Editorial

Mayoría sin mayoría

Gobernar en el alambre, sin Presupuestos y con socios amenazantes no constituye una forma homologable de hacerlo

Jueves, 23 de octubre 2025, 02:00

El presidente Sánchez avanza hacia el segundo aniversario de su turbulenta investidura, amarrada a cambio de la ley de amnistía pactada con los líderes del ' ... procés' independentista catalán, felicitándose de que su Gobierno sea uno de los más «estables» de Europa pese a los cada vez mayores escollos para articular la mayoría que permitió que su tercer mandato echara a andar. Se trata de una jactancia que se apoya en que la legislatura que siempre se ha dado por moribunda ha traspasado ya su ecuador, en el casi medio centenar de leyes aprobadas en estos dos años y en la imposibilidad, por ahora, del PP de Alberto Núñez Feijóo de forjar una moción de censura que permitiera desalojar a Sánchez de La Moncloa. Pero se trata de un relato que obvia que el Gobierno sigue mostrándose incapaz de aprobar los Presupuestos, la prueba de la credibilidad y fortaleza de un proyecto político; con la anomalía añadida de que las Cuentas vigentes fueron refrendadas por unas Cortes que no son las actuales. Y que también obvia que ir sacando adelante iniciativas 'in extremis', con concesiones tras negociaciones extenuantes con los socios o fiándolo a que a éstos les invada el vértigo a ver sumados sus votos a los del PP y Vox, supera el umbral lógico de las dificultades en un Parlamento tan fragmentado como el presente. Porque gobernar sobre el alambre no constituye una forma homologable de gobernar.

Publicidad

El ala socialista del Ejecutivo se ha afanado en los dos últimos días en enfriar las críticas de Sumar a la política del Ministerio de Vivienda que comanda Isabel Rodríguez, a la que los socios de coalición han llegado a invitar a marcharse; y en trivializar la andanada de Junts a Sánchez en la sesión de control ayer en el Congreso, en la que los independentistas avisaron de que está llegando «el cambio de hora» en la legislatura española. Con independencia de en qué se traduzcan la cadena de disensos con el partido de Yolanda Díaz y la amenaza agravada de los de Carles Puigdemont, el presidente haría mal en despreciar la paulatina erosión que soporta su gabinete por efecto de una mayoría que empieza a ser más circunstancial que nunca y, sobre todo, el impacto que parálisis como la presupuestaria inducen en una ciudadanía atenazada por la polarización extrema. Sobre todo cuando el propio Sánchez emite señales de actuar ya con vocación preelectoral.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad