Transitus. Como un espejo

El capítulo del 'Cambio de época' es una de las grandes lecciones de Las Edades del Hombre al mostrar en el espejo la herencia gustosa de los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II. Patrimonio que contemplamos con el deseo de participar activamente en su riqueza para aprender y para aplicarlo a nuestra acción si en definitiva sabemos retroalimentarnos

Julián Martín Martínez

Viernes, 11 de noviembre 2022, 08:27

Transitus nos pone ante el espejo de nuestra historia. Eso es la exposición de Las Edades del Hombre en Plasencia, que estará abierta hasta mediados ... de diciembre. Toda nuestra vida es un tránsito. Pasamos el tiempo de nuestros días yendo y viniendo de acá para allá. Ese tránsito temporal, ese transcurrir del pasado, queda inmanente y en muy bella sincronía en las dos catedrales de la diócesis de Plasencia. Una diócesis para una ciudad fundada por el Rey Alfonso VIII en 1186 con el objetivo recogido en su escudo: «Ut placeat Deo et hominibus». Ciudad de tránsito y capital de la trashumancia con fronteras entre León, Castilla y los musulmanes.

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Pasamos mientras vivimos, pero la contemplación de la exposición nos ayuda a no pasar sin pena ni gloria por esta vida, a no ser una piedra del camino, a librarnos de que el tiempo pase sobre nosotros sin enterarnos. Transitus es un espejo para vernos. El primer capítulo nos sitúa en el escenario de nuestra «Tierra de paso» con el disco de Teodosio y una lucerna ardens con crismón cristiano junto a los vestigios visigodos, judíos y del islam. La tierra nos pone en marcha para descubrir nuestra historia en el espejo del camino y para conocer nuestra ontogésis como personas cuya biología es modificada por la cultura, ya que la historia del individuo está siempre moldeada por la educación. Igualmente conoceremos nuestra filogénesis, la evolución de nuestra especie donde cultura y biología van en paralelo en el devenir del individuo y de la sociedad.

Si vivir es transitar, pasar de un estado a otro, de una situación a otra, de un tiempo a otro, de una edad (persona o sociedad) a otra, de una época a otra, de una era a otra, el Renacimiento europeo es la gran eclosión cultural al rescatar a Grecia y Roma. Este capítulo del 'Cambio de época' es una de las grandes lecciones de Las Edades del Hombre al mostrar en el espejo la herencia gustosa de los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II. Patrimonio que contemplamos con el deseo de participar activamente en su riqueza para aprender y para aplicarlo a nuestra acción si en definitiva sabemos retroalimentarnos.

La gran migración, 'Transitus maris' entre los sueños de prosperar, el gran tránsito español y extremeño refleja la peregrinación marítima de descubridores, conquistadores, colonizadores: Hernán Cortés, Pizarro, Pedro de Valdivia e Inés Suárez… Y allí están los mapas de la terra nova de Juan de la Cosa y Claudio Ptolomeo y las leyes de Burgos para el buen tratamiento de los indios.

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'La obra de la evangelización' completa esta epopeya con muchos miles de misioneros españoles. En una columna luminosa relucen los extremeños, con sus nombres y apellidos, que cruzaron el Atlántico con afán evangelizador. El padre Bartolomé de las Casas, defensor de los indios y creador del derecho internacional con el padre Francisco de Vitoria que definió además la nueva economía. A poco de escribir Nebrija en tierras extremeñas su Gramática castellana con visión futurista «porque la lengua fue siempre compañera del imperio», los misioneros en América inventan un catecismo con jeroglíficos y escriben otros en lenguas vernáculas (azteca y maya) y una gramática para enseñar a los indios. En este capítulo veréis a la Virgen de Guadalupe en sus cuatro apariciones (Franciscanas de Ágreda) y a los santos: Rosa de Lima, Toribio de Mogrovejo, Martín de Porres.

Si transitar es caminar, la exposición es andar por un camino sembrado de hitos (el MUBA y la catedral de Badajoz) o mojones que nos indican los límites de un territorio (Palencia y Valladolid) y nos anuncian el más allá (las pinturas del Greco y de Zurbarán en el monasterio de Guadalupe). Son postes de piedra que nos transmiten mensajes y nos dan señales. Con sus flechas actúan como indicativos de paraísos de belleza (las pinturas marianas de Carreño y Coello del Monasterio de Serradilla), como aviso de momentos de tensión (obras de Gregorio Fernández) y dolorosos (Retablo de Morales y Cristos de la encina de Cáceres y de Ceclavín).

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Quedamos embelesados, suspendidos los sentidos, con esta manifestación, aparición de lo que Extremadura fue y desconocíamos, de lo que brilló y no vemos hasta ahora su resplandor.

Tránsito es una forma de transporte, de transmitir riqueza y experiencia de una generación a otra. De recibir una herencia todos nosotros que todavía somos transeúntes. Salimos preparados para traspasar un límite, una frontera y pasar más allá de la geografía de nacimiento, más allá del círculo cerrado social, más allá de una meta vulgar o gregaria.

Una exposición del alma de nuestros antepasados que labraban, pintaban, esculpían, escribían, navegaban y transitaban por el mundo hasta descubrir tierras no soñadas. «Duc in altum» es el título del último capítulo: 'Condúcenos más arriba'. La exposición placentina es una vacuna para superar la mediocridad, la siesta, la vida corriente y moliente.

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Damos las gracias a Las Edades del Hombre con sede en Santa María de Valbuena de Duero. Transitus nos empuja a conseguir metas más altas: «Citius, altius, fortius», el lema que ideó para su colegio el fraile dominico Henry Didon. Coubertin utilizó la acuñación de su amigo para los Juegos Olímpicos, añadiendo «Communiter». Ojalá vayamos todos juntos a hacer nuestro tránsito más rápidamente, con ideales más altos, con mayor fortaleza.

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