«Denuncia. Sólo así tendrás una nueva vida»
La trata de personas deja de ser solo una tragedia extranjera, con un aumento del 46% de víctimas españolas atrapadas por la precariedad y un sistema que no da soluciones
Marcela era estudiante de Derecho y trabajaba en un pequeño bufete de abogados en Brasil. Su vida, aunque modesta y con algunos problemas familiares, avanzaba ... con pasos firmes. Sin embargo, la sombra de una crisis económica barrió todos los planes que había en su cabeza y la dejó en el umbral de la incertidumbre. Mientras luchaba por demostrar a su entorno más cercano que era capaz de salir adelante con sus propios medios, una oferta de trabajo en España apareció como un faro en mitad de la tormenta. Sin saberlo, ese alumbramiento, en realidad, la estaba conduciendo directamente contra las rocas.
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Antes de aterrizar en la Península, Marcela soñaba con un futuro de independencia y logros propios. Pero lo que la esperaba era una jaula tejida por manos que comercian con cuerpos y silencios. Durante años, quedó atrapada en una red de trata de personas que fue apagando su voz y su voluntad. Dejó de «creer» en sí misma. Fue entonces cuando la luz volvió a filtrarse, poco a poco, en su vida. La Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP) se convirtió en su puente hacia la libertad. Allí encontró no solo apoyo emocional y psicológico, sino también la asesoría legal que la impulsó a dar el paso más difícil: denunciar. «Nos engañan con nuestros sueños».
Pero historias como la de Marcela, las que acaban en los tribunales, siguen siendo excepciones en un mar de casos silenciados. «Las denuncias que existen son apenas la punta del iceberg», advierte Ezequiel Escobar, director ejecutivo de Fiet, organización que acompaña a mujeres en situación de trata cuyos registros reflejan que el número de víctimas españolas atrapadas en estas redes creció un 46 % en 2024 respecto al año anterior. No obstante, estas cifras, estremecedoras, apenas rozan la superficie de una realidad mucho más honda. El miedo, la vergüenza, el deseo de proteger a los suyos y la «falta de protección a las víctimas» pesan. Mucho.
Los últimos datos oficiales publicados por el Ministerio del Interior relatan cómo el año pasado las Fuerzas de Seguridad del Estado liberaron a un total de 1.794 víctimas de trata y explotación sexual o laboral en España, lo que supone un incremento del 22 % respecto a 2023. Solo en el caso de la trata con fines de explotación sexual, los agentes rescataron del infierno a más de 250 personas, entre ellas cinco niñas. Un repunte que se logra a pesar de que «la probabilidad de que una mujer en situación de explotación denuncie es bajísima. Hay miedo. Hay vergüenza. Y, sobre todo, hay una falta real de protección», explican los expertos. «La trata es un delito privado, y no se investiga sin denuncia previa». El círculo vicioso se perpetúa.
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61% de los detenidos
por explotación durante el año pasado fueron hombres españoles.
A las puertas del Día Internacional contra la Trata de Personas, el próximo miércoles, Marcela lanza un mensaje desde lo más profundo de su experiencia: «Denuncia, denuncia y denuncia. Solo así podréis tener una nueva vida». Pero su voz también interpela a quienes tienen el poder de cambiar las cosas: «Sin alternativas reales, no es posible salir de esta situación».
Una industria transversal
La trata de personas no es una herida, aunque sí se ha adaptado al nuevo entorno. Ya no se disfraza únicamente de promesas en la barra de un bar o en la esquina de una calle. Ahora se esconde tras pantallas luminosas, en perfiles falsos de redes sociales, en mensajes privados que susurran ofertas que acaban por encadenar a sus destinatarios. «El modo de captación ha cambiado radicalmente», describe Escobar. Plataformas como Instagram, TikTok e incluso OnlyFans son ahora los nuevos mercados donde los explotadores buscan a sus presas: mujeres vulnerables, sin alternativas ni redes de apoyo, a quienes convencen o presionan para entrar en un circuito del que pocas logran escapar. «En OnlyFans, por ejemplo, muchas veces se camufla la explotación bajo el disfraz de lo voluntario, cuando en realidad es la única forma de conseguir un plato de comida sobre la mesa para muchas mujeres». Una forma que se está aplicando, en la mayor parte de los casos, para captar a víctimas españolas.
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Marcela llegó desde Brasil seducida por el cebo de un trabajo: «Nos engañan con nuestros sueños»
Uno de los mitos más persistentes es que la trata es un problema extranjero. Pero la realidad es otra, y mucho más incómoda. «En España hay un problema serio de hombres nacionales que se dedican a la explotación de mujeres», afirma Escobar. De hecho, según informes del Ministerio del Interior, en el último año se detuvo a cerca de 300 personas por delitos relacionados con la explotación sexual. De ellas, 115 eran hombres españoles: el 38,3 % del total.
«La trata es un negocio transnacional, pero también transversal», advierten desde Fiet. «Hay personas implicadas en todos los niveles: desde quienes captan a las mujeres, hasta quienes regentan pisos o clubs, pasando por estructuras empresariales, económicas e incluso políticas». No se trata de nacionalidades ni de banderas. Hay redes internacionales que operan entre continentes, pero también estructuras locales que funcionan en pueblos y ciudades de España. Es una actividad económica que no podría mantenerse sin una «alta demanda» y un sistema que «pone en el foco a las víctimas» en lugar de protegerlas adecuadamente y de perseguir de manera efectiva a quienes se benefician de ella.
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Abolir la prostitución
El Ministerio de Igualdad, encabezado por Ana Redondo, ha comprometido, tras el escándalo de los audios denigrantes contra las mujeres del exministro Ábalos y Koldo García, que el Gobierno reactivará con el nuevo curso político su propuesta legislativa para abolir la prostitución. El objetivo es penalizar todas las formas de proxenetismo y ampliar el tipo penal para incluir cualquier actuación que impulse o promueva la prostitución; penalizar la 'tercería locativa', es decir, la cesión de espacios, como locales o pisos, para fines relacionados con este tipo de actividad; y sancionar al cliente, para, así, desincentivar la demanda no solo a través de campañas de concienciación, sino también con multas por consumir sexo bajo pago.
Una medida que surge en medio de los escándalos políticos relacionados con tramas de corrupción y de prostitución, que han colocado, de nuevo, el foco sobre qué hacer con la prostitución. Pero en Fiet advierten ya de que una ley no servirá si no se transforma también la conciencia colectiva. «Se han normalizado e idealizado unos roles que cosifican a las mujeres, y eso genera demanda», argumentan. Unas palabras que liga a los jóvenes y el efecto que está provocando sobre ellos el consumo de pornografía.
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La mayoría de casos no llegan a la justicia por la falta de protección efectiva para las víctimas
«Hemos escuchado un montón de veces, en la mayor parte de los casos, a mujeres explicando que los jóvenes llevan en su móvil un vídeo pornográfico, donde la mujer es un objeto absolutamente cosificado». Cogen el teléfono y piden eso mismo «como quien va al peluquero enseñando el corte de pelo que ha visto a alguien en una revista», continúan. «Escuchando esos testimonios te das cuenta de que no solamente se ha normalizado, sino también idealizado, unos roles en los que la mujer es un mero objeto sexual», añade el director ejecutivo de Fiet.
Los perfiles
En 2024, se llevaron a cabo 419 operaciones contra la trata y explotación de seres humanos, que se saldaron con la liberación de 1.794 víctimas (incluyendo 32 menores), y la detención de 966 personas. Se desarticularon, además, 110 redes criminales. Respecto al perfil de las víctimas sexuales, la mayoría -256 de redes y 376 explotación sin red- son mujeres de entre 23 y 27 años, procedentes de Colombia, Venezuela y Paraguay, principalmente. así como de España. Por su parte, los responsables de la explotación laboral son hombres de 23 a 27 años, originarios de Colombia, India, Pakistán, Marruecos o Senegal.
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El 61% de los detenidos por este delito el pasado año fueron varones, la mayoría españoles, aunque en los casos de explotación sexual en redes también se observó una presencia significativa de mujeres. Los arrestados por casos de trata con fines sexuales ascendieron a 525, la mayoría españoles, como en el caso de los 425 detenidos tras el desmantelameinto de redes de explotación laboral.
Las redes de trata operan cada vez más desde plataformas como Instagram, TikTok y OnlyFans, donde localizan a personas vulnerables
Si se comparan los datos correspondientes al último ejercicio con los de 2023, se observa un incremento tanto en cifras como en operaciones. Aquel años fueron liberadas 1.466 víctimas (ya supuso entonces un 24% más que en 2022), con un perfil similar: mujeres de entre 28 y 32 años en redes de trata sexual y hombres de 23 a 27 años en las de explotación laboral, procedentes de Colombia, Venezuela, Paraguay, Marruecos y Moldavia, principalmente. Las detenciones en ese ámbito alcanzaron las 575 personas por trata sexual y 334 por explotación laboral, con predominio también de proxenetas españoles.
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La historia de Marcela es un reflejo desgarrador, pero imprescindible, de una realidad que sigue operando a plena luz del día, disfrazada de oportunidades, camuflada entre algoritmos en redes sociales y normalizada por una cultura que convierte la explotación en espectáculo y consumo. Aunque las cifras oficiales muestran un aumento en las víctimas liberadas y las redes desarticuladas, organizaciones especializadas como Apramp y Fiet advierten de que la mayor parte de los casos no se denuncian. Permanecen invisibles.
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