Así pasó el cerro del burro a ser Isla Valdecañas
Se sabe que el lugar es ZEPA desde el año 2003, pero no está tan claro por qué obtuvo ese título. «Las razones son puras conjeturas», afirma la Estación Biológica de Doñana
El pasado viernes, la sección de 'Cartas a la directora' de este diario incluía un texto firmado por José María Gea, consejero delegado de ... Marina Isla Valdecañas. En él, el empresario dedica algunos párrafos a precisar la fecha en la que el lugar que ocupa el complejo residencial y de ocio fue declarado espacio protegido. Un asunto que también otros han puesto sobre la mesa desde que el pasado día 8 se conoció la sentencia del Tribunal Supremo que ordena la demolición total del resort en lugar de la parcial que decretó el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura hace dos años. A la pregunta de cuándo se protegió ese sitio que los vecinos del cercano pueblo de El Gordo llaman 'el cerro del burro', hay quien añade una segunda: ¿Por qué? Las dos respuestas resultan claves en el relato del caso más largo y complejo que ha afrontado la justicia extremeña en décadas, y que aún no ha firmado su último capítulo.
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«La ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) Embalse de Valdecañas fue propuesta para su declaración como tal en abril del año 2003, como respuesta a un dictamen motivado de la Comisión Europea en el que instó a Extremadura a designar nuevas zonas protegidas para la Red Natura 2000». La frase contesta a las dos grandes preguntas, y está extraída del informe que la Estación Biológica de Doñana elaboró a petición del TSJ extremeño.
Aporta más información la ficha del sitio 'Embalse de Valdecañas' en la web europea de la Red Natura 2000. Está en inglés, y en ella figura abril de 2003 como «primera fecha de compilación», y junio de ese mismo año como «fecha en el que el sitio fue clasificado como SPA (ZEPA en inglés)». Quienes sostienen que el lugar no se protegió hasta 2006 seguramente se refieren a que fue entonces cuando se incorporó a la Red Natura 2000, según recoge el Diario Oficial de la Unión Europea del 21 de septiembre de ese año. Esa publicación incluye la 'Lista inicial de lugares de importancia comunitaria de la región biogeográfica mediterránea', y uno de ellos es el sitio de la polémica, cuya denominación en ese documento oficial es 'Márgenes de Valdecañas'.
21 especies de aves a cuidar
El espacio «fue propuesto para su declaración como ZEPA por albergar hasta 21 especies de aves incluidas en el anexo primero de la Directiva Europea de Aves», explica la Junta de Extremadura en el primer párrafo de la orden que en el año 2012 aprueba el Plan de gestión de la ZEPA, que es el documento que detalla qué hay en ese lugar y qué se puede o no hacer en él.
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El espacio protegido abarca 7.459 hectáreas, casi todas de agua. La tierra «ocupa solo 449 hectáreas (el 6% de la ZEPA) cuando el embalse se encuentra a su máximo nivel operativo (cota 315), y se localiza en la isla de Valdecañas (134 hectáreas) y en las sierras adyacentes al embalse en su extremo occidental, cerca de la presa», precisa la Estación Biológica de Doñana. Este mismo informe recoge en otro punto que «el sitio solo era una isla cuando la cota del embalse superaba los 309,2 metros, algo que durante los últimos cinco décadas sucedía solo el 20% del año». Es decir, que el 80% del tiempo, a la isla no se podía llegar porque estaba sumergida.
«Reconstruir los motivos que influyeron en la decisión de incluir la isla (en la ZEPA) es pura conjetura», advierte la Estación Biológica, que no obstante, menciona algunas posibles razones. En concreto, cita cuatro posibles. Una sería «para amortiguar el impacto de la actividad humana». A lo largo del informe se mencionan las actividades recreativas (acampada, kit-surf, pesca o motocross), el acceso de vehículos y otras fuentes de molestias, la intensificación agrícola, la gestión cinegética inadecuada, el riesgo de incendios y la posibilidad de urbanización.
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Una segunda posibilidad es que se le concediera el título para «mejorar la heterogeneidad ambiental», es decir, para que hubiera más hábitats que el acuático, si bien «el tamaño de la isla parece demasiado pequeño» como para tener una incidencia de peso en este sentido. Un tercer motivo posible sería «la restauración de un espacio relativamente degradado».
En los cuatro años siguientes a la declaración como ZEPA, en el lugar no se hizo nada destacado, afirma el organismo del CSIC
Y una cuarta opción para declararlo ZEPA podrían ser sus valores naturales. «El embalse de Valdecañas –explican los técnicos– se enclava en una comarca donde pueden encontrarse grandes extensiones de dehesa y bosque mediterráneo secundario, las riberas y cortados del río Tajo, otros embalses de mejor calidad ambiental, espacios naturales protegidos de gran valor y un entorno rural relativamente poco poblado. Todos estos caracteres favorecen que el valor ambiental promedio de la comarca sea elevado. En un entorno así, es evidente que la isla de Valdecañas no destacaba por su calidad ambiental relativa». «Esto no equivale a decir que su valor natural intrínseco fuese nulo», aclaran acto seguido los expertos, que destacan «los valores ambientales potenciales» del lugar y señalan que en el año 2007, cuando empezó a construirse el resort, el sitio estaba en su mejor situación desde 1965 (año de llenado del embalse), gracias a la regeneración natural del terreno.
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Regeneración espontánea
Es decir, a la espontánea, la que ocurre sin la intervención del hombre. Porque de hecho, asegura el informe del CSIC, la declaración de ZEPA no se trasladó de los papeles oficiales al terreno. «Solo pasaron cuatro años entre la protección de la isla y el comienzo de las obras del complejo. Durante ese periodo, no hay mucha información disponible, pero sí la suficiente como para saber que hubo pocos cambios en la vegetación», apunta el informe de la Estación Biológica. Más adelante, los técnicos de Doñana escriben: «Que haya pocos cambios en los hábitats de la isla y en su gestión durante los primeros cuatro años de su existencia como espacio protegido sorprende». «Por otro lado –siguen–, la sociedad Marina Isla Valdecañas adquirió todos los terrenos de la isla en mayo de 2003, el mismo año de la declaración de la ZEPA. La ausencia de medidas proactivas en la gestión podría entender si, como parece razonable pensar, el órgano ambiental ya tuviese noticia de la inminente propuesta de construcción del complejo».
En ese año clave que es 2003, el director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura era Guillermo Crespo, que ahora trabaja en el sector privado. «Han pasado casi veinte años», recuerda Crespo, que sí recuerda «que las prospecciones que hicieron los técnicos sobre el terreno nos decían que la isla no tenía valores medioambientales destacados, aunque se trataba de una apreciación inicial que debían confirmar o desmentir después estudios más detallados». «Era una época de economía boyante -sigue Crespo- en la que teníamos sobre la mesa cientos de proyectos industriales, turísticos, de explotaciones animales, o de energías renovables, aunque muchos no pasaron el filtro de los técnicos».
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En febrero del año año 2006, cuando aún no habían empezado las obras del resort, el corresponsal de HOY en Navalmoral de La Mata, Miguel Ángel Marcos, visitó el cerro del burro o la isla de Valdecañas, como se prefiera. La zona que ahora ocupa el campo de golf le pareció «una explanada llena de retamas». Y la del hotel, «una loma cubierta de monte bajo y eucaliptos». «Ciertamente –escribía Marcos en el reportaje publicado en el HOY del 27 de febrero de 2006–, el día de nuestra visita no vimos ni un solo pájaro, aunque eso no quiere decir que sea así siempre. Los únicos animales que encontramos en el paseo por la isla fue un rebaño de ovejas y otro de vacas, pertenecientes a un ganadero de un pueblo cercano que se las lleva de allí por más veces que se lo han pedido. Ni rastro de aves, reptiles, jabalíes o venados, que vecinos de cierta edad de El Gordo y Berrocalejo aseguran había allí décadas atrás».
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