La fuerza del carnaval
ENRIQUE FALCÓ
Domingo, 6 de marzo 2011, 01:22
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NO hay vuelta de hoja. El carnaval vuelve loco a un gran número de pacenses. Aunque es justo señalar que, también, existe una cuantía importante que lo repudia, reniega y huye de él, cual plaga de langostas, y aprovecha los pocos días de fiesta en Badajoz para escaparse a ese apartamento de Isla Antilla, o a la capital de España, de compras, o la bella Sevilla, de visita, ya que desde la culminación de la autovía, hace unos años, apenas dista dos horas de nuestra ciudad. Cualquier excusa es buena para huir del ruido y las molestias de la 'carnavalería' pacense. Este hecho horroriza a muchos amantes de la fiesta, y se les echa en cara a algunos conciudadanos que abandonen su ciudad en fechas locales tan entrañables y señaladas. En defensa de los hastiados huidizos, habría que especificar que, casi siempre, estas personas viven en la zona centro y, claro, uno puede ser permisivo hasta cierto punto en fiestas, pero también es verdad que dan las 9 de la mañana y aún se escucha a algún Phil Collins borracho de pacotilla dándole golpes al bombo o al tambor, que previamente ha meado y vomitado en la esquina de tu portal. La suciedad, los actos de vandalismo, algunas peleas, el exceso de alcohol y demás impertinencias, no son del agrado de muchos, y no solo es cuestión de edad, no crean, es una mera cuestión de gustos, y no hay que darle más vueltas.
Al menda no le rechifla especialmente salir disfrazado en carnaval, sin embargo le encanta el concurso de murgas. Quizás cada año que discurre lo disfruto más, por aquello de que cada vez hay más nivel, más murgas y más actuaciones. El hecho de conocer a un número importante de murgueros también aviva el interés de un concurso que nunca pasa desapercibido. No habíamos empezado con las preliminares y ya teníamos un plagio y una descalificación. Los finalistas siempre crean controversia; se echan algunos nombres de menos, se segura que otros están precisamente por el nombre. Pero la verdad es que ha sido divertidísimo. Y eso a pesar de la manía del público de dar por saco. Siempre hay algún cateto u hortera que grita «guapo» o aplaude cuando no debe, o dice «ole» o «eso es una murga». Que rollo de gente, la verdad. No deja de ser cierto también que cada año se produce un debate popular, no carente de importancia, entre las murgas más graciosas y las llamadas 'serias'. Con todos mis respetos, me declaro con fervor simpatizante de las primeras. No acabo de comprender a que viene cantar por asesinatos de ETA, mujeres maltratadas o historias tristes, por lo general. Está bien algo de crítica, por supuestos, pero siempre de manera graciosa, con sano cachondeo e ironía. Que los carnavales están para divertirse y reírse, no para llorar ni emocionarse. Y luego están los súper cantantes. El concurso de murgas no debe convertirse en un 'tú sí que vales'. El concurso de murgas es eso, un concurso de murgas, y no de talentos vocales. «Yo aún diría más mi querido Hernández: el talento de murgas es eso, unas voces de concurso».
Luego está el interminable desfile de las comparsas, que aborrezco. Al desfile, no a las comparsas. Lo siento mucho. Sé que hay gran trabajo y dedicación de cientos de personas, pero es eterno y aburrido a más no poder. Sin embargo, a un gran número de pacenses les priva, y me parece estupendo. Es por ello que deberíamos aprovechar más esta fiesta para dar algo de publicidad a nuestra ciudad. Que no se hable solo de nosotros a nivel nacional por el asunto de los palomos cojos, los robos de armas en el cuartel o asesinatos machistas. Que se hable de algo que por lo menos no mancha el buen nombre de la ciudad. Mis amigos carnavaleros me cuentan que se persigue desde hace años una pequeña festividad local en verano, con el carnaval de fondo, que podría durar un fin de semana más o menos. Para que brillara de nuevo la fiesta y se volviera a cantar por las calles y en los bares; que todo el mundo rescatara los viejos disfraces; que las comparsas pudieran exponer sus trajes del año anterior o avanzar los del carnaval siguiente; en la que se realizaran homenajes y menciones a carnavaleros o nombres importantes de la fiesta, así como otras actividades para atraer más visitantes a la ciudad, cuando precisamente no abundan. Me parece una idea genial, y eso que como ya les digo, no soy lo que se dice un carnavalero. Pero todo lo que sea publicitar de manera festiva el buen nombre de nuestra ciudad y atraer un buen número de visitantes, me parece positivo. Lo de la noche en blanco funcionó divinamente. ¿Por qué no probamos nuevas propuestas? Es necesario que aprovechemos nuestros puntos fuertes y, sin duda, el carnaval de Badajoz lo es. Piensen los responsables lo difícil de hacerse con una entrada para el concurso de murgas (los hay que hacen noche en la taquilla); observen el incontable número de fieles que no perdonan el desfile de comparsas; valoren los miles de visitantes que recibe la ciudad y el dinero que depositan en nuestros hoteles, tiendas y bares; recréense con el colorido y el ambiente en nuestras calles y, por último, decidan si es inteligente y positivo para Badajoz, o no, aprovechar la fuerza del carnaval. ¡Mil millones de demonios! Yo diría que sí. Esta es mi opinión, y yo la comparto.
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