¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?

Un pueblo traicionado

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 27 de marzo 2022, 12:11

Una vez más, Maquiavelo se ha impuesto a Kant, la razón de Estado a la razón práctica, la 'realpolitik' a la ética universal. Pedro Sánchez ... ha vuelto a incumplir la palabra dada para hacer lo que le da la gana, pues ya dice el florentino que «un príncipe prudente no puede, ni debe, mantenerse fiel a su palabra cuando tal fidelidad redunda en perjuicio propio y han desaparecido las razones que motivaron su promesa». La penúltima víctima de la traición del ladino Sánchez ha sido el pueblo saharaui con su decisión de reconocer de 'facto' el dominio de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, al considerar su propuesta de autonomía, presentada en 2007, «como la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso». Sin embargo, no seamos cínicos, Sánchez, alineándose con EE UU, Alemania y Francia, se ha limitado a oficializar lo que ya era un hecho consumado desde que España abandonara el Sáhara en 1975 dejándolo a los pies de los caballos marroquíes. Hasta la ONU ha enterrado el plan para celebrar un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.

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Para más inri, Sánchez ha tomado tan histórica decisión sin miramientos democráticos, sin someterla a debate en el Parlamento ni consultarla con nadie, ni siquiera con sus socios de Gobierno. Tampoco es casual el momento elegido. «Las injusticias se deben hacer todas de una vez a fin de que, habiendo menos distancia entre ellas, ofendan menos», aconseja Maquiavelo. Y Sánchez le hace caso aprovechando la mala coyuntura, con una pandemia que no se termina de ir, una guerra en Ucrania que ha contribuido a disparar la inflación y truncar la recuperación económica y, debido a ello, un creciente descontento social, como reflejan la huelga de transportistas y las protestas de los agricultores.

Además, la guerra ha provocado un éxodo de refugiados que esta vez son aceptados hasta por la ultraderecha al ser blancos y cristianos, pero que podría tener un efecto llamada sobre los refugiados «indeseables», los de Oriente Medio y África. De hecho, hace tres semanas más de tres mil inmigrantes intentaron saltar la valla de Melilla. De ahí que a Sánchez le urgiera recuperar el favor de Marruecos, al que España y toda la UE necesitan como gendarme de sus fronteras, y más en momentos, como el actual, en los que los inmigrantes son usados como chivos expiatorios por los nacionalpopulistas para azuzar la crispación social.

Mas el restablecimiento de las relaciones con Marruecos ha quebrado las relaciones con Argelia, aliado de los saharauis. Argelia era el principal suministrador de gas de España, pues este año ha sido superada ya por EE UU. Es decir, el Gobierno ha reducido la dependencia energética española de Argelia antes de sellar un acuerdo con su enemigo histórico. Pero el gas americano es más caro cuando sus precios ya están por las nubes. La jugada de Sánchez ha sido arrancar a sus socios europeos un «trato especial» para que España y Portugal puedan poner topes al precio del gas y, por ende, abaratar la luz y, con ello, frenar la galopante inflación, el impuesto de los pobres y gasolina para el malestar ciudadano. Porque Sánchez sabe que es «la economía, estúpido», la que tumba gobiernos –que se lo digan a Felipe González y Zapatero–, pues, como dice Maquiavelo, «los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio».

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Conclusión, en poco tiempo, lamentablemente, solo nos acordaremos del Sáhara cuando la calima nos embadurne de polvo nuestros coches.

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