Nosotros tenemos miedos, ellos terror

UNA VIDA PROPIA ·

Marisa García

Badajoz

Sábado, 12 de marzo 2022, 09:12

El psicólogo Rafael Santandreu inauguró el pasado miércoles en Badajoz el nuevo Aula de Cultura HOY tras la pandemia para presentar su libro 'Sin miedo', ... y una prueba de que es algo que nos preocupa es que más de cuatrocientas personas acudieron al Palacio de Congresos para escucharle hablar de los miedos que nos agobian y de la forma en la que podemos intentar superarlos. Pero los miedos que nosotros sentimos no son comparables a los que están padeciendo los ucranianos desde hace poco más de dos semanas.

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Me impactó lo que decía una de las cuarenta mujeres y menores de edad que llegaron el martes a Valencia en un autobús para refugiados: «Íbamos todas juntas para protegernos por miedo a que nos violaran los rusos». Lloraban aliviadas porque se sentían a salvo. Me imagino el pánico que sintieron cuando vieron desmoronarse todo a su alrededor. Apenas una semana antes tenían una vida «normal», como cualquiera de nosotros, y de la noche a la mañana su principal preocupación era salir de Ucrania, su país, antes de que las mataran o las violaran.

No son casos aislados. Más de dos millones y medio de personas, la mayoría mujeres y niños, todos ellos con un drama a sus espaldas, han huido ya de Ucrania por miedo a morir en una guerra sin sentido. ¿Tienen acaso explicación atrocidades como el brutal bombardeo al hospital materno-infantil de Mariupol y tantos otros? Muchas mujeres están abandonando su país para poner a salvo a sus hijos, dejando atrás a sus parejas, porque los hombres tienen prohibido abandonar Ucrania y se quedan a luchar por su país, como muchas mujeres, que han decidido unirse a la resistencia.

En medio de este caos me ha sobrecogido la historia que publicó HOY el jueves: Tatyana (43 años), sus hijas Miketa (18), Alisa (9), y el joven voluntario que las estaba ayudando a escapar, Anatolij (27), trataban de huir de Irpin, una ciudad cercana a Kiev. Un proyectil acabó con la vida de los cuatro mientras corrían entre los escombros, y sus cadáveres quedaron esparcidos junto a las maletas en las que llevaban las cuatro cosas imprescindibles mientras huían de aquel infierno. Una imagen desoladora.

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Sé que los ucranianos no están en la misma situación, pero la fotografía de los cuerpos sin vida junto a las maletas con las que trataban de dejar atrás la barbarie me recordó lo que vi hace unos años no muy lejos de Ucrania, a apenas 800 kilómetros de Kiev, en el campo de concentración polaco de Auschwitz-Birkenau, concretamente en la sala número 4 del quinto bloque, que alberga tras los cristales una montaña de maletas. Miles y miles de destartaladas maletas agolpadas en las que se podían leer los nombres grabados con cualquier objeto afilado que encontraron de los que fueron sus dueños, que un día llegaron allí cargando con los pocos enseres que les quedaban, confiando en volver a salir del campo de concentración con las maletas con las que llegaron, pero nunca lo hicieron. Más de 1.100.000 personas murieron exterminadas y solo unos pocos, 7.600, consiguieron salir vivos de allí cuando el ejército soviético liberó el campo. Qué paradoja, los libertadores de 1945 son ahora los verdugos. Los que sufrieron el holocausto que acabó hace apenas 77 años eran también personas normales como los ucranianos y vivían no muy lejos de ellos...

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