¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?
PLASENCIA

El escaso patrimonio arqueológico industrial no tiene quien lo cuide

Patrimonio no sabe lo que hay, no lo tiene inventariado ni siquiera hay un listado de los bienes que deberían protegerse

A.S.O.

Viernes, 10 de diciembre 2010, 02:10

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El patrimonio industrial de la ciudad se deteriora. A su escasez se une el mal del abandono. Y el de la falta de protección y el olvido institucional sobre unos bienes que forman parte de la memoria histórica de Plasencia. Casi ignorada. Los pocos vestigios del pasado industrial urbano se degradan. Y pueden desaparecer. O se desmonta de buenas a primeras.

Como los depósitos de hierro que había junto a las vías en la estación de Renfe, desaparecidos en 1998; o los dos grandes tanques junto a la carretera de Montehermoso, uno de los cuales ya ha sido quitado. Así se mandan a la inopia del olvido los testigos de la vida y de una época de la ciudad. La de finales del XIX y de una parte del XX. Salvo que el edil de Interior pase casualmente por allí y logre la paralización de los trabajos. Como ha sucedido. Algo que ignoraban Ayuntamiento y las concejalías de Patrimonio y Urbanismo. La primera confesó que no hay en el Ayuntamiento un inventario de bienes de la arqueología industrial a proteger. Ni siquiera un listado.

Sólo la edil de Turismo, Raquel Puertas, recuperó uno de esos vestigios. El molino de la Casca, con fondos del Plan de Excelencia Turística. CHT lo completó. Con Díaz de alcalde, el Ayuntamiento recuperó y rescató el río chico hasta la fábrica de Harinas que volvió abandonarse con la llegada del PSOE al gobierno local. El mismo ejecutivo que ahora lo vuelve a recuperar con fondos del II Plan E.

El patrimonio industrial de la ciudad lo forman no solo el conjunto de la estación de Renfe o los molinos. También otros bienes inmuebles, todos una historia poco conocida. De propiedad municipal, la fábrica de harinas o antiguo molino de San Francisco fue adquirida con Cándido Cabrera y rehabilitada para escuela taller, si bien se eliminó la singular maquinaria del XIX y XX que atesoraba.

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Chimeneas

Además de la traza del edificio, da testimonio de su pasado industrial la esbelta chimenea de ladrillo. De unos años acá se deteriora a grandes pasos por su parte superior. La erosión causada por la lluvia y los detritos de un nido de cigüeña se comen el ladrillo y ya ha abierto agujero. De no cuidarse, puede perderse.

Esta chimenea cuadrangular se hizo para la fábrica que Julián Serrano adquirió a los industriales catalanes que la montaron. Serrano, fue el contratista de la fábrica y, al no pagarle la obra, llegó al acuerdo de quedarse con ella. Expulsaba el humo de la caldera de leña que producía la energía para moler.

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La fábrica empezó a funcionar con la caldera de vapor pero, visto que consumía demasiada leña, decidió sacar partido al antiguo molino y aprovechar la energía hidráulica con una turbina. De la magnitud y potencia de la maquinaria de vapor Juan Serrano Pino aún recuerda un volante de 10 o 12 metros de diámetro. Julián Serrano, su abuelo, acabó de montar la fábrica con maquinaria inglesa Robinson y la chimenea quedó sin uso al prescindirse de la caldera. La turbina movía el molino y daba energía eléctrica para el alumbrado.

En la margen izquierda del Jerte, junto a las naves de Lumarsa, hay otra elevada chimenea industrial. Se levantó en los años 40 del siglo XX, para el lavadero de lanas que unos empresarios catalanes montaron. Industrias Laneras Españolas mantuvo su actividad durante unos años antes de cerrar por pérdidas.

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Esta chimenea presenta en la base un notable deterioro con grandes grietas y movimiento del muro de ladrillo. También en su cara norte está muy erosionada. De forma hexagonal en el arranque, prosigue en forma circular hasta la boca tapada por un nido de cigüeñas.

Fábrica de la luz

Más desapercibida pasa, por su recóndito emplazamiento y su menor porte, la chimenea de ladrillo de una de las 'fábricas de la luz' que tuvo la ciudad. Además de los molinos de Paz -otro vestigio sin inventariar, ni proteger- y de San Francisco había otra. Corresponde a las ruinas de un edificio de la margen izquierda del Jerte, algo arriba de la depuradora. Es visible desde la N-630. La chimenea daba salida a los gases de los motores de gasoil que producían la energía cuando la fuerza motriz hidráulica era insuficiente, por falta de caudal o por crecidas del río.

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Son los restos de la antigua Electro-hidráulica del Jerte, que montó el ingeniero francés, Gastón Bertier, que vino en los años 80 del siglo XIX para dirigir las obras del ferrocarril Plasencia-Astorga. Concha Montes, nieta del ingeniero, conserva títulos de la sociedad y el diploma que recibió su abuelo de la compañía de ferrocarril con motivo del calamiento del túnel de San Lázaro. En el Catastro de Bienes Municipales figura esta sociedad como adjudicataria del servicio de alumbrado público en 1906.

Junto a la rotonda de Gutiérrez Mellado, la chimenea de la fábrica de Jabones Roco daba salida a los vapores de la caldera montada para extraer el aceite de orujo. La industria la compró el abuelo de Juan Roco en 1911 a un empresario de Talavera, que debió montarla con el inicio del siglo.

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La chimenea se levantó en 1936, año en que se montó la caldera. Las grietas que se aprecian se produjeron al ser encendida cuando aún no había fraguado del todo. Por ello, en los 80 se pusieron los cinchos de refuerzo. Además de jabón y aceite, también tuvo una pequeña cerámica en el recinto.

La fábrica fue vendida hace años para viviendas y el Ayuntamiento obligó a dejar la chimenea. El listado de la arqueología industrial local se completa con los molinos de ribera -de San Lázaro, Tajabor (anterior a Plasencia), de Paz y los que existen aguas abajo de éste o anegados por la presa hidroeléctrica construida, cuyos nombres se han perdido.

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