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No está loco ni solo

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 17 de abril 2022, 08:43

A menudo escucho y leo tachar a Putin de loco por lo que está haciendo en Ucrania. Pero Putin no actúa como actúa por locura ... sino por maldad. El loco actúa de forma irracional, pero el malvado lo hace de forma racional, siguiendo una lógica aunque sea perversa y esté basada en prejuicios, rencores u odios. Es más, el presidente de Rusia no actuaría como actúa sin contar con un amplio sostén social.

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En marzo, según una encuesta del instituto no gubernamental moscovita Levada Center, un 83% de la población rusa aprobaba la gestión de su mandatario, 14 puntos porcentuales más que en enero, antes del inicio de la guerra. Algunos analistas advierten que estos sondeos pueden no reflejar fehacientemente la realidad rusa, debido al férreo control que ejerce el Kremlin sobre la opinión pública y publicada.

No obstante, como sostiene la escritora bielorrusa Stvelana Alexsiévich en una entrevista con 'El Mundo', «es fácil decir que Putin está loco, que lo que hace no es racional, sería una explicación simple», pero «lo cierto es que mucha gente lo apoya y dice que todo lo que contradice la versión oficial son un montón de 'fake news'». Para la nobel de Literatura, «Putin refleja la opinión del ruso medio que vive en los suburbios, esos rusos que no toleran la humillación, como dicen», que se lamentan de que ya nadie les tenga miedo y que se alegraron cuando pudieron decir que Putin les hizo ponerse de pie cuando sentían que estaban de rodillas frente al mundo. Alexsiévich cree que ese sentimiento imperialista está muy arraigado, que «sobreestimamos» la muerte de la URSS y que ahora nos estamos dando cuenta de que «el 'homo sovieticus' está vivo».

En la misma línea y en el mismo diario, Arturo Pérez-Reverte explica que «Putin es la encarnación malvada de esa parte de lo peor del alma rusa de este momento, igual que Hitler fue la encarnación perversa de lo peor del alma alemana de su tiempo». «Eso del tirano solitario ya no vale. Los tiranos, desde hace un par de siglos, representan los anhelos de sus súbditos o conciudadanos», sentencia el escritor y veterano reportero de guerra.

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Esa humillación sentida por el ruso medio actual y el alemán medio del periodo de entreguerras es el huevo de la serpiente fascista. Nadie lo ha resumido mejor que el maestro Yoda en 'Star Wars': «El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento». Y este camino lo están recorriendo cada vez más occidentales con miedo a perder lo que tienen o con ira por haberlo perdido víctimas de una sempiterna crisis de mil caras. Como diagnostica el filósofo estadounidense Jason Stanley, «la política fascista solo puede sobrevivir y prosperar en un estado de ansiedad y miedo constante», como el actual. De ahí el auge de la nueva máscara del fascismo: el nacionalpopulismo. Su paradigma es la francesa Marine Le Pen, bien avenida con Putin.

El nacionalpopulismo es una versión edulcorada del fascismo que, parafraseando a Stanley, nos permite tolerar lo que alguna vez fue intolerable al hacer que parezca que así es como siempre han sido las cosas. En el artículo 'Fascistas: padres e hijos' (1962), el cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini dejó escrito premonitoriamente: «No hay que ser fuerte para enfrentarse al fascismo en sus manifestaciones delirantes y ridículas: hay que ser fortísimo para enfrentarse al fascismo como normalidad, como codificación, diría yo, alegre, mundana, socialmente elegida, del fondo brutalmente egoísta de una sociedad».

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