MARCHANDO
MANUEL MERINO
Lunes, 24 de octubre 2011, 02:09
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Siempre he admirado a los camareros, a los baristas como dicen nuestros vecinos portugueses. Será porque soy hijo, nieto y sobrino de tabernero o simplemente por condescendencia hacía el que cada día tiene que hacer de psicólogo, analista, sacerdote e incluso animador del parroquiano que peregrina hacia las barras de los bares como si de un confesionario se tratase. Recuerdo desde bien pequeño los sifones del 'Merendero' en la casa de mis abuelos paternos. Siempre me fascinó el uniforme blanco impoluto de aquellos señores que hacían del servir un arte. El Chipen, el Águila, la Marina, la cafetería Colón, el Chaqueta roja o el Caballo Blanco. Las mollejas del Torres, las bogas en la Tasca del Nene y la mondonga del Pardo. Algunos los conocí, otros forman parte de mi recuerdo por lo que he oído y visto en fotos. Por todo ello, cuando acudo a una taberna, me duele en el alma la atención descuidada, los golpes sobre la mesa y las malas palabras. Así es que, a modo de Sísifo, sigo buscando al camarero de antaño en mi ruta tabernera. Como solución a mi camino errático desemboco en la Plaza de la Soledad. Allí está Pepe con su mandil vaquero animando los desayunos, el Porras de fondo y un ojo en cada cliente. Hace poco se fue Manolo, de la calle San Sisenando, pero aun recuerdo su pausa y saber estar preparando platos imposibles de leer hoy en cualquier carta, bacalao con alcaparras y atún encebollado. El trato exquisito en el Azcona adornado de arroz y chipirones en su tinta, la habilidad de Toni y Claudio para servirte la copa entre la multitud «samarkandera» y el gambeteo de Guille entre los veladores del Bigotes bandeja en mano. Si fuera futbolista jugaría al lado del Kun. Con todo esto llego a la conclusión de que Badajoz tiene ciudadanos y profesionales que demuestran cada día que merecemos volver a aquellos tiempos del vermut, sol y sombra y chinchón. Por nuestra cultura, raíces y tradición, tenemos que luchar contra la globalización tabernaria, volver al buen servicio generalizado y degustar nuestros platos típicos. En todo eso, tienen mucho que decir los hosteleros, así es que: ¡Marchando!
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