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Opinión

Un sobresalto tras otro

Editorial ·

Sometido a una agitación sin pausa, el país necesita menos ruido y un horizonte de estabilidad para afrontar los desafíos pendientes

Sábado, 25 de mayo 2024, 23:05

Hace apenas un mes España asistía desconcertada al insólito amago de retirada de Pedro Sánchez a raíz de que un juzgado abriera diligencias previas contra ... su esposa por presunto tráfico de influencias. Ahora se enfrenta a una aguda crisis con Argentina después de que el lenguaraz Javier Milei, violando todos los códigos diplomáticos y el mínimo decoro exigible, calificara de «corrupta» a Begoña Gómez y lanzara todo tipo de exabruptos contra el presidente del país que visitaba en una actitud digna del populismo más barriobajero que merece un contundente rechazo. Y a otro frente exterior por el pulso con Israel, que ha llamado a consultas a su embajadora tras el anunciado reconocimiento del Estado palestino. Esos hechos han coincidido con las elecciones catalanas y con las europeas del 9 de junio, lo que quizás explique, pero no justifica, la desmesura con la que se ha manejado el Gobierno en los dos primeros, agitando una polarización que puede resultarle rentable en las urnas, pero contraproducente para los intereses nacionales al abrir peligrosas fracturas e impedir grandes acuerdos para afrontar sus principales desafíos.

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La Moncloa ha demostrado de nuevo su estrategia para imponer el marco de la conversación pública que más le conviene. En puertas del 9-J, en el que Sánchez se presenta como líder de una cruzada frente a una ultraderecha en auge en la UE, nada como un enfrentamiento con Milei –un avezado polemista al que también conviene el ruido para tapar sus problemas internos– y con Benjamín Netanyahu para marcar el terreno del debate y activar a sus votantes. Las fundadas razones que asisten al Ejecutivo para protestar por las invectivas del líder argentino no permiten obviar que el terreno comenzó embarrándolo el ministro Óscar Puente ni pasar por alto la sobreactuación del Gobierno, criticada incluso por sus socios, al convertir en cuestión de Estado una calumnia a la esposa de su presidente cuando ha mirado hacia otro lado ante furibundos ataques a las instituciones, incluida la Monarquía, de mandatarios del otro extremo ideológico.

De sobresalto en sobresalto, sin Presupuestos para este año y a expensas de los pactos en Cataluña, de los que dependen los de 2025 y el futuro de la legislatura, la gestión del Ejecutivo tras seis meses de mandato permanece bajo mínimos. El país necesita menos ruido y un horizonte de estabilidad que, por desgracia, no se vislumbra a corto plazo.

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