La naturaleza, a salvo de 70 toneladas de medicinas

Setenta toneladas. El mismo peso de 70 coches o de dos trailers cargados hasta arriba, conseguido a base de sumar restos y más restos de medicamentos que se encuentran ya fuera de la circulación y cuya destrucción es un paso al frente a favor de la naturaleza. La cifra es meteórica, si se tiene en cuenta que los fármacos tienen un peso medio individual de 20 gramos, y es el mejor indicador de la implicación de los extremeños en el cuidado y la protección del medio ambiente.

Más de la mitad de los hogares de la región (61,4%) utiliza los puntos SIGRE (habilitados en las farmacias para depositar los restos de medicamentos) para reciclar aquellas medicinas inservibles que tienen en sus casas. No en vano, la encuesta de Hogares y Medio Ambiente 2008 realizada por el Instituto Nacional de Estadística indica que estas sustancias lideran el grupo de residuos generados en los hogares extremeños que más se reciclan, seguido de pilas, plástico, vidrio, papel y cartón.

«Estos datos vienen a dar buena cuenta de la gran colaboración de los ciudadanos, de una parte, y de la implicación de las farmacias, de otra», valora Cecilio Venegas, presidente del Colegio de Farmaceúticos de Badajoz. La colaboración para el reciclaje entre las boticas de la región y la entidad SIGRE se inició en el año 2001 pero fue en el pasado año 2008 cuando alcanzó un mayor crecimiento (11,95%) un dato bastante superior al registrado a nivel nacional (9,3%). Con estos datos, la comunidad autónoma extremeña se convierte en la tercera región más implicada en esta iniciativa.

La concienciación ciudadana en este tema se materializa en los 665 puntos SIGRE situados en todas y cada una de las farmacias de la región en las que los extremeños depositan una media mensual de 4,59 kilos por cada 1.000 habitantes.

¿Qué reciclar?

Los medicamentos supceptibles de ser reciclados son aquellos que están caducados, se encuentran en mal estado de conservación o cuando ya no se recuerda para qué fueron prescritos. Su eliminación, además de suponer un bien para el medio ambiente, implica también un beneficio sanitario. Según SIGRE, un 73% de la población considera que automedicarse con los restos de medicinas sobrantes, que se han guardado en el botiquín tras finalizar un tratamiento, puede entrañar algún riesgo para la salud.

«Estos productos son un peligro potencial. Hay que optar siempre por el consumo responsable y siempre guiado por profesionales. Los farmaceúticos estamos en contra de la automedicación salvaje, que en muchos casos está fomentada por agentes exteriores como Internet, la gente últimamente hace caso del doctor 'google'», argumenta Cecilio Venegas. El presidente del Colegio de Farmaceútivos de Badajoz asegura que «el respeto, que no el miedo, a los medicamentos» está cada vez más arraigado en la sociedad extremeña. «Hay que recordar siempre que las medicinas son un arma contra la enfermedad, pero que se pueden volver en contra nuestra», puntualiza. Un control responsable del botiquín propio es el primer paso hacia la responsabilidad, el segundo, reciclar.