Perros y caza
Los cazadores y perreros no maltratan a sus perros. Se basarán estas afirmaciones en grupos ecologistas urbanistas, que piensan que los cazadores y ganaderos, al patear el monte, producen daño a la naturaleza. Ellos, que seguro no han pisado nunca el monte, no conocen el beneficio que representan estas actividades para su protección
El Congreso de los Diputados ha aprobado la ley de Protección Animal con el objetivo de evitar el maltrato de los animales y de velar ... por sus derechos y su dignidad.
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En todo este entramado social se sitúan los perros. Controvertido ha sido el debate en todo lo concerniente a los perros de caza. El partido político de Podemos apostaba por considerarlos animales domésticos y el partido socialista, en el último momento, introdujo una enmienda al texto inicial en sentido contrario, calificada de «la vergüenza» por Podemos. Un Partido Socialista secuestrado por este grupo y por otros grupos minoritarios que esta vez no se ha plegado a las exigencias de todo ese batiburrillo de partidos. Parece ser que en todo ello han jugado un papel determinante algunos gobiernos autonómicos, en especial la Junta de Extremadura.
Una ley para todos los animales, afirmaba la ministra y vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz, asegurando que se trata de una norma pionera en la protección de los derechos de los animales frente al maltrato y el abandono. Están incluidos en esta ley los que tienen proximidad con el ser humano. Se prohíben algunas mascotas habituales: conejos, cotorras, periquitos o tortugas; quedan excluidos los animales destinados a la experimentación e investigación y los utilizados en espectáculos taurinos. En las corridas, el toro se le castiga con las banderillas, el puyazo del picador o con la espada ocasionándole la muerte. ¡Hay algo de hipocresía según de que animal se trate! ¿Habrá influido su belleza, su canto, su pelo o plumaje? Lo cierto es que la ley refiere un abanico de normas que las sufrirán los propietarios de perros de compañía además de los negocios de tiendas de animales, destinadas a desaparecer.
Además, la vicepresidenta se refiere a los cazadores como el gremio que más abandona a los perros. Se constata que las regiones en donde menos se recogen son en las comunidades más cinegéticas de España, las dos Castillas y Extremadura. Aficionado a la caza, he tenido rehala de perros durante muchos años. En las jornadas cinegéticas, en multitud de conversaciones con mi perrero, siempre me decía, «quiero tanto a los perros que a veces pienso que forman parte de mi familia». Que haya un maltratador de mujeres no quiere decir que todos los hombres maltraten a las mujeres. Otra cosa es que persiga a aquellos que cometan esta barbaridad. De igual manera, ni mucho menos los cazadores y perreros maltratan a sus perros. Se basarán estas afirmaciones en grupos ecologistas urbanistas, que piensan que los cazadores y ganaderos, al patear el monte, producen daño a la naturaleza. Ellos, que seguro no han pisado nunca el monte, no conocen el beneficio que representan estas actividades para su protección. Habría que recordar que un gran cazador fue Pedro Pidal, primer alpinista que escaló el Naranjo de Bulnes y a su vez el gran impulsor de lo que hoy es el primer parque nacional de España, el Parque Nacional de los Picos de Europa.
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Esta ley ha sido el primer paso, pero ¿Se conformarán algunas asociaciones animalistas y grupos políticos, con el proyecto actual? La ministra Belarra, aparte de criminalizar a los cazadores, afirma también que esta ley es el primer paso y que queda mucho por hacer. Exigirán prohibir otras actividades cotidianas. Se mirará con lupa a los animales que sirven para transportar cargas o carros de paseo tan frecuentes en muchas ciudades. Se prohibirá el deporte de la equitación o el ejercito de la caballería al montar el ser humano encima del caballo, ya que algunos considerarán esta imagen, como maltrato o humillación al animal. Estimarán que los cencerros de las vacas y las carlancas de los perros para defenderse de los lobos serán lesivos para esos animales.
La ley contempla un régimen sancionador en función de la gravedad de la infracción que va desde sanciones leves, graves a muy graves y que oscilan desde los 500 hasta los 200.000 euros. Desde mi punto de vista son multas desproporcionadas, con vacíos e incongruencias. Un ejemplo de sanción grave refiere lo siguiente: «Dejar un perro en una azotea, patio o terraza de forma permanente». ¿Qué entenderá el legislador como permanente? Unas horas, un día, una semana, un mes. Habrá que contratar agentes, con el cronómetro en mano, para vigilar esa permanencia, al igual que los controladores en los aparcamientos. Y si el perro no tiene suficiente altura para asomar por la terraza. ¿Será la vecina la que informe del tiempo que lleva un perro en la terraza del vecino?
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Entiendo que el sentido común debe primar como norma. Una cosa es la sensibilidad hacia los animales y otra cosa son los «ismos populistas». En la naturaleza los animales no contemplan el derecho a subsistir de otros animales. La muerte está presente en la vida. Un animal mata a otro para sobrevivir y a su vez, este, a otro más débil. En la cúspide de la cadena trófica se sitúa el ser humano, y de igual manera que el resto de los animales, necesita de ellos para su subsistencia.
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