Una tormenta de granizo dibuja la postal más navideña de Cáceres
Hubo inundaciones en varias vías de la ciudad y el servicio de limpieza tuvo que incorporar a 4 equipos de refuerzo
MANUEL M. NÚÑEZ
Miércoles, 26 de diciembre 2012, 12:25
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José Rubio se despertó ayer sobresaltado. Le sacó de la cama un sonido que le resultaba familiar. Dramáticamente familiar. A este jubilado de San Blas, el ruido del granizo al chocar contra los ventanales y el tejado le hizo revivir en plena Navidad sus peores pesadillas. Las del 16 de septiembre de 2010. Entonces, la tormenta arrasó con todo. «No sé ni cómo sobrevivimos», rememora sin sacudirse aún el miedo del cuerpo. Ayer lo recordó entre las seis y media y las siete de la mañana. La granizada tiñó de blanco la capital cacereña y obligó a reforzar los servicios que la contrata de limpieza tenía previstos para Nochebuena. La Policía Local recibió varios avisos, pero los bomberos no tuvieron que intervenir. En San Blas, de madrugada, los vecinos se concentraban en la calle y miraban al cielo suplicando que parase el agua. En la calle Bailén, antiguos damnificados como José, que vive en el número 17, o Ricarda Martín, del 19, protegían sus puertas con cartones para impedir que el liquido penetrase. No hubo daños graves. Desde primera hora, las redes sociales se convirtieron en una sucesión de imágenes impactantes y testimonios hiperbólicos. Hubo quien respiró tranquilo. Era 25 de diciembre. Había pasado el 21. No podía ser el final de los tiempos que los más agoreros pronosticaban. «El fin del mundo» y la «apocalíptica tormenta» de los tuits no dejó secuelas graves.
Subus también rubricó que los autobuses circularon con normalidad. La granizada dibujó la postal más navideña. La Cruz de los Caídos exhibía un blanco nuclear. Por las solitarias avenidas de la Plaza de América un turismo intentaba abrirse camino con dificultad. En la Cañada los vehículos estaban repletos de granizo y vías como la calle Argentina, con una gran pendiente, dejaban el espectáculo del deshielo. «Si es que esto parecía un río», describía entre el alivio y la indignación Ricarda Martín. Ella fue una de las afectadas por la tormenta del 16-S. Anoche tuvo la impresión de volver a vivirlo otra vez. «El cruce de Bailén con Narciso Puig Mejías ha vuelto a ser una cascada de agua y hielo. El Ayuntamiento debe arreglar eso», sugiere. De la misma opinión es José su vecino. O Andrés Iglesias, que perdió su BMW en la granizada de 2010. «Esto está fatal. Hemos tenido miedo», reflexiona. «La suerte es que ha durado poco», remacha otro vecino, José María Mendo. Su cielo raso se vino abajo hace dos años. Aquella tormenta supuso casi un millar de indemnizaciones. «Apenas ha durado 15 minutos. En general ha estado tranquilo», subrayan desde la Policía. El jefe de operaciones de Conyser admite que hubo que reforzar el servicio con cuatro equipos más. En total, 38 personas en las calles despejando vías y limpiando imbornales atascados. No fue un día sencillo.
La zona de la estación de autobuses, Avenida de la Bondad, Viena y Avenida de Alemania acumularon balsas de agua. Los bomberos se mostraban extrañados. La tromba no les obligó a intervenir. A media tarde, en algunas barriadas aún quedaban restos de la granizada caída horas antes. Hasta las cinco, se recogieron 23 litros por metro cuadrado.
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