinto Pino, dice que «aunque haga mucho calor y llevemos ya muchos días, en Badajoz la gente viene a la feria». Su percepción es que esta edición ha acudido más gente y, además, «con más ilusión, con deseo».
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«A nosotros nos ha ido mucho mejor que el año pasado», dicen desde Cantueso, que ha servido La Bien Pagá
Beatriz Terrón y Carmen Vergel servían a mediodía los últimos almuerzos reservados con su catering Cantueso en La Bien Pagá por tercer año. Beatriz explica que está satisfecha, que la feria ha ido «mucho mejor que el año pasado» y que ha visto más visitantes al recinto. Solo atienden a menú cerrado de 40 o 45 euros previamente concertado y todos los días han llenado.
David, de la caseta La Bien Pagá, tiene la sensación de que la feria es «larga» y si algún día entremedio estuvo flojo, desde le jueves el recinto se vino de nuevo arriba.
Este sábado, de hecho, con el calor apretando y los nebulizadores de agua a tope, la gente entraba a cuentagotas. Pero entraba. Como Andrés y Juan, que habían quedado con su murga Los Chungos, para comer en la caseta «del Tarra». Para los dos era el primer día de feria. Uno llevaba toda la semana trabajando, el otro vive en Málaga. Juan se llevaría la feria al centro y Andrés lamenta que, por ejemplo, su madre no había ido porque piensa que el ferial es solo para los jóvenes. «Yo ponía dos casetas en la Alcazaba», dice Juan, a quien le da pena que la fiesta no se note en el resto de la ciudad. Andrés, en cambio, no ve la feria en el centro. Cree que la fiesta generaría problemas de convivencia con los vecinos, sobre todo, por las noches.
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Porque uno llega al ferial, pero no sabe cuándo se marcha. Todo estaba preparado para la alargar la última madrugada de baile y música de San Juan 2025 hasta la misma mañana de este domingo.
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