Un pájaro en mi ventana

Alcaraz, Marín y el esfuerzo

A veces, la recompensa al esfuerzo tarda en llegar, pero termina llegando. Es como la educación, que es a largo plazo y los frutos del esfuerzo no se ven de inmediato

Pilar López Ávila

Lunes, 23 de junio 2025, 23:07

Ganaba hace unos días Carlos Alcaraz su segundo Roland Garros, no sin apuros, muy igualado hasta el final con su rival, Jannik Sinner, al que ... terminó derrotando en el tie break del último set de manera contundente. El partido fue emocionante. Yo a ratos me iba del salón, y luego regresaba nerviosa, consciente de que no me podía perder una final que ya empezaba a considerarse histórica antes de acabar. Alcaraz ganó y lo hizo gracias a su concentración en la pista, a su tesón y a su fortaleza física. Y, sobre todo, gracias a su esfuerzo. Pero el partido empezó a ganarlo mucho antes de comenzar a jugarlo. Con las horas y horas de entrenamiento, de musculación en el gimnasio, con las charlas de apoyo psicológico para enfrentarse a los temores y al cansancio mental, para sobreponerse al pesimismo, para tolerar la frustración sin que se le venga el mundo encima. Con años de entrenamiento físico y mental que requieren muchísimo esfuerzo. Y todo para que, finalmente, la recompensa llegue un día, un día como ese, contra ese rival, en una pista de París, ante miles de personas que sufren y disfrutan a la vez, que se comen las uñas con los puntos perdidos y se emocionan con la victoria.

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Pero el esfuerzo hay que entrenarlo, igual que se entrena el deportista para ganar, o el pianista para no equivocarse al tocar la melodía, o el que danza para dar el paso correcto, o el que canta para no desafinar. El esfuerzo se entrena cada día. Y eso que ahora esforzarse está de capa caída, ahora que, para titular, por ejemplo, no es necesario superar todas las materias. Por eso lo reivindico como valor fundamental en nuestras vidas, no solo para conseguir aquello que nos hemos propuesto, sino para construir un día a día con sentido, dándole ilusión y esperanza a nuestro vivir. A veces, la recompensa al esfuerzo tarda en llegar, pero termina llegando. Es como la educación, que es a largo plazo y los frutos del esfuerzo no se ven de inmediato.

Así que, desde esta humilde ventana en la que me expreso, quiero dar las gracias a Alcaraz por ser un referente del esfuerzo, un espejo en el que reflejarnos, y en el que puedan reflejarse, sobre todo, los más jóvenes, tomando su ejemplo como estilo de vida.

Tomo prestadas las palabras de otra grande de los deportes, Carolina Marín, jugadora de bádminton, que en una reciente entrevista decía esto que yo estoy queriendo decir: «Para mí, ser referente es una responsabilidad, pero lo llevo con muchísimo orgullo. Ser ejemplo de niños y niñas tiene mucho valor, por abrir puertas y barreras en un deporte que nadie conocía en España y conseguirlo a través de muchísimo esfuerzo, trabajo, constancia, disciplina y muchas renuncias».

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Desarrollar nuestras capacidades al máximo, aprovechar nuestros talentos, esforzarse siempre. Son estos los motores para ganar partidos –para superar materias–-, como el que ganó Alcaraz aquel domingo en que casi me quedo sin uñas.

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