Ojos del Guadiana

Memoria, conciencia social y democracia

Julián Carretero

Martes, 20 de mayo 2025, 22:42

Algo más que un halo de nacionalismo trasnochado, intolerancia, individualismo, odio al diferente, al emigrante y desprecio al pobre recorre el mundo, penetrando cada vez ... más, con mayor calado, en los cimientos y valores sostenedores de las sociedades colectivamente avanzadas, plurales y democráticas. Viene percibiéndose de manera galopante y nauseabunda en los últimos años en Europa y España, tornándose virulento. Su expresión política se plasma en una mayor profusión de populismos de extrema derecha, negacionistas y antidemocráticos. Las elecciones del domingo en Portugal, con el partido Chega acariciando la segunda posición, suma un punto más a esta situación.

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En democracia, la acción institucional de los poderes del Estado obedece al pensamiento y concepción política de la ciudadanía. Dicho en román paladino, los políticos son buenos si la sociedad es buena. Los poderes públicos y las instituciones que los sustentan no las ocupan extraterrestres, sino personas pertenecientes, y reflejo, de la sociedad del momento. Los partidos políticos que propiciaron en Alemania, tras la II Guerra Mundial, una constitución democrática y antinazi en un país destruido o aquellos españoles que, tras la muerte del dictador, supieron realizar una transición democrática, promoviendo una reconciliación y concordia a través de una constitución para una España descentralizada, tolerante y solidaria, seguramente no eran mejores que los de ahora. Pero, probablemente, sí lo eran las sociedades de entonces.

En democracias consolidadas es obvio también que, de no haberse producido traumas relevantes o revoluciones, las sucesivas generaciones deberían recoger el testigo a las anteriores, más cuando estas, caso de Europa, realizaron grandes esfuerzos hasta alcanzar un alto grado de progreso democrático, social y económico.

Sin embargo parece que esto no es tan así. Las diversas sociedades europeas de hoy se alejan bastante de los valores inspiradores de sus precedentes. Resulta dramático que el mayor avance de la extrema derecha se esté produciendo en países con antecedentes dictatoriales de gravísimas consecuencias para sus sociedades y para el mundo. Alemania, Italia, España, Francia, Polonia, Hungría, Rumanía, Portugal... Y contradictorio lo sucedido en las presidenciales rumanas, donde el candidato antieuropeísta Simion ha obtenido el 65% del más del millón de votantes rumanos residentes en en la Unión Europea, donde pueden trabajar sin trabas, precisamente por ser Rumanía parte de la UE.

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¿Qué ha fallado para que se haya llegado a esta situación? En España hemos fracasado estrepitosamente en la trasmisión del conocimiento y del esfuerzo que supuso la conquista de la democracia, los derechos sociales, laborales y de ciudadanía, los avances en justicia social y estado de bienestar. Hasta mediados los 2000, los sucesivos gobiernos democráticos han tenido bastante ausente la memoria, la articulación de la sociedad y el pensamiento crítico como fundamentos democráticos y también la democracia económica, como impulso para la conciencia social y la cohesión.

Como hace unos días nos recordaba el filosofo J. A. Marina, el pensamiento crítico y la bondad son vacunas contra los virus de la insensatez.

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