El pistacho, un cultivo de moda en Extremadura
Un 80%. La rentabilidad y la estabilidad del fruto, a pesar de su costosa inversión, animan a productores privados y cooperativas; 2.000 hectáreas se localizan en la provincia de Badajoz
Larmaka. Sirora. Kerman. Lost hills. En el campo extremeño se empiezan a usar unos términos hasta ahora desconocidos. Todos remiten al pistacho. Son algunas de ... las variedades que se están plantando en las parcelas de la región a gran ritmo. Sobre todo en la provincia de Badajoz. Para aperitivos, para repostería... El cultivo de este árbol originario de Asia occidental (Irán, Siria y Turquía) está de moda. El último dato ofrecido por la Consejería de Agricultura, a cierre del pasado 2024, es que había 2.853 hectáreas en Extremadura. En 2020, la cifra era de 1.587 hectáreas.
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«La proyección de crecimiento es prometedora a corto plazo», subraya mientras camina entre pistachos Lorenzo Nieto Collado, ingeniero agrónomo, y uno de los socios fundadores de la empresa Raízex Agricultura Sostenible. Es el director técnico de esta sociedad agraria que en una vasta finca de La Morera (comarca de Zafra) ha empezado a recoger sus primeros frutos. Literalmente.
Hace cuatro años, en la finca Los Bohonales, en el término morereño pegado ya al de Nogales, Raízex inició el cultivo. Doce hectáreas de pistacho de la variedad Kerman. A lo largo del pasado octubre ha iniciado su primera recogida. «Ahora tenemos una producción testimonial pero estamos muy ilusionados. A partir del próximo año aumentarán notablemente los kilos», expresa Nieto.
Entre septiembre y mitad de octubre se suele recoger este fruto, empezando por la variedad Larnka, seguida por la Sirora y terminando por la Kerman. Se cosecha con vibrador, con paraguas invertido, cuando el árbol ya tiene cierto porte. Entre el cuarto y el sexto año se puede recoger con vibrador manual o directamente de forma manual con macaco del árbol. Es lo que han hecho en Los Bohonales hace pocos días.
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Raizex completó el año pasado la plantación de 118 hectáreas, todas de goteo. Alcanza ya una superficie total de 200 hectáreas plantadas, 70 de secano y 130 de regadío. Eso implica 45.000 árboles plantados. De esas 200 solo 12 están ya en producción. «Se trata de un cultivo cuyos estudios indican una estabilidad de mercado en los próximos 25 años a nivel mundial, menos fluctuante que el olivar o el almendro. Es un buen motivo para explicar su gran crecimiento en los últimos años», agrega Lorenzo Nieto.
Extremadura tiene unas condiciones edafoclimáticas (suelo y clima) idóneas para el cultivo del pistacho. Eso y una altísima demanda, que supera con creces a la oferta disponible, ha hecho que en cuestión de pocos años se haya pasado de centenares de hectáreas a casi 3.000 el año pasado.
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La región española con más hectáreas es Castilla-La Mancha, que comparte horas de frío y calor extremo con Extremadura. Clima perfecto que el pistacho para desarrollarse, explica.
Castilla-La Mancha es la cuarta potencia mundial en superficie de pistacho y es la primera nacional, resalta la Consejería de Agricultura de aquella región. Allí hay unas 55.000 hectáreas.
Daniel Trenado, gerente de la cooperativa Extremeña de Pistachos, asentada en Fuente de Cantos, asiente el diagnóstico de Nieto. El cultivo del pistacho es rentable. Y tiene visos de seguir siéndolo, con lo que eso implica en el casi siempre inestable mundo agrario. «Casi todo el que recogemos sale directamente, tras el procesado, camino de Italia y Alemania. La demanda es muy alta y la oferta no la cubre», enfatiza.
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Su rentabilidad radica fundamentalmente en la estabilidad del mercado, que se prevé por expertos a medio-largo plazo durante los próximos 20 o 30 años.
«No tendrá tantas fluctuaciones como las que podrá tener los cultivos del almendro y del olivo. Al final, la inversión inicial es más alta que en esos otros cultivos, una media de entre 5.000 y 6.000 euros por hectárea, y tarda más en producir pero la vida útil del árbol durante más de 30 años produciendo a velocidad de crucero es lo que hace que este árbol tenga un gran atractivo comercial», agrega Lorenzo Nieto, cuya empresa es socia de la cooperativa Extremeña de Pistachos. «Los fondos de inversión, que antes no estaban viendo al pistacho como cultivo para invertir, ya sí lo ven dentro de una estrategia de diversificación,» finaliza».
La Sociedad Cooperativa Agroalimentaria Extremeña de Pistachos nació en agosto de 2021. Comenzó con poco más de 60 socios, tanto productores individuales como empresas. Ahora son 130. «Nuestras previsiones son tener 90 en cuatro años y fíjate como vamos», relata su gerente.
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La cooperativa recibe el pistacho –de socios y de productores que no lo son–, listo para ser transformado y vendido directamente al mercado. Lo procesa y lo vende a volumen, «logrando mejores precios que los ofrecidos por las procesadoras privadas». La capacidad de procesado final de fruto es de 250.000 kilos. Se espera que este año se alcancen los 160.000. «Puedo decir con seguridad que en poco tiempo la planta de procesamiento se nos va a quedar pequeña», sostiene Trenado.
Cuenta además con una parte de productores portugueses, lo que explica también su crecimiento. Agricultores de Amareleja, Ladoeiro, Moura, Rosmaninhal, Regengos de Monsaraz y Lisboa.
A Extremeña de Pistachos le ocurre lo mismo que a Raízex. Un buen número de sus hectáreas no son aún productivas porque se han plantado hace menos de cuatro años. Se estima que al acabar este año estén en producción un tercio de las 1.300 que contabiliza de sus socios.
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«La paulatina entrada en producción de las plantaciones en el próximo lustro incrementará exponencialmente las previsiones de cosecha y la capacidad comercializadora de nuestra cooperativa. Y eso vale, en general, para todos los productores de pistacho en Extremadura», culmina el gerente de Extremeña de Pistachos.
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