En estos días recibo un wasap desde la parroquia: «Pepe han llamado preguntando por ti para decirte que Toni Martín 'la regidora' está ingresada en ... el hospital Perpetuo Socorro de Badajoz en la habitación… y quería verte». Al día siguiente, en la mañana, me acerco al hospital para encontrarme con ella. Entro y el encuentro yacente, me recuerda al Cristo sufriente y agotado, me sonríe con delicadeza al despertarle en medio de su medicación relajante frente al dolor, está en cuidados paliativos. Entiendo que desea verme porque su fe en este momento también será lenitiva para su angustia y su dolor físico y psíquico. La recuerdo en un lateral de la parroquia de Guadalupe de Badajoz, siempre fiel a la eucaristía del domingo, con discreción, muchas veces acompañada de su hermana Manoli. Son cinco hermanos y disfrutan todos de todos. Me sonrío porque viene a mi memoria un domingo en el que el evangelio invitaba a hablar de la sencillez y de lo oculto, coincidió por carnavales y yo había visto su trabajo, desde la televisión extremeña, entre bambalinas en el Teatro López de Ayala, me permití hacer referencia a ese dato para exponer lo que es facilitar, servir, entregarse, alegrar y colaborar de un modo silencioso, discreto y oculto. Planteaba la conexión de nuestra profesión y vocación con el servicio y la disponibilidad verdadera para ser de los otros y facilitar el bien común, y dentro de él la alegría y el humor.
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Me acerqué a ella en la cama y le hablé con suavidad de su vida, de su imagen, de su fe, le di las gracias por querer que estuviera con ella en estos momentos. La invité a rezar desde su ser y hacer, desde lo vivido y me miraba fija siguiéndome en lo que yo decía y confirmándome con su rostro y sus gestos. Recibió el perdón, rezamos las oraciones sencillas, la bendije. Le pregunté que mensaje quería que llevara a la parroquia y a los que la conocían y se esforzó para decirme con claridad: ¡Diles que los quiero a todos! En su debilidad y agonía me transmitía una gran paz. Allí estaba su hermano menor y con él hablábamos de sus espacios de compromiso y de voluntariado, siempre firme en la apuesta por colaborar en todas las causas de justicia y compasión, especialmente con la asociación Atabal y su amiga Peligro, amén de otras muchas actuaciones desde su profesión al servicio generoso y gratuito de todos esos actos. Busco fotografías de ella y sólo encuentro alguna en la que está muy de fondo, en los grupos, de algún acto benéfico. Siempre discreta y oculta. Su hermano también es cercano a los compromisos, en su caso en la pastoral de la cárcel con una religiosa hija de la caridad. Comenta que eso debe venir de la educación cristiana y humana de sus padres, porque la comparten entre ellos. Me explica como ella era una gran luchadora, cómo marchó a Madrid para formarse en esta profesión y realizó allí sus estudios porque tenia claro lo que quería hacer.
Yo me comprometo con ella a que iba a transmitir su mensaje y que todos juntos íbamos a rezar por ella, para que tuviera mucha paz, alivio y consuelo en este trance de su peregrinar, en estos momentos últimos en los que se acerca a la plenitud de la vida, le digo que allí en el cielo la tendrán que colocar donde haya fiesta, cante y humor para que siga ejerciendo de regidora y me sonríe. Llego a casa y rezo con datos de ella que encuentro en internet tanto de su labor profesional como sus actuaciones de voluntariedad a favor de los hermanos más débiles del mundo. Pienso en su llegada al cielo y el encuentro con el padre recibiéndola: ven bendita porque tuve hambre, soledad, en la cárcel…y tú estuviste muy cerca. Y rezo con este pasodoble de 'Los Mirinda' en el que la definen también: «Guardiana de nuestras tablas/ motor de nuestro teatro./ Trabajo siempre discreto/ guardando secretos, guardándote tanto./ Si hablarán las bambalinas/ si se apartaran las cortinas/ todo el mundo se enteraría/ que eres tú la paciencia infinita/ que eres tú templanza en nuestra ira/ que eres tú trabajo siempre duro./ Siempre estás cuando te necesitan/ ¡Ay compañera!, ¡cuántos egos te has comido!/¡cuántas pamplinas de murgueros!/ Hay tanta estrella en el concurso puñetero/ que yo, pa mí, tú eres la estrella en estas tablas./ Yo no sé cuántos febreros/ pisaré el López de Ayala/ por eso quiero decirte/ que me siento más seguro/ que contigo nada falla/ que este público se entere/ que detrás de esa cortina/ hay una amiga, una currante/ una señora, una regidora/ Toni, sal aquí conmigo/ que este es tu teatro/ y a ti te daré este aplauso».
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