¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?

Lo peor está por llegar

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 16 de octubre 2022, 07:40

Los oráculos financieros auguran un día sí y otro también que vamos de mal en peor. El último ha sido el FMI. «Lo peor está ... por llegar y para muchas personas 2023 se sentirá como una recesión», advirtió el pasado martes su economista jefe, Pierre-Olivier Gourinchas. Según sus estimaciones, uno de cada tres países entrará en recesión el próximo año. Y avisa que «la crisis energética, especialmente en Europa, no es un choque transitorio» y que «el invierno de 2022 será difícil para Europa, pero el de 2023 será probablemente peor».

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Los ciudadanos ya notamos la crisis en nuestros bolsillos. Ahora podemos comprar menos que hace un año con el mismo dinero. No obstante, aún no atisbamos el general invierno a nuestras puertas ni los negros nubarrones de los que alerta el FMI, al menos por estos lares, donde aún las temperaturas máximas superan los 30 grados y la sequía es más pertinaz que Putin. Por ello, quizá, no somos del todo conscientes de la gravedad de lo que se avecina y nos mostramos escépticos ante quienes nos reiteran con persistencia que viene el lobo.

Sin embargo, el lobo está cada vez más cerca porque el tratamiento para combatir el cáncer inflacionario (las subidas de los tipos de interés) tiene unos nocivos efectos secundarios para la economía al frenar el consumo y la inversión. Ya lo pronosticó el presidente de la Reserva Federal de EE UU, Jerome Powell: causará «algo de dolor a familias y empresas».

El problema es que ya hay familias que no pueden soportar más dolor, al menos en España. La crisis derivada de la pandemia ha dejado a 380.000 personas más en riesgo de pobreza y son ya más de 13 millones los españoles en esta situación, el 27,8% de la población, según el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza. Otro dato preocupante es que un 45% de los habitantes del país tiene alguna dificultad para llegar a fin de mes. Y esas cifras podrían haber sido peores sin el 'escudo social' puesto en marcha por el Gobierno, sostiene el citado estudio.

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Estamos, por tanto, ante un problema estructural que el recetario neoliberal habitual no solo no soluciona, sino que lo agrava.

En 1930, en otro momento claoroscuro de la historia como el que vivimos, María Zambrano, que profesaba un liberalismo humanista, ya percibió una de las grandes contradicciones del liberalismo: «La economía liberal es insuficiente e inadecuada para la realización de los postulados liberales. Veamos, pues, qué nos es más querido: hay que elegir entre los postulados espirituales del liberalismo y su economía. Porque hoy el liberalismo de muchos es el liberalismo capitalista, el liberalismo económico y burgués y no el humano». Como solución a esta paradoja la filósofa y poeta malagueña proponía «una democracia económica», «un estado social y cultural en el que se sienta solidaria la masa con el político, con el intelectual, con todo el que dirige».

Pero lamentaba que «hoy realmente no hay posibilidad de dirección (...). Todo está desintegrado». Y así sigue, me temo, en nuestro hoy, en el que está en auge una extrema derecha que defiende el liberalismo económico mientras ataca las virtudes supremas del liberalismo: el amor al hombre y el amor a los valores. Según Zambrano, «para salvar el primero hay que renunciar a la economía liberal. Para salvar al segundo es precisa la libertad». Y la ultraderecha no quiere a todos los hombres por igual ni quiere las mismas libertades para todos.

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