La montería más grande de Extremadura se cobra 188 piezas

Si algo tiene la macro-montería de Azuaga es la puntualidad británica con la que se llevan a cabo cada uno de los clásicos momentos de una forma de montear a la española.

Siete y cuarto de la mañana, junto a la plaza de toros del pueblo, se empiezan a servir las migas del desayuno y a las ocho y media en punto el capitán de montería, Martín Sánchez Sánchez de la Vaquera, comienza, micrófono en mano, a llamar a los cazadores que van a salir las 'armadas' que toman el nombre del lugar de la finca donde se colocan los cazadores : 'Tres mojones', porque ahí lindan las provincias de Sevilla Córdoba y Badajoz, 'el Costillar', columna vertebral de la sierra, 'Peñitas' en la linde, las Ribera, El Encantado, Solana del Duco……así hasta 18 armadas distintas que salen en sus propios vehículos, guiadas por los postores, camino de esta gran finca de casi tres mil hectáreas- situada a unos 10 kilómetros del pueblo- propiedad del Ayuntamiento de Azuaga que es quien organiza la montería.

A las 11.30 horas suenan los portones de los camiones de las rehalas. Se sueltan los perros, en puntos estratégicos, todos a la vez, más de mil, encuadrados en 50 rehalas provenientes de Andalucía y Extremadura.

La maquinaria está en marcha, no llueve pero la 'dana' también aparece puntual a la hora del pronóstico. Lluvia y frio, como en las monterías de antaño, verde el campo del inmenso eucaliptal al que come terreno el bosque mediterráneo de jaras y aulagas o tomillos. Tiros de rifle, ladras de perros, voces de los perreros y de quienes los guían , 'walki talckies' para darse las ordenas, persecuciones de pelotas de reses; los cochinos que van dando la cara aunque esquivos; perdices que cantan y vuelan. Una fiesta montera de la que disfrutan en los puestos, y entre el monte, padres e hijos, abuelos de más de 90 años y chavales que se hacen novio, como Martín, de Azuaga, quien con 14 años ha abatido el primer venado de su vida, por cierto el mejor de la montería. Al final se le hizo el rito del noviazgo acogiéndolo como nuevo montero.

Familias enteras o amigos unidos por el vínculo de la caza: a veces con paraguas para resguardarse de la tan apreciada lluvia, otras contemplando una 'clarita de Murcia' con el sol entre nubes. Por cierto, de Murcia llegaron tres monteros a los que no se les dio nada mal.

La montería de Azuaga es una cacería muy social, de encuentros de casi los de siempre y recuerdo de los que ya no están. Cada vez más jóvenes comparten una acción en esta montería que sigue siendo asequible a los bolsillos de los menos pudientes.

Y a las tres de la tarde, puntuales, las caracolas anuncian el fin de la montería más grande de Extremadura. Toca recoger a los perros del monte, auténticos artífices de los lances vividos.

Y todos a comer en la gran nave, junto al cortijo de los Miradorcillos, donde poco a poco los cargueros van llevando remolques de reses que han sido sacadas por los muleros de lo más profundo de la sierra.

Cocido de garbanzos con todos sus avíos y la charla, la tertulia de quienes les fue muy bien, que no dejan de hablar, y a los que no tan bien que andan más callados. Los que fallaron y los que acertaron. Llueve con fuerza. Todos contentos también con el agua en la sierra.

«Ha sido una clásica montería, de las que apetece; con frio y una poquita de agua que no ha afectado nada más que a los cargueros, postores y guardas que se han mojado un poco a la hora de recoger animales abatidos», señala Martín Sánchez quien asegura que ha visto muchas caras sonrientes porque la montería ha sido buena.

«Hemos echado en falta en el tapete final a los cochinos que, algo alertados por monterías anteriores en la zona, no estaban en los encames de la Sierra». Los cochinos, únicos que no fueron puntuales a la cita

Los veterinarios del SES, hacen el trabajo, los monteros cargan con sus trofeos y la noche llega a la sierra de Azuaga. La tranquilidad hasta la cita del 2025.

En total 101 venados machos, sesenta y dos ciervas, tres gamos y 22 cochinos. Con un total de 172 puestos que, contando acompañantes, perreros, muleros, guardas y pisteros sitúan el número de participantes en más de 500. Todo un espectáculo.

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