Las Fuerzas de Defensa de Israel han tomado el control del paso de Rafah –entre Gaza y Egipto–, con lo que Tel Aviv se ha ... hecho cargo de manera efectiva de todo el perímetro de la Franja, reabriendo ayer el paso de Kerem Shalom, pero tras impedir la entrada de ayuda humanitaria por el sur. Es de esperar que se trate de un cierre causado por el operativo militar, y que con prontitud los camiones con agua, alimentos, medicinas y material sanitario lleguen a la población. Aunque las indicaciones previas de las fuerzas israelíes para que la población cercana a Rafah se desplazase hacia un descampado a la orilla del mar, y la dificultosa huida de miles de familias hacia zonas de la Franja más al norte, permite pensar que la ayuda humanitaria no forma parte de las prioridades israelíes. Las de una operación que la Casa Blanca pareció considerar ayer como contenida, frente a la eventualidad de una ofensiva a gran escala. Lo suficiente como para que el conflicto que parecía escalar hacia todo Oriente Medio haya sido devuelto a la confrontación entre Israel y Hamás. El objetivo israelí de acabar con Hamás no puede seguir afectando tan gravemente al conjunto de la población palestina. A pesar de que los terroristas persisten en mantener una relación de complicidad con las personas hacinadas en el sur de Gaza, Israel está obligada a preservar la integridad de quienes, más que conniventes con Hamás y Yihad Islámica, son sus rehenes.
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El ministro de Derechos Sociales y Comercio, Pablo Bustinduy, debió sentirse partícipe de la política del Gobierno cuando dirigió un «requerimiento» a empresas españolas que mantienen relaciones en o con Israel, exigiéndoles cuentas sobre su posible colaboración con el genocidio. Que los ministerios de Exteriores y de Economía hicieran ver ayer que no se trata de una decisión del Gobierno requeriría que Bustinduy fuese desautorizado, y sus cartas consideradas personales o de partido por el presidente. Es legítimo y comprensible que se produzcan manifestaciones de solidaridad con las familias palestinas que temen lo peor en Gaza o tienen razones para sentirse acosadas en Cisjordania. Pero si los socios de Sumar tratan de distinguirse de su aliado socialista en este asunto es porque piensan que Sánchez ha decidido convertir a Palestina en una de sus banderas. Los responsables de todo país democrático no pueden olvidar, ni por un momento, que cada crítica razonada a Israel debe ir acompañada de una denuncia sin paliativos de los propósitos que alberga el terrorismo palestino.
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