Biottonia cuenta, entre otras plantas, con naranjo amargo. CASIMIRO MORENO

Plantas aromáticas, la alternativa del futuro

La fábrica de aceites esenciales más grande de Europa estará en Villanueva del Fresno

J. T. Palacín

Miércoles, 29 de noviembre 2023, 07:13

A las afueras de Villanueva del Fresno, camino hacia Portugal, se puede ver un proyecto que marcará el futuro económico de la comarca. Y quién ... sabe, convertirse en una nueva zona como La Alcarria, donde miles de hectáreas de lavanda, además de perfumar los campos, atraen a turistas de todo el mundo.

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Es una iniciativa ambiciosa, no solo por las plantas aromáticas que quieren utilizar, el presupuesto con el que cuentan o la gran cantidad de productos derivados que va a suponer su funcionamiento. Es ambiciosa porque es directamente una alternativa de futuro.

Biottonia Naturalcare, así se llama la nueva empresa que se dedicará a la producción de plantas aromáticas, funciona como una filial de Frutos de Vettonia, compañía radicada en Montijo, aunque cuenta con inversión portuguesa y angoleña. Y, básicamente, se dedicará a la obtención de aceites esenciales, condimentos, infusiones, extracción de principios activos para farmacia, cosmética, alimentos funcionales... Todo ello, desde esta localidad pacense.

Cultivan de romero a tomillo, pasando por orégano, mejorana o naranjo amargo

«¿Por qué Villanueva del Fresno? Llegamos a un acuerdo con su ayuntamiento, del que debo decir que siempre hemos recibido un apoyo total», señala Javier Alonso, administrador de Biottonia. «Llegamos a un acuerdo para trabajar 130 hectáreas de tierras comunales de Villanueva asociadas a una dotación de agua. Como la fábrica debía estar cerca del lugar de producción, compramos unos terrenos e instalamos la fábrica». Una fábrica, la más grande Europa en el sector de las aromáticas, que estará en funcionamiento a finales de este 2023, aunque estará plenamente operativa el siguiente año.

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La fábrica en construcción de Biottonia ya tiene una de las calderas más potentes del mercado. Casimiro Romeno

Cabe destacar que, a priori, 130 hectáreas no parecen muchas para un proyecto de estas características. Pero es que en Biottonia pretenden asociarse con agricultores y que estos prueben a cultivar plantas aromáticas, que funcionarían como alternativa a otras plantaciones.

Las plantas aromáticas

Cabe destacar que las plantas aromáticas cuentan con unas características especiales que no tienen otros cultivos. Para empezar, crecen de forma natural, sin necesidad de cultivar. De hecho, tradicionalmente lo que se ha recolectado en España han sido las variantes salvajes. Las «profesionales», como lavanda y lavandín en Guadalajara y alguna más por el Levante español —así como alguna iniciativa local—, son escasas. Y eso que tienen centenares de variedades, con múltiples combinaciones para su producción.

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Asimismo, las plantas aromáticas son las que mejor se adaptan al cambio climático, son muy resistentes a las altas temperaturas y el procesamiento del cultivo es relativamente sencillo.

La fábrica puede destilar 40 toneladas a la vez para obtener aceites esenciales

En las 130 hectáreas de Biottonia se cultiva desde romero a tomillo, pasando por salvia, orégano, laurel, mejorana o naranjo amargo. «Hemos aprovechado muchas de las plantas aromáticas de la zona para profesionalizarlas, aunque también tenemos cultivos más salvajes de jara», afirma Javier Alonso. De todos modos, a medio y largo plazo trabajarán variedades que se adapten de forma perfecta a Extremadura, ya que en España, a diferencia de otros países, no cuenta con una selección específica de especies para la producción de aceites esenciales.

Toda esta plantación, recuerda, está en biológico y orgánico. Sobre ello, señala que el establecimiento de la plantación es más complejo porque hay menos material vegetal para plantar en biológico. Y, por otro lado, que los tratamientos que se pueden poner en las plantas para control de hierbas y de plantas está limitado por la legislación del cultivo orgánico. Procesos como la deshidratación o la destilación deben ser adecuados a esto y de ahí la importancia de tener una fábrica a la altura.

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La fábrica

Todavía en construcción —si bien le quedan meses para su inauguración final y ya está en funcionamiento, aunque en escala menor—, la fábrica consta de 5.000 metros cuadrados y ha sido creada para tener una capacidad de procesamiento muy superior a las que se encuentran actualmente en Europa. Es ya la mayor destiladora de España y la más grande de Europa en cuanto a capacidad. «Está pensada expresamente para esa asociación con agricultores para la explotación de terrenos y la comercialización de las plantas a través de Biottonia», subraya.

Pero el valor de la fábrica va más allá del procesamiento, ya que está organizada de tal manera que todas las funciones se realizan en la nave: envasado, procesado, venta al distribuidor o consumidor final... Y todo se queda en Villanueva del Fresno, que se verá beneficiada porque el control de calidad, la actividad comercial o el mismo procesado requerirá mano de obra para trabajar en cada una de las ramas que salgan de la empresa.

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Así, además de un laboratorio para la experimentación con aromáticas, cámaras frigoríficas o placas solares —todo se reutiliza de forma sostenible en la fábrica— la nave cuenta con tres partes bien diferenciadas: la dedicada a la destilación, a la deshidratación y a la extracción, de las que salen los principales productos de Biottonia.

En primer lugar, para la destilación se utiliza una caldera de vapor que es de las mejores del mercado. Ya instalada, tiene la capacidad de destilar de 152 metros cúbicos; esto es, que puede destilar 40 toneladas de plantas aromáticas a la vez gracias a una potencia de producción de 10.000 kilos de vapor por hora. Ese vapor arrastra el aceite esencial, que es al final lo que más se busca, la joya de la corona.

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De este modo, cae en un decantador florentino, separando el aceite esencial —cuyo litro se puede vender a granel por más de 1.300 euros— de los hidrolatos, que irán a la venta para industria.

Luego está la deshidratación: se introducen las aromáticas en grandes hornos que evaporan el agua y dan productos para condimentación y especiería —romero para paella, laurel para lentejas, infusiones para poner en bolsas— o alimentos funcionales.

Y, por último, la extracción —con máquinas especiales y altas presiones—, dirigida a la industria farmacéutica, de donde se obtienen los principios activos antimicrobianos y otros usos.

Estas tres partes de la industria, con sus múltiples productos, así como la labor de la agricultura, son las que revitalizarán la comarca. Para Alonso, es una apuesta «radical» que «dará nuevas oportunidades, por ejemplo, al turismo rural, la hostelería tradicional. Es un elemento dinamizador, una alternativa del futuro que ayudará a la comarca y a sus ciudadanos».

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