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El agro europeo no es clave en el cambio climático, pero influye

ANÁLISIS AGRARIO ·

Si se quiere que la agricultura y la ganadería mundial contribuyan de forma significativa es necesario un acuerdo global

JUAN QUINTANA

Lunes, 8 de noviembre 2021, 08:39

Del 1 al 12 de noviembre se está celebrando la Cumbre del Clima en Glasgow, en donde se ha dado especial relevancia al papel de la producción alimentaria en el cambio climático. Poco antes, entre el 19 y el 12 de octubre se reunió el Barcelona Challenge for Good Food and Climate, con el objetivo de reforzar el compromiso con el clima de las políticas alimentarias; y previamente, el 23 de septiembre, tuvo lugar en Nueva York la Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios. Sin duda unos hitos que surgen de un reto climático esencial para preservar el futuro de este planeta y de su capacidad de acogida a las miles de especies que en ella habitamos, en particular la nuestra, que somos con enorme diferencia los mayores consumidores de recursos naturales.

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Además es una muestra de la implicación real que tiene nuestro sistema alimentario en el cambio climático, si bien es cierto que se trata de una ecuación multifactorial en la que la alimentación es tan solo una de las variables. La producción juega un papel clave, ya que se trata del único proceso productivo destinado al cien por cien de la población mundial. Por ello ajustar el modelo alimentario es probablemente una necesidad, una obligación a la que debemos hacer frente, y rápido; pero es necesario hacerlo bien, con la ciencia como soporte.

Aunque no hay consenso en las valoraciones, hay estudios que estiman que hasta el 30% de las emisiones de estos gases corresponden a este sector, en toda su cadena productiva. La cuestión es cuál es la distribución de este impacto. Según datos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) el 43% de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las agricultura y ganadería se emitieron en Asia; el 25 %, en América, fundamentalmente en Centroamérica y Suramérica; el 17% en África y solo el 10% en Europa, en donde se ha producido una reducción en la última década. En definitiva, el sector agrario solo es una parte del problema, y la Unión Europea (UE) a su vez solo su décima parte. Esto no quiere decir que en la UE no se deba seguir trabajando para reducir las emisiones de estos gases tanto de la agricultura como de la ganadería, sino que si queremos frenar un problema global es necesario que haya una solución global, y de nada van a servir los esfuerzos que hagamos las economías más avanzadas de occidente, si en otros espacios económicos no se adoptan medidas proporcionales.

Por otro lado, varía el modelo a seguir entre unos y otros bloques. Por ejemplo, en Estados Unidos se apuesta de forma clara por avanzar en el desarrollo tecnológico promoviendo una agricultura y ganadería de precisión. Sin embargo, en la UE el modelo apunta a la limitación de determinadas tecnologías genéticas, sanitarias... y avanzar en el desarrollo de un sistema de menor precisión y menor productividad basado en la agroecología.

Si se quiere que la agricultura y ganadería mundial contribuyan de forma significativa a reducir el cambio climático, es necesario un acuerdo global en el que toda la agricultura mundial se desarrolle bajo los mismos patrones. Pero para conseguir un acuerdo en este sector, estratégico para muchas economías, tendría que ser extensivo a otros sectores. Lamentablemente este escenario dista mucho de conseguirse, y no solo porque grandes gigantes como China se mantengan al margen, sino porque hay una infinidad de países menos avanzados que trabajan con unas prioridades muy distintas a corto y medio plazo. Incluso hace no mucho Estados Unidos, con el gobierno Trump, se retiró de sus compromisos medioambientales.

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En definitiva, no se puede ser optimista sobre los cambios que se vayan a producir a partir de Glasgow, pero entre tanto, en Europa seguiremos aportando nuestro granito de arena, poniendo piedras en el carro de nuestros agricultores y ganadores, con la esperanza de que este esfuerzo arregle el desaguisado.

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