Cuando dialogaban y se entendían los rivales
Las imágenes entre los distintos líderes de la política española difieren de manera radical de las producidas hace casi cincuenta años. ¿Es posible recuperar ese talante, esa concordia?
Cada etapa de la Historia tiene sus características y las comparaciones, a veces, parten de unos supuestos difíciles de encajar porque las circunstancias han variado, ... aunque a veces tengan similitudes y camuflajes que pueden llevar a la confusión o al engaño. ('Nadie se baña dos veces en el mismo río', Heráclito dixit).
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Con motivo de los 45 años de la Constitución española se han publicado infinidad de artículos y ensayos. Uno de ellos, el magnífico libro del periodista extremeño José Julián Barriga Bravo, 'En defensa de la Transición. Memoria de un testigo afortunado'. El autor sostiene, con razón, que tras la Constitución del 78 ha sido la etapa más floreciente, de mayor progreso y libertad de la historia de España. Cita como sus valores principales: la concordia, el consenso, el diálogo y la convivencia con respeto y libertad y que dio solución a tres de los más graves problemas de nuestra historia: el social, el militar y el religioso, (aunque no pudo solucionar el problema territorial). En la presentación del libro, en Badajoz, Barriga se refirió a tres imágenes de enorme significado que han pasado a la iconografía nacional: Suárez (ganador de las elecciones) y Felipe González (jefe de la oposición) charlando sentados en un sofá; Dolores Ibárruri, bajando las escalinatas del Congreso, de brazo de Alberti, para ocupar la presidencia del Congreso; y Fraga y Carrillo charlando amigablemente.
Ellos llevaban sobre sus hombros una carga simbólica tremenda que se remontaba a la II República, a la cruenta y fratricida guerra y a la represión franquista de 40 años. Y llegaron a acuerdos. Y se aprobó la Constitución.
Ahora, las imágenes entre los distintos lideres de la política española difieren de manera radical de las producidas hace casi cincuenta años. ¿Es posible recuperar ese talante, esa concordia? No encuentro respuesta, aunque una mayoría de ciudadanos opinaría que sería deseable.
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Ya hemos llegado a un punto común, pero caigo en la cuenta de que cuando me refiero a hechos producidos hace medio siglo el núcleo de la sociedad ha variado porque el entorno, las circunstancias, ha sufrido una profunda modificación. Se enfrenta a otros problemas. La globalización ha cambiado el mapa, internet ha cambiado las comunicaciones, el mercado ha sufrido fuertes convulsiones, y las democracias liberales están en retroceso en varios países cuando no en peligro de ser sustituidas por populismos de autócratas. La emigración planteó nuevos retos y la Unión Europea, que tantas esperanzas había alimentado, se enfrentó al 'brexit', a una ampliación muy desigual y a una competencia de otras economías (China, India…) que la han hecho perder influencia en los mercados.
A todo esto, ¿a quiénes nos dirigimos cuando hablamos de recuerdos de hace 45 años? La generación denominada 'Baby boom', nacida entre los años 60 y 80, tiene pocos conocimientos de las características sociales e históricas de su nación, fruto de un lapsus educativo continuado. Los problemas de sus descendientes son otros, puesto que, mientras sus progenitores pueden aspirar a una pensión tras la jubilación, los hijos ahora ni siquiera pueden soñar con independizarse a los 20 o 25 años, y bastante tienen con encontrar empleo, cuando ostentan títulos universitarios y másteres diversos.
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La explosión demográfica tras la Segunda Guerra Mundial (y la civil española) vivió momentos difíciles, pero asistió al nacimiento de la Unión Europea y a la incorporación de la mujer al mercado laboral, amén de lo que se llamó el milagro español (tras el milagro alemán), pero que no corrigió las enormes desigualdades sociales inherentes.
Ahora, otra vez, el mundo ha entrado en convulsiones que afectan a todos, aunque muchos crean que las guerras de Ucrania y Gaza están lejos de nuestras fronteras. La polarización (triste palabra del año), sacude la convivencia. De ahí que cuando los más veteranos (viejos) evocamos el mundo de ayer y lo idealizamos en un afán para repetir conductas podamos estar hablando a un reducido sector de la sociedad. Y puede que algunos jóvenes nos contesten algo parecido a «no me vengas con milongas» o «de qué c… me estás hablando».
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Cada generación tiene una problemática, que puede parecer semejante a las transitadas con anterioridad, aunque sea distinta. Mas ello no es óbice para que clamemos por recuperar el diálogo entre dispares. Al fin y al cabo, la vida es mas compleja que la lucha partidista y la Historia no se detiene en las escaramuzas partidistas ni en los malos modos.
…Sueños de viejo…
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