Por qué la lluvia daña la cereza

Si, como está sucediendo en la presente campaña, las precipitaciones son persistentes, el daño a la cosecha es generalizado y conlleva que ya se haya perdido cerca del 80% de la campaña, según aportan las organizaciones agrarias.

Las constantes lluvias afectan negativamente a la producción de cereza por varios motivos. El más habitual es que la humedad hincha el fruto hasta que se raja. La cereza, al igual que el resto de frutas, depende del agua para crecer y del sol para madurar. Si los árboles reciben una carga excesiva de agua en el momento de la maduración, la fruta se daña.

Por otro lado, que las cerezas permanezcan mojadas en los árboles durante largo periodos de tiempo también es perjudicial. La gota que se acumula en la zona del pedúnculo (del rabito que las une a la rama) provoca que aparezca una cicatriz en forma de aro que resta valor a la fruta y, dependiendo de su profundidad, puede hacer que los mercados la desechen y no se venda.

Además, el constante goteo de agua por la fruta conlleva que la parte inferior esté siempre mojada y que la cereza se termine pudriendo por abajo. En otras campañas también se han producido chubascos durante los cerca de tres meses que dura la recolección. Si esas precipitaciones son puntuales, el viento seca los árboles y el daño se reduce bastante.

Las lluvias no solo dañan las cerezas que van alcanzando su punto óptimo de maduración, también afectan a las que están en los primeros pasos de ese proceso. En los cerezos, las frutas se agrupan en piñas (racimos parecidos a los de la uva, por ejemplo). Esas agrupaciones de cerezas conservan en su interior la humedad, más si las lluvias no cesan, y se pudren con el paso de los días.

Con mucha humedad en la interior de las piñas de cerezas, incluso el sol resulta perjudicial, ya que si las temperaturas se elevan la fruta se pudre más rápido.

Esta realidad de fruta podrida en los árboles es lo que está provocando las imágenes de cerezas tiradas sobre el terreno en las fincas. Los agricultores acuden a sus explotaciones, cuando la lluvia lo permite, y retiran la fruta de los árboles. Este es un problema añadido, ya que con la humedad se pueden producir plagas que sean perjudiciales para futuras campañas.