Embarazo psicológico
ENRIQUE FALCÓ
Domingo, 7 de noviembre 2010, 01:34
Publicidad
UNA compañera mía, en reciente estado de buena esperanza, comentaba el otro día a sus amigas que, a causa de su embarazo, últimamente se hallaba siempre cansada, de mal humor, y que lo único que le apetecía era comer y dormir. En ese mismo instante me di cuenta de que ya sabía cual era mi problema: ¡estoy embarazado! Bromas aparte. No sé el porqué, pero comer y dormir son dos cosas que me encantan. Me producen un placer más allá de lo establecido como fantástico. Ya he hablado y escrito largo y tendido sobre estas deliciosas y placenteras acciones, y de que la gula y la pereza se cuentan entre mis pecados capitales favoritos; añadan la lujuria y ya los tienen todos aunque no sé si por ese orden.
Pero el problema es que últimamente la desgana, ligada al mal humor, se apodera aún más de lo habitual de mí cuerpo serrano, instalándose en mis amplias hechuras como inquilina insolvente a la espera de un desahucio que nunca llega, y me conquista y domina en la batalla diaria contra el mundo. Las jornadas de trabajo resultan insufribles, por aquello del aburrimiento, la monotonía y la escasez de novedades, y sólo deseo que acaben cuanto antes para marcharme a mi casa a engullir mi miserable cena y postrarme en los brazos de Morfeo. Evidentemente, no sentirse realizado, ni valorado en el trabajo también ayuda al desaliento, y observar día tras día como gente con menor preparación ostenta cargos más altos que el tuyo y ganan más dinero que tú, no hace sino aumentar mi falta de ganas de sobreponerme al cansancio y a la ingesta masiva de alimento y 'bebercio' para calmar mi ansiedad. Cansancio este más psíquico que físico, más traumático que obsesivo y más 'tocapelotas' que molesto.
Esta especie de desgana, de mal humor, de cansancio, de necesidad de dormir. de 'embarazo psicológico', quizá, es susceptible de ser contagiada a todos, y no solo a los más jóvenes. Lo que ocurre es que en algunos casos los efectos son más inmediatos que en otros. Yo creo que mi menda lerenda ha sido de los últimos en sufrir dicho contagio; no obstante ya me iba haciendo una idea de las consecuencias que puede acarrearte esta enfermedad. Ustedes también pueden hacerlo. No hay más que mirarles las caras a nuestros conciudadanos cualquier día, a cualquier hora y en cualquier situación. En el bar de debajo de tu casa, en tu portal, en el coche y, sobre todo, en la cola del Inem. Una gran parte de nuestra sociedad ya está incubando sus virus, y aún nadie se ha preocupado de inventar una vacuna para contrarrestar sus efectos. Y miren ustedes que en este país somos exagerados con las dichosas vacunas. ¡El dineral que se gastó el Estado en la compra de tantas de ellas para la gripe A y ahora se las comen con papas fritas!
Ya saben que siempre les hablo de la importancia del buen humor en la vida, de estar contento, de sonreír, de sentirse feliz, del pensamiento positivo. Pero hay veces que uno no siempre es capaz de pintarse una sonrisa cuando esta se esfuma como el polvo en la lluvia sin ni siquiera pedir permiso. Y las narices de payaso no hacen ya reír a quien no es capaz de encontrar un motivo o excusa para la risa, sino que casi provocan pena o ganas de llorar.
Publicidad
Vamos encauzados y sin más remedio al desastre, mientras nuestro Gobierno se preocupa de chorradas como el orden alfabético de los apellidos o de si el Papa ha de hablar en su visita a España en castellano, euskera, catalán, gallego, 'portuñol' o valenciano. En la televisión me parece que no se enteran de qué va la película porque sólo nos ofrecen programas de la Esteban y el Gran Marrano, o nos inundan con noticias sobre lamentables grescas familiares. Y luego, para colmo de la ironía, en estos difíciles tiempos de crisis, no hacen más que prodigar espacios televisivos sobre personas que viven en casas alucinantes o niñas ricas de papá montándoselo súper bien en sus fiestas privadas, y todo parece hecho con recochineo, como restregándolo contra nuestras narices.
Ya sé, queridos amigos, que no parezco yo, pero no se preocupen, volveré la semana que viene intentando recuperar mi lado más amable y divertido. Esto sólo ha sido consecuencia de una mala subida de leches, por aquello, ya saben, del 'embarazo psicológico'.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión