¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
Plácido Domingo medita una respuesta, durante la entrevista concedida poco antes de su rotundo éxito en el festival de Salzburgo. :: ÓSCAR DEL POZO
Plácido Domingo | Tenor

«Soy consciente de que esto se puede acabar en cualquier momento»

El cantante triunfa en el prestigioso festival de Salzburgo con la ópera 'Giovanna D'Arco', de Verdi, tras superar una embolia pulmonar en tiempo récord

JESÚS GARCÍA CALERO

Domingo, 11 de agosto 2013, 11:56

Nunca se detiene. Plácido Domingo sigue fiel a su lema: 'If I rest, I rust' (Si descanso, me oxido) y solo ha dejado de cantar unas semanas por prescripción médica, después de sufrir una embolia pulmonar el pasado 8 de julio. Muy a su pesar, tuvo que cancelar varios compromisos -entre ellos, su participación en 'Il postino', de Daniel Catán, en el Teatro Real de Madrid- pero no le ha fallado al festival de Salzburgo.

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Suerte para ellos. El martes por la noche, el tenor español estaba en estado de gracia. La ciudad austriaca esperaba su actuación estelar en una versión de concierto de 'Giovanna D'Arco', de Verdi, y todas las expectativas se cumplieron. No solo cantó en plenitud de facultades, sino que su éxito fue arrollador. Su interpretación de padre de la heroína -un rol de barítono- conquistó al público y a la crítica especializada. «Le han aplaudido más que a la protagonista, la diva rusa Anna Netrebko, y eso es muy significativo», reseñó al día siguiente la prensa austriaca.

Domingo es un genio que pulveriza todas las estadísticas. Domina papeles de 150 óperas, ahora estudia personajes de barítono y mantiene viva la ilusión de un debutante. El artista madrileño concedió esta entrevista antes de su reaparición en Salzburgo y se mostraba dispuesto a comerse el mundo. Aunque también admite que lo suyo es milagroso: «Ya he cantado diez años más de lo que nunca pensé». Tiene 72 años y una agenda que haría temblar a los viejos rockeros.

- ¿Se encuentra bien del todo?

- Creo que sí. No siento dolores, noto de nuevo que la voz está ahí. La cuestión es el apoyo, claro, porque siendo una afección de pulmón, que es la máquina nuestra... para un cantante es fundamental.

- ¿Retoma ya una actividad normal?

- Sí, reinicio en Salzburgo con 'Giovanna D'Arco', de Verdi, en versión de concierto. Es una buena prueba. No es una obra escenificada, es todo concentrado en el canto. Los últimos dos o tres días he estado cantando bien. Es como cuando te estás entrenando en deporte. Ha ido bien, pero llega el examen...

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- ¿Cómo vio 'Il postino' sin poder cantarla, desde la butaca?

- Ha sido muy frustrante. He ido al teatro mientras convalecía porque quería estar con mis compañeros y ver el debut de mi nieto. Estuve incluso en la última función para despedirme. La gran alegría es que al público le ha gustado. Y el teatro está contento.

Comparación con Bob Dylan

- ¿Hasta qué punto le ha hecho pensar el bache de salud? ¿Va a frenar?

- He pensado bastante. Este mes tengo en Verona mi concurso de Operalia. Allí cantaré 'Nabucco', y tengo comprometidas dos galas: una de Wagner y Verdi y la gala de Operalia. Pero es que además tengo que dirigir dos 'Rigolettos' y una 'Aida'. Pues mire: estoy pensando en dejar los 'Rigolettos', porque en primer lugar vienen muy pegados a otro concierto. En situaciones normales los habría hecho, pero creo que debo concentrarme en lo más importante. Además tengo dos viajes largos, de muchas horas, en esos días. Y por eso estoy tratando de rehacer este periodo, pero después seguiremos igual.

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- A usted le dará risa si le comparan con Bob Dylan y su gira continua.

- (Sonríe con picardía) Vamos a decir que la única diferencia es que ellos hacen un concierto en un lugar y luego viajan y lo repiten en otro lugar. Descansan un día y hacen dos más. Eso no lo podemos hacer nosotros, porque el cantante de ópera no puede -y aunque pueda, no debe- cantar dos días seguidos. La voz necesita descansar.

- Hay quien sueña con que Domingo dirija el Teatro Real...

- Me entusiasmaría, pero hay una cosa... Yo acepté dirigir dos teatros, primero en Washington y ahora en Los Ángeles. En Washington, como no tiene nada que ver con algo gubernamental, yo he sido director del teatro en las administraciones de Clinton, Bush y Obama. O sea, que no hay ningún cambio.

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- ¡Qué envidia da eso desde España!

- Es que en España ser director de un teatro te puede conllevar que esté manejado políticamente. No tienes la seguridad de lo que puedes hacer. En EE UU, la gente se entusiasma de que estés ahí y la misma sociedad se reúne contigo; y tienen buenas desgravaciones fiscales, ayudan al teatro, ponen fondos para una producción nueva, o para hacer algo en televisión. Es un mundo diferente.

- El mecenazgo implica a la sociedad civil, la hace creativa. ¡Aquí hasta esa ley se ha retrasado con la crisis!

- Exactamente. Y no quisiera yo toparme con que empiezas a ser director y a los dos años ya no lo puedes hacer.

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- En España tenemos ese problema de la invasión de lo político en casi todos los ámbitos de la vida. ¿Es especialmente nocivo en la cultura?

- Ese es el problema. Todo resulta dudoso, no hay nada fijo, no puedes hacer cosas.

- ¿Tiene la impresión de que la política tiñe la ópera actualmente en España?

- Tiene una explicación lógica. Cada partido que llega al gobierno toma sus decisiones. Ahora, en el caso del Teatro Real, también los gestores toman decisiones: ahí está Gregorio Marañón. Pero tampoco se puede saber mucho qué pasará, porque si viene un ministro de Cultura con otras ideas, las va a realizar. Cada quien tiene sus ideales y esta es la razón por la que yo creo que sería difícil implicarme en ese papel. Pero yo vengo a cantar encantado y quiero al Teatro Real con toda el alma, como al de la Zarzuela. Como si fuera mi casa. No he tenido problema con ningún director.

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Efecto de los Tres Tenores

- Siempre ha estado abierto a otros ámbitos, hizo discos con John Denver y otras figuras, y llevó la ópera a los estadios. ¿Qué le aporta esa inclinación?

- En todas las épocas ha habido un cantante que ha querido estar en otras actividades, como Caruso, como Fleta, como Tito Schipa, Chaliapin... Eran muy populares y les pedían hacer algo más. Esto empezó en una época en la que había programas como el de Johnny Carson, cuando se empezaron a interesar por cantantes como Beverly Sills o Luciano Pavarotti, y nos empezaron a pedir cantar. Además se ha hecho mucha ópera por televisión. Todavía me piden los promotores que cante de vez en cuando con alguna figura popular, lo que se llama 'cross over'. Yo estoy encantado.

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- Los Tres Tenores cambiaron la percepción de la ópera en el mundo.

- Fue extraordinario, fue algo que ganó mucho público. En aquellos días si hablabas de los Tres Tenores te reconocía gente que le gustaba la ópera. Hoy donde quiera que vas te reconocen, no solo en tu país, en todas partes.

- ¿Cómo es posible no perder pie cuando se vive en esta vorágine?

- Por dos cosas: la gran pasión que me anima y la consciencia que tengo -y de la que no me separo- de que esto se puede acabar en cualquier momento. Yo llevo una carrera en la que he cantado al menos diez años más de lo que yo creí que iba a cantar. Aunque me pueda quedar boquiabierto, me doy cuenta de que en una semana todo eso se puede acabar. Vamos a poner que estoy bien de salud, pero que la garganta diga 'hasta aquí'. Soy consciente de eso y aprovecho cada día más lo que hago.

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- Es su 'carpe diem'. Pero ¿le costará tomar la decisión cuando llegue el día?

- La decisión de dejar de cantar será difícil, pero hay que tomarla. En el momento en que tú no puedas cantar, tendrás que darte cuenta tú; porque si se da cuenta el público, mal andamos. Tienes que retirarte cuando el público está aún contigo y llena el teatro para verte.

- Y la crítica, ¿cómo se lleva con ella?

- Siempre hay alguno en contra. Yo he tenido suerte, casi siempre me ha valorado mucho. No falta alguno que te dice que ya no debes cantar. Cada cual piensa como quiere. Aquí lo importante es la balanza, y el porcentaje de las personas que me quieren seguir oyendo es muy grande. No les voy a dar el gusto a dos o tres personas (risas).

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- Hay libros que nos dicen cosas distintas si los leemos tiempo después. A usted, que vive en la fábrica de las óperas, ¿le pasa eso con sus personajes?

- Vamos a poner el 'Otello'. Cuando lo canté el 28 de septiembre de 1975, vino toda la crítica del mundo a Hamburgo y fue en general extraordinaria. Pasan cinco años y sigues haciendo 'Otello', vas madurando y pensando en otras cosas. Te vas a 25 años más tarde y haces, como yo hice, el centenario del estreno en la Scala, inauguraciones en el Metropolitan, en Múnich, en Viena, en Londres o Buenos Aires, y te dices: 'Lo que estoy haciendo ahora es otra cosa'. Con la madurez siempre se puede ir a mejor. Se encuentran nuevas facetas en el personaje.

- ¿Cómo las halla?

- Es lo más maravilloso del teatro, nada es repetible. Incluso dentro de una misma producción. Aunque repitas el mismo movimiento, algo cambia. Hay que ir de un lado a otro del escenario y a lo mejor el público no lo nota, pero mi familia, personas que han visto las cinco funciones, me lo preguntan: 'Oye, Plácido, ¿qué has hecho hoy, en qué pensabas...?'. El secreto es que buscamos algo que emocione al público, te sale un día.

- ¿Cuál es hoy su desafío?

- Volver a cantar, ahora el repertorio de barítono, y tener tiempo para cantar las obras que quiero hacer. Llevo seis óperas del repertorio verdiano. Ahora haré 'Giovanna D'Arco' y también 'Il Trovatore'. En 2014, 'Ernani', 'Macbeth' y 'Luisa Miller'. Tengo muchas obras a las que espero poder llegar. Si no, estaré contento de todo lo hecho, ha sido una carrera muy amplia.

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