Mujeres reivindicativas en el festival de Mérida

El Festival comenzó con una versión de 'Julio César' en la que hombres y mujeres intercambian sus roles, una apuesta arriesgada, aunque la puesta en escena no convenció al publico. Le siguió 'Safo', una performance atractiva, llena de colorido y música que sorprende al espectador. Es un espectáculo coral protagonizado por mujeres en el que la magnífica actriz Natalia Huarte, como Musa del Teatro, resume cómo se trataba a las mujeres no solo en el teatro, sino en la vida, contra lo que ellas se rebelan: «El teatro es el lugar al que asisten los honrados ciudadanos. En el escenario las mujeres están locas. Si es una tragedia, son mujeres que están locas. Si es una comedia, son mujeres muy molestas. Acaban con boda, o muertas. Aquí se canta desde el dolor: en el teatro las mujeres tienen que volverse locas y sufrir mucho y cortar la cabeza de su hijo y jugar a la pelota con ella. Y luego recuperar la cordura y reconocer la cabeza del hijo. Y arrepentirse y suicidarse para compensar el daño que han hecho al orden de los hombres».

En la comedia 'El misántropo', la Muchacha se subleva contra su destino: «No pienso callarme más. Mi sueño es vivir en la city. Dejar estas tierras, ser libre. Yo merezco más». Desde el inicio de la función persigue al dios Pan para que le de un nombre, como el resto de los personajes de la obra de Menandro, porque a ella solo la presentan como la Muchacha, la ningunean. Pan la llama en un momento de la obra «feminakis histérica» y ella le responde «de histérica nada. Soy un personaje con criterio y con dos óbolos bien puestos». Reivindica tener un nombre porque es importante, y lo consigue, porque lo merece, sin él es como si no existiera. «Podéis negarme un nombre, la palabra, la existencia, pero jamás eliminaréis el peligro que represento para vuestro sistema. ¡Vendrán otros que nos pondrán nombre, vendrán otras que nos darán la palabra!». Al final de la obra es la Muchacha la que decide su nombre: «Mandaré un mensaje repleto de coraje hasta la eternidad (...) Por todos esos personajes sin nombre que han movido la acción dramática durante siglos: por las que han sido esposas de, hijas de, madre de, muchachas que, esclavas de, ancianas que. Por todas las que han sido maltratadas por la trama como si fueran personajes de 'El cuento de la criada'... ¡Por todas ellas!». Y todos los personajes reclaman al público que empodere a la Muchacha para que decida un nombre, y ella elige Glicera, «me empodera que me nombren».

En 'Minerva', Gaia, la hija de la protagonista, fue educada como si fuese un hijo varón («quise que ella tuviera la libertad que nosotras no tuvimos», dice Minerva). «No todas las mujeres pensamos igual», «no quiero que ningún hombre me controle» o «no hay progreso si recibimos órdenes», dice Gaia, que muestra el papel tan difícil que tenían las mujeres en Roma y es una adelantada a su tiempo al renunciar a ejercer de madre porque prefiere seguir su vocación y escribir comedias en Hispania.

También son protagonistas las féminas en los dos espectáculos flamencos. En 'Ariadna, el hilo del mito' ella es la inteligente porque gracias a su idea su enamorado logra salir del laberinto después de matar al minotauro, pero el ¿héroe? al final fue un cobarde porque no cumplió su palabra. Y en 'De Sheherezade', que se estrenó anoche, once bailaoras muestran el heroicismo de un personaje asume la invención para transformar el mundo.

Son mujeres poderosas las que participan en el Festival de Mérida, y no solo las que han dado la cara desde el escenario, sino las creadoras que hay detrás, que cada vez son más y mejores.