Nadal, el último 'match ball'

La decisión de Rafa Nadal de hacer un parón en su carrera, con el objetivo de intentar encarar con garantías los 'grandes' del circuito en ... un 2024 que se perfila como el año de su adiós, supone ejercer el derecho que se ha ganado a soltar definitivamente la raqueta de la forma más digna posible. Como dijo él mismo ayer, en una comparecencia descarnada sobre lo que significa afrontar el ocaso de la leyenda y hacerlo, además, lastrado por el padecimiento físico, Nadal no se merece «terminar así», aunque tampoco necesitaría hacerlo de otra manera. Su gigantesca figura en las canchas del tenis mundial y su ascendiente fuera de ellas están ya por encima de cómo resuelva poner fin a su paso por el deporte de élite. Nadie, ningún aficionado, le reprocharía que lo dejara tras haberlo sido todo y con el sufrimiento que traslucen ahora sus palabras. Pero ha optado por intentar disputar su último 'match ball' a lo grande. En los últimos tiempos, Nadal ha escuchado que su negativa a capitular es un ejemplo negativo para quienes carecen de su entereza. Pero su grandeza está tan estrechamente vinculada a una innata voluntad de poder que sólo cabe desear que logre cerrar un ciclo inigualable tal y como él quiere.