Aves de competición

Tras los 170.000 euros de los palomos robados: cuánto vale un 'atleta de élite' en la colombicultura

La sustracción de 'Sordo', 'Gran Capitán' y 'Joker' ha puesto en el foco a una disciplina deportiva con 27.000 federados en la que el valor afectivo pesa tanto o más que el económico

Sábado, 6 de septiembre 2025, 00:03

Hace 18 días 'Sordo', 'Gran Capitán' y 'Joker' desaparecieron de sus jaulas en Fortuna, Murcia, y sus dueños denunciaron su robo por 170.000 euros. Estos tres palomos deportivos, valorados juntos por más de una hipoteca media en España (168.363 euros en junio de 2025), son ejemplares destinados a la colombicultura. Y su sustracción, que acaparó titulares por la cuantía, lleva a cuestionarse si de verdad cada una de estas aves vale tanto como un buen coche.

«170.000 euros no vale un palomo, ni dos, ni tres, ni 20». Son palabras de José Luis Morató, Presidente de la Federación Nacional de Colombicultura, que valora la preocupación de los medios por esta práctica tras el robo, pero también critica hasta qué punto se han tomado estas cifras al pie de la letra. «¿Qué vale un palomo? Posiblemente valga más», explica, pero porque «para el dueño no tiene precio»: «Son nuestras mascotas y nosotros las cuidamos con muchísimo cariño y muchísimo amor y padecemos mucho cuando vienen golpeadas».

¿Y por qué podrían costar tanto dinero? Además de ese valor afectivo, tiene que ver con que estas aves son –salvando las distancias– una especie de deportistas de élite. La colombicultura es una disciplina en la que se crían y seleccionan palomos, sobre todo de raza buchón, y se valora en la competición su comportamiento reproductivo, el acto del cortejo y conquista, de una manera que ha cambiado con los tiempos: antes «se soltaba un palomo y estaba tres o cuatro días dando tumbos hasta que llevaba a la paloma al palomar», precisa, y ahora «el palomo que más tiempo está con la paloma es el que gana».

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Morató explica que la colombicultura es tanto deporte, «porque tiene un reglamento de competición como todos y está adaptado al CSD», como tradición: «Antiguamente el poderío de un señor o agricultor se medía por los palomares que poseía, porque significaba que podía comer y podía criar en su huerta».

Si detectan a la hembra, todos los palomos irán tras ella y se arremolinan para no perderla de vista. LP
Dueños y jueces observan la acción para determinar qué palomo es el más persistente. LP
Los dueños de las aves las identifican con diferentes colores, como si fuesen camisetas de fútbol. LP
Esos colores sirven a los dueños para identificar a las aves, pero también a los jueces cuando tienen que valorar su comportamiento. LP

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Aparte de la modalidad deportiva, está la colombicultura de raza, que valora «la morfología pura y dura». Y no tienen que ver con la colombofilia, también deporte reglado que implica a estas aves. En este caso, se crían y adiestran palomas mensajeras que realizan largos viajes y se valoran velocidad, orientación y resistencia.

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Pero no todos los palomos son 'Gran Capitán', 'Sordo' o 'Joker', y por eso impacta tanto este robo. Que un ave alcance habilidades como las suyas es una cuestión de entrenamiento para que desarrolle sus instintos, pero también de suerte porque «hay una cantidad de enemigos que hacen que sea difícil que el palomo sea longevo», según Morató. Y también de un gran filtro: «Partimos de campeonatos comarcales de 25.000-30.000 palomos y al final en el campeonato de España de Copa de S.M. El Rey compiten solo 100».

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«Hay quien le pone nombres de toreros, de artistas, de escritores, de amigos, de frases», recuerda Morató entre casos anecdóticos como 'Viva el vino' o 'La abuela fuma' y proclamas políticas. Pero detalla que no es el nombre sino la identidad reglada lo que da valor a estas aves: primero, la anilla, incorporada al polluelo a sus pocas semanas de vida; segundo, la chapa, la «escritura» del propietario. Estos DNI del palomo complican la venta ilegal. «Si quien haya tenido la tentación de coger estos palomos quiere participar en cualquier competición, se lo van a impedir porque no tiene la chapa», apunta. Tampoco pueden sacar provecho de su descendencia: «Es imposible que el que haya robado el palomo diga que va a vender hijos del 'Joker'».

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Precisamente ante la necesidad de tasar estos animales en casos de robos y otros daños, las federaciones han establecido baremos oficiales. La Federación de Murcia, por ejemplo, aprobó en 2012 una tasación de 6.000 euros para los palomos clasificados o que hayan participado en campeonatos oficiales nacionales. Morató defiende estas tasaciones porque las autoridades competentes piden en las denuncias «el valor exacto de lo que te han robado». No obstante, mantiene que son cifras estándar imprecisas: «A lo mejor un pichón que es hijo de un palomo de los que han robado tiene un valor superior para el aficionado».

¿Entonces qué hay detrás de estos delitos? Morató no ve más allá de «delincuentes y maleantes»: «Se han producido robos de 300 aves. ¿Y para qué quieres 300 si tienes que darles de comer todos los días? Para la competición no valen absolutamente nada, porque ni tienes título de propiedad, ni sabes cuáles tienen facultades a no ser que estés dentro del mundillo». Y dentro de este mundillo, Morató también niega un 'mercado de fichajes'. «Los lazos de la amistad son mucho más importantes que los económicos», alega en el 'traspaso de atletas a clubes' y, de haber un valor, es «muy poquito porque tienen que ir ganando y clasificarse», en ese proceso que lleva años.

La colombicultura en datos

La colombicultura «nació en Valencia y en Murcia y se empezó a practicar después, en la huerta, en el medio rural», explica Morató. Se cifran precisamente 9.037 federados en 2024 en la Comunidad Valenciana, líder de licencias, y 5.506 en Murcia, en tercera posición. Entre medias está Andalucía, segundo puesto, con 6.049, con el matiz de que «allí la raza domina más que lo deportivo». Estos federados son, sobre todo, hombres.

En Murcia, donde se ha producido el robo, la colombicultura es sexta en número de federados. Entre tres y cuatro de cada mil personas tienen licencia. En la Comunidad Valenciana, están cerca de las dos de cada mil.

En Extremadura, también son una de cada mil. Y esto se debe al clima, según Morató, para que alcancen su punto óptimo: «Todos los años los palomos cambian el plumaje y necesitan horas de calor para poder realizar la muda».

Este clima parte la España de la colombicultura en dos: el Mediterráneo, sur y regiones satélites, con más adeptos; el noroeste peninsular, donde se practica poco o nada (Cantabria, País Vasco, Navarra y La Rioja no tienen federación).

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