¿Qué ha pasado este viernes, 5 de diciembre, en Extremadura?

Más frónesis y menos carisma

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 5 de diciembre 2021, 10:42

En tiempos de tribulación como estos se necesitan buenos gestores más que líderes carismáticos. Sin embargo, en tiempos así las masas suelen sentirse más atraídas ... por los cantos de sirena de los segundos que por la prudencia de los primeros. Según Max Weber, la principal característica del carisma es su carácter revolucionario, rechaza el pasado y rompe con cualquier norma establecida, esto es, es 'antiestablishment'. Por tanto, cuando no nos satisface lo establecido somos más proclives a dar la mano a los adanistas que prometen un nuevo amanecer o un nuevo orden y acaban arrancándonos el brazo.

Publicidad

El sociólogo alemán define el carisma como la cualidad extraordinaria atribuida a una persona por la cual se la considera dotada de fuerzas sobrenaturales, enviada de un dios o ejemplar y, en consecuencia, como jefe, caudillo, guía o líder. Me parece más apropiada para nuestros tiempos la primera acepción de carisma que recoge el diccionario de la RAE: «Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar». Y fascinar es: engañar, alucinar, ofuscar (primera acepción) o atraer irresistiblemente (segunda). Y eso es lo que hacen los líderes políticos carismáticos apelando más a las emociones que a las razones. Por ello, nadie como estos demagogos para ganar elecciones pero no tanto para gobernar, pues a menudo pierden al país víctimas del síndrome de hibris.

Donald Trump es el paradigma contemporáneo de líder carismático y en España le sigue los pasos Isabel Díaz Ayuso. Por el contrario, Angela Merkel es el paradigma de buena gestora. Como tales también se están manifestando Yolanda Díaz y Nadia Calviño, las políticas mejor valoradas por los españoles según los barómetros del CIS, si bien esto no es garantía de triunfo electoral, Julio Anguita es la prueba.

Con todo, el calificativo de buen gestor no goza de demasiada buena prensa. Cuando se llama así a un político, se suele querer decir que es un burócrata o tecnócrata sin carisma, ni imaginación ni osadía, ideales como segundos de a bordo pero no como capitanes.

Publicidad

La aún canciller alemana, que dejará el cargo que ha ocupado durante 16 años la semana que viene, contradice ese prejuicio, es una capitana sin carisma que se despide de la política sin haber perdido unos comicios desde 2005. Ha sido irse ella y recuperar los socialdemócratas (con los que ha gobernado en coalición durante tres legislaturas) la cancillería. Merkel está dotada de una cualidad poco apreciada por lo general en las urnas: la frónesis, palabra griega traducida normalmente como prudencia o sabiduría práctica y que, para Aristóteles, es la capacidad para pensar por qué y cómo debemos actuar para lograr buenos fines. Aun así ha cometido errores, claro, pero ha aprendido de ellos. Por ejemplo, se equivocó al imponer políticas de austeridad en la Unión Europea durante la Gran Recesión, pues agravaron la desigualdad social allí donde se aplicaron, como en España. Pero durante la crisis causada por la covid ha optado, a la inversa, por políticas keynesianas, expansionistas del gasto público, para reactivar la economía.

Veremos cómo se conduce la UE ahora sin la frónesis de Merkel, una mujer quizá no nacida para mandar pero que supo poner orden en el caos y hacer Política, con mayúscula, entendida como arte de gobernar por el bien común, frente a la política, con minúscula, entendida a lo Maquiavelo, como lucha por conquistar y conservar el poder.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad