«El capitalismo nos ha traicionado»
Su exposición en el Thyssen es el acontecimiento cultural del verano. En octubre llega al Bellas Artes de Bilbao
OSKAR L. BELATEGUI
Domingo, 28 de agosto 2011, 12:24
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Las clases magistrales deben de ser algo así. Sentados en el suelo, los alumnos del curso de pintura organizado por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra rodean a Antonio López (Tomelloso, 1936). Escuchan arrobados al maestro, que salta en su lección de las revueltas sociales en Sol a la corrupción política. Después, pincel en mano, será inmisericorde ante sus lienzos. Luce ropa de faena y mira hasta taladrar con esos ojillos de campesino que llevan décadas empeñados en fijar el tiempo.
Su exposición en el Thyssen -el acontecimiento cultural del verano- viajará en octubre al Museo de Bellas Artes de Bilbao. El pintor español vivo más cotizado (con permiso de Miquel Barceló) desdeña la trascendencia de su oficio, en comparación con la que está cayendo. «El arte no importa comparado con los problemas de los débiles».
- ¿Aprende de estos chavales?
- Me siento a gusto porque son buena gente, deseosa de mejorarse. Y como yo también estoy deseoso de mejorar, estamos hermanados en algo muy importante.
- Le miran y escuchan con reverencia.
- Ellos me merecen el mismo respeto. No me veo como un maestro, porque a lo mejor son ellos los que me enseñan a mí.
- ¿El arte se puede enseñar?
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- Hay un territorio puramente técnico que es fácil de enseñar, como ocurre en todas las disciplinas. La parte básica ya es más difícil: la formación como persona, la ampliación de la sensibilidad, la preparación para comprender el mundo que te rodea.
- Usted a los 14 años ya ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, entonces no había universidad para ser artista.
- No hacía falta el bachillerato, por eso pude entrar a los 14 años. Más joven fue imposible porque nadie consideraría los valores de un dibujo para entrar en el mundo de los adultos.
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- ¿Cómo era aquella escuela?
- Como la de ahora, pero mucho más pequeña. Estaba un sitio cargado de historia, en la calle Alcalá, muy cerca del Prado. Sabía que mi tío (el pintor Antonio López Torres) había pintado algunos de los objetos que yo pintaba. Notabas la presencia de los artistas anteriores que habían pasado por allí. Yo venía de Tomelloso y estaba deslumbrado, ahora la gente ha viajado aunque sea de pueblo. Yo llegué a Madrid y todo lo que encontraba me resultaba fascinante.
- Su generación no viajaba mucho.
- Viajábamos de otra manera. Un libro con dibujos de Matisse era también un viaje, no había ningún otro modo de verlos. El hombre siempre ha viajado de muchas formas. Conocer a una persona era un buen viaje.
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- ¿Vivió la bohemia que se presupone a todo artista?
- No he tenido por instinto ningún interés en la bohemia, una forma cómoda de instalarse en un lugar muy decorativo, un maquillaje feo. Yo quería saber, y los bares donde iban los artistas no eran un lugar deseable. La bohemia ha hecho mucho daño, como la nueva cocina.
- Rafael Azcona sostenía que su vida había sido una lucha por alcanzar el confort.
- Yo aspiraba a trabajar, a aprender y a vivir del trabajo cuando llegara el momento.
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Vivir de la basura
- ¿Cuándo descubre que tiene un lenguaje propio?
- No es como cuando uno abre una puerta y entra en una habitación. Ocurre lentamente. Llega un momento en que notas que estás pintando algo que pertenece a tu vida. Algo que surge muy dentro, como una especie de resumen de ti. Yo lo presentí a los 17 años.
- ¿Tan pronto?
- Tan pronto. Ahora lo veo más claro que entonces. Sentía que me faltaba tanto por aprender, que era todo tan precario... También sufría temporadas de dudas muy intensas. La incertidumbre es un motor de la creación, pero no puedes vivir paralizado. A mí no me ha pasado.
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- ¿Le abruma tanta atención mediática en los últimos tiempos?
- Lo vivo bien. No es tanta atención como para que me desvíe de mi impulso natural al trabajo. Incluso me facilita muchas cosas. Además, comparado con el interés mediático de otras figuras quizá no sea para tanto. Una parte de la sociedad no acepta muy bien mi forma de trabajar. Tanta atención quizá sea necesaria para compensar.
- ¿Se refiere a las prisas y la urgencia de esta sociedad, al resultado inmediato como meta?
- A que no aceptan mi lenguaje, vaya lo uno por lo otro. Cuando pinto en la Puerta del Sol es hermoso verme rodeado de gente. En la debida proporción: si la dosis aumenta más de la cuenta, tengo que marcharme. Es como todo, mantener la dosis justa es un milagro.
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- Gran parte del arte moderno no encuentra comprensión en la mirada del espectador. ¿Eso es dramático?
- No. La vida del hombre es un drama por otras cosas, sufre unos conflictos terribles. El hombre de nuestra época no es feliz ni está satisfecho. Por eso surgen grietas que llevan a pensar que hay que hacer algo para que vivamos en armonía. Algo que vaya más allá de sus intereses personales, porque parece que el hombre se ha apartado demasiado de lo que nos une. Vive en espacios demasiado individualizados, provocados no por la inteligencia, sino por el interés del capitalismo. El capitalismo ha pervertido mucho la sociedad. El hombre ha entrado muy feliz en ese espacio, porque te da mucho, pero al final nos ha traicionado. Y habrá que hacer algo.
- ¿El qué?
- Buscar un remedio que no sea peor que la enfermedad. Indudablemente por aquí no podemos seguir. No es bueno ni para los poderosos. El arte no importa comparado con los problemas de los débiles, de los niños y ancianos. El arte siempre se va a salvar, porque si tiene que vivir de la basura, vivirá de la basura. Francis Bacon, un artista genial, absorbió toda la parte terrorista de la sociedad e hizo con ello algo muy grande. O Kafka. Vamos a ver si podemos convivir junto a algo más saludable.
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- En ese sentido, ¿qué le parece que la gente saliera a las calles y tomara la Puerta del Sol?
- A lo mejor es un movimiento inocente, pero es un síntoma. Puede que detrás de esas personas vengan otras que no vayan a la Puerta del Sol y manifiesten su disconformidad de otra forma. El 15-M es un indicador, no se puede dejar de ver. Quizá lo dicen de una manera muy infantil y no se les puede seguir literalmente, pero no puedes dejar de tenerlos en cuenta. Alguien tenía que empezar. La gente más inteligente se queda callada ante lo que se avecina, paralizada por la dificultad de la solución.
- ¿La gente más inteligente ya no son los políticos?
- Hace mucho que no lo son. La gente inteligente está haciendo unas tareas que son muy importantes, el mundo sigue por esas gentes. Y, desde luego, no están en la política. Están en su laboratorio, o es una mujer criando a su familia. No son los que nos guían con mayúsculas, esos son prisioneros del sistema. Habría que escuchar más a los hombres de ciencia que a los banqueros. Y encontrar una solución que no tenga que ver con palabras bonitas como bondad y generosidad y sí con el sentido común.
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- Quizá saquemos algo de provecho de esta crisis y nos sirva para volver a lo básico.
- No creo. Se ha hundido tanto todo en el error y va tan unido a pequeñas vanidades que no será fácil ver la luz. Costará que cada uno prescinda de esos placeres que tanto se valoran.
- En los disturbios de Londres no se asaltaban supermercados, sino comercios de electrónica.
- Sí. Es gente descontenta pero que no está bien orientada. ¿Quién va a orientarnos bien? Quizá cuando el peligro para los poderosos sea enorme ellos empiecen a colaborar. De momento, no están dispuestos.
Temor a mostrarte
- ¿Hablar de cotizaciones en el mercado del arte es una vulgaridad?
- No. Los artistas necesitamos el dinero como los demás. Lo que es una tontería es que el precio del cuadro caro equivalga al nivel de méritos, eso no puede ser. Pero se puede hablar de ello.
- Si no se hubiese cruzado en su vida la pintura...
- Estaría en Tomelloso, con algún trabajo... Nunca lo he pensado seriamente. Todo lo que me ha ocurrido es una fortuna extraordinaria. No solo por haberme dedicado a la pintura, sino porque mi vida ha sido mejor. He conocido a gente maravillosa y he mejorado como persona. Eso tendría que ocurrirle a más gente. ¿Sabe? Últimamente vivo mejor entre los demás. Lo siento desde los 60 años, cuando ya tienes menos temor a mostrarte cómo eres. Empieza por ahí la cosa. Te sientes más libre y te das cuenta de que no les tienes miedo a los demás ni a irte de un lugar si tienes que irte. Vas sintiendo que hay espacios a los que te gusta que te llamen.
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- ¿Cuándo está una obra acabada?
- Hay obras que han hecho un recorrido largo, están más acabadas, y otras que han llegado a ese lugar abreviando el itinerario porque te has cansado o se pusieron las cosas difíciles. Hay que darlas por buenas, no puedes ser juez permanentemente. Tú eres el resultado de todo eso. Y a lo mejor la obra no era tan mala...
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