El repunte en nueve décimas de la inflación, hasta el 3,5%, confirma que la batalla por doblegarla será prolongada pese a la gruesa artillería ... desplegada por el BCE en forma de agresiva subida de tipos. El encarecimiento de la electricidad y de los carburantes está detrás de ese ascenso, favorecido por el 'efecto escalón': sus precios, que se comparan con los de hace un año, caían entonces con fuerza tras haber tocado techo. La rebaja en tres décimas del IPC subyacente –que excluye los alimentos y la energía y queda en el 5,8%– refleja una tendencia de fondo hacia la moderación que puede verse afectada por factores coyunturales. El fuerte ascenso del petróleo ha disparado los combustibles y constituye la principal amenaza a corto plazo. Existe el riesgo de un cierto contagio al resto de la economía, pero parece muy improbable que desate una nueva espiral inflacionista. Sí elevará la presión sobre unas familias muy castigadas por la carestía de la cesta de la compra y las hipotecas, lo que, con la luz otra vez al alza, habrá de valorar el Gobierno cuando analice la retirada de las ayudas a la energía, que convendría modular en función de criterios de renta o escalonar en el tiempo.
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