El colegio mayor masculino Elías Ahúja ha sido noticia esta semana al viralizarse un vídeo que deja en muy mal lugar a un centro que ... se jacta de ser cantera de élites. Los denigrantes cánticos que una manada de sus cachorros dedica a sus compañeras de la residencia femenina Santa Mónica han provocado un revuelo mediático que ha llegado hasta la Moncloa y el Congreso y puede acabar en los juzgados. El macho alfa que profiere el primer cántico –«¡Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas…!–» ha sido expulsado y la Fiscalía investiga si hay delito de odio.
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Al parecer, esos cánticos son habituales entre ambos colegios, una suerte de rito tribal de apareamiento conocido como 'la granja'. Arranca con los varones imitando ruidos de animales a los que ellas responden con otros cánticos. La diferencia con otros años, se justifican representantes del Ahúja, son los insultos. Sin embargo, antiguas residentes del Santa Mónica admiten que «era un clásico escuchar 'Mónicas, putas' todas las noches» y consideran esas canciones «una chorrada», aunque «bastantes asquerosillas», «pero si después en la capea follaba una tía, era una guarra y el tío un crack» (El Mundo, 6 de octubre).
Como ha lamentado Rosa de la Fuente, vicerrectora de la Universidad Complutense, «los alumnos no son conscientes de que están cometiendo delitos, son acciones que nos recuerdan a la manada». No obstante, chicas del Santa Mónica excusan a sus «amigos» del Ahúja con el argumento de que el vídeo se ha sacado de contexto, que es una tradición, que «son buenos chicos, no son misóginos ni van a ir en manada a violar a nadie en la capea». Esto prueba que la cultura machista aún persiste entre las nuevas generaciones, incluso entre no pocas jóvenes, porque, como ha advertido De la Fuente, «la tradición no justifica estos hechos, no es una broma».
Eso sí, el machismo y la misoginia son transversales, hay machistas y misóginos de izquierdas y de derechas, ricos y pobres. Y otra prueba de su persistencia es que, según un informe del Instituto de las Mujeres publicado esta semana, un 60% de las jóvenes de entre 18 y 25 años temen ser agredidas sexualmente y el 9% confiesa haber sido víctima de una violación o intento.
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Ese machismo y esa misoginia son producto de una sociedad en la que Narciso ha desplazado a Eros, la pornografía al erotismo y el deseo al amor. Un deseo que, explica la filósofa argentina Florencia Abadi, «busca poseer y develar», mientras «el amor compasivo, en cambio, tiene que ver con sostener los velos, no desgarrarlos, con un gesto que deja ser al otro, no lo espía ni lo investiga, ni tampoco lo exhibe. Tiene que ver con una detención de los impulsos crueles que nos atraviesan». Un deseo, según la autora de 'El sacrificio de Narciso', que conlleva un odio hacia lo deseado, hacia su oscuro objeto. Un odio que aparece «cuando se dice que la mujer es un enigma», un misterio que se me resiste y niega, «un obstáculo que invita a luchar contra él, a develarlo», y «estamos en una cultura que 'enigmatiza' masivamente a la mujer y su sexualidad, y eso es misoginia pura». (Filosofía&Co, 10 de noviembre de 2021).
Con todo, hay una lectura positiva del bochornoso episodio del Ahúja: ahora resulta intolerable para la mayoría algo que hace no tanto tiempo estaba normalizado. Lo que antes se veía como una gamberrada propia de 'Desmadre a la americana' (1978), ahora inquieta tanto como 'Una joven prometedora' (2020), historia de una mujer, traumatizada por un suceso infame, que castiga a agresores sexuales en potencia.
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