Margaret Thatcher, la 'dama de hierro', fue la primera mujer en ostentar el cargo de primera ministra del Reino Unido en 1979. Su gobierno se ... caracterizó por la determinación y firmeza en la toma de decisiones. En ese año, yo era una niña y no entendí la relevancia de aquella noticia, ni la repercusión futura para el liderazgo femenino.
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Las elecciones presidenciales en Estados Unidos se realizan siempre el primer martes después del primer lunes de noviembre. Por lo tanto, este año, el día decisivo, para que la candidata demócrata Kamala Harris pueda ser elegida presidenta, será el día 5 de noviembre. Ahora, mi perspectiva es muy distinta.
Me tomaré la libertad de referirme a la señora Harris como Kamala en este artículo. Fue la primera mujer en ocupar la vicepresidencia de los Estados Unidos, siendo además afroamericana y de ascendencia asiática. Todo un logro en un país machista y homófobo.
En el debate decisivo contra el republicano Trump, Kamala demostró un cambio significativo, no solo en su vestimenta, más sobria, si no en su actitud. Se transformó de una mujer divertida y desenfadada en sus últimos mítines, en una guerrera con las ideas muy claras y con el convencimiento de salir triunfadora del enfrentamiento.
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Entonces, un recuerdo asomó en mi cabeza. Busqué en internet la imagen de Margaret Thatcher. Era inevitable la comparación de ambas mujeres, incluso Trump hizo referencia en uno de sus discursos a esta similitud, por supuesto, con su peculiar ironía. ¿Estamos ante una nueva 'dama de hierro'?
Cuando Margaret llegó a la que sería su residencia durante once años y medio, parafraseó una oración de San Francisco de Asís: «Donde haya discordia, llevemos armonía. Donde haya error, llevemos la verdad. Donde haya duda, llevemos la fe. Y donde haya desesperación, llevemos la esperanza». Al dejar su cargo en 1990, se fue feliz. Había conseguido sus objetivos: modificar la política nacional y consolidar al Reino Unido internacionalmente. Recibió duras críticas por algunas de sus políticas sociales, la privatización de empresas públicas y los recortes en vivienda y educación. A pesar de ello, será recordada por defender la democracia y el libre mercado.
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Kamala puede hacer historia. Sus políticas se centran en la intervención gubernamental para garantizar el acceso a los servicios sociales, crear un sistema sanitario amplio o universal, mantener sus posiciones en el desarrollo de la igualdad de género, derechos LGTBI y minorías raciales. Por otro lado, los demócratas están a favor de medidas para el control de armas, un acicate para un país donde el porcentaje de tenencia es muy elevado. En cuanto a la inmigración, apoyan políticas inclusivas, con medidas para abrir las puertas de la ciudadanía estadounidense y la protección de los migrantes menores de edad. También defienden el derecho al aborto. Por último, la defensa de la educación pública.
En caso de que Kamala consiga alzarse con la victoria, su liderazgo no será fácil. Se enfrentará a las posiciones más radicales de la política estadounidense, así como lo hizo Margaret en el Reino Unido, y deberá forjarse una coraza de hierro. Mucha suerte Kamala, me quedo con esta frase de tu debate: «Pueden confiar en mí, pondré Estados Unidos por encima del partido y de mí misma. Prometo ser una presidenta para todos los estadounidenses».
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