Hace mucho, mucho tiempo… (así empezaban casi todos los cuentos de nuestra niñez, poniendo especial énfasis en la «u» que se alargaba acorde a las ... dotes dramáticas del narrador) yo estudiaba el equivalente a primero de bachillerato y la profesora de filosofía, una elegantísima señora cuyo nombre no recuerdo, nos puso como trabajo leer y exponer tres libros de un filósofo de renombre. Un servidor, en un alarde de progresismo para un colegio conservador, eligió a Nietzsche a pesar del elocuente gesto en «el triángulo de la tristeza» de la docente. En ellos aprendí la retórica de ese autor en la que, no solo se deshumaniza al débil sino que se endiosa al fuerte.
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Miro a Elon Musk, a Marck Zuckerberg, a Jeff Bezos, a Pichai y al resto de tecno magnates que han apoyado a un fanático quien, la pasada semana, en el desplome de las bolsas mundiales por culpa de sus famosos aranceles, les ha hecho perder 2 billones de dólares. Los miro, mientras Trump recita en voz alta el arancel que le toca a cada país del mundo, con una pizarra en la mano como si fuera un camarero de Huelva, cantando a los comensales la interminable lista de tapas que ofrece el establecimiento.
Los miro y recuerdo la retórica y la dialéctica de los filósofos, frente a las fanfarronadas de un resentido que, saliendo a diario en el show de las firmas, está sistematizando y blanqueando la ley del más fuerte, haciendo que lo veamos normal, dando alas y oxígeno a partidos y movimientos nostálgicos o reaccionarios, que hasta hace unos años daba pudor mencionar.
Miro a los palmeros que Trump tiene en nuestro país y me pregunto ¿qué pensarán?
Cuando hace unos días salían en televisión subidos al pescante de un tractor conducido por un 'agricultor' con fijador, Loewe y cinturón trenzado al que apoyan incondicionalmente. ¿Cómo le explicaran que vender su vino, sus aceitunas o su aceite a los yankis tiene una penalización de un 20%?
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Miro a ese cajón de sastre de la Unión Europea, denominado 'Patriots', compuesto por grupos de distintos países, aunque unidos por su ideología ultraderechista y admiración tal por el neoyorkino de Queens que hasta encargaron unas gorras con el lema 'Make Europe Great Again', eso sí azules, no rojas, al mismo fabricante que las americanas, pero sin mirar la etiqueta y descubrir que están manufacturadas en China. Me gustaría ver cómo gestionarían estos una guerra comercial mundial pero, por otro lado, como diría en una de sus magníficas canciones Jarabe de Palo «te miro y tiemblo».
Y veo palos, crispación y polarización frente aquellos años felices de los 80 y 90 donde se derribaban muros en lugar de construirlos, donde la felicidad no solo era una canción sino un modus vivendi.
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Comprendo que también esta añoranza está basada en la juventud y esa no volverá.
No obstante, a pesar de las enseñanzas de los filósofos, un cantaor, Rafael del Estad, decía: «El valiente ha sido valiente, hasta que el cobarde ha querido».
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